En mi camino a Ikebukuro mis pensamientos corren. La cuidad tan llena de vida últimamente no parece la misma, y todo parece tan aburrido que casi hace que tenga ganas de llorar.
Volqué algunas cosas en mi camino a la ciudad. Cosas pequeñas, como tarros de basura, máquinas expendedoras, camiones, personas.
En realidad mi mente ni siquiera estaba en eso, así que no recuerdo bien lo que pasó desde el momento que salí de casa. Y ahora estoy exhausto. Que es lo que estaba buscando. Estar total y completamente agotado. Lo suficiente para llegar a casa y morir en el sofá. O al menos caer inconsciente luego de poner mi cabeza en la almohada, o en el brazo del sofá, que es donde he estado durmiendo por las últimas dos semanas.
Recorriendo las calles durante las noches, pasando mis días durmiendo o acompañando a Izaya, quien no hace más que escapar de todos mis intentos de acercarme.
Suelto un suspiro y doy media vuelta. Solo algunas horas más.
Camino y camino. Sin pensar. Sin detenerme. Vuelvo a casa.
Las luces están apagadas. Izaya ya debe estar dormido, y entro en silencio a la sala de estar.
Sin ningún tipo de aviso, la luz se enciende, haciendo que parpadee por la repentina luminosidad.
Un cuerpo se estrella contra el mío, y mi espalda golpea la pared más cercana. Sorprendido abro mis ojos, intentando enfocar. Unos brazos llevan mi cabeza hacia abajo, y mis labios son presionados firmemente por otros.
Dejó escapar un gemido, y recorro mis manos por el cuerpo más pequeño, envolviendo mis palmas en un trasero firme, pequeño, del tamaño perfecto.
Nos separamos para tomar aliento, y su sabor cubriendo el mío es el mismo que recordaba. Una sonrisa aparece en mis labios.
–Pensé que escaparías en cuanto estuvieras libre de los vendajes.
Él suelta una risa condescendiente, la misma que odio, y que a la vez lo vuelve tan malditamente atractivo.
–Sí, yo también. Pero aún hay algunas cosas que tengo que saber.
Me besa una vez más, y mientras mi lengua busca entrar en su boca, mi cuerpo nos empuja más cerca del sofá. Es definitivamente el lugar más cómodo y que está más cerca de momento.
–Cama –. Dice Izaya, con sus labios aún presionando los míos.
Sacudo mi cabeza suavemente, sin romper el beso y comienzo a desnudarlo, intentando acariciar tanta piel como puedo mientras una a una cada prenda desaparece de su cuerpo.
Me separo de sus labios para sacar su camiseta, y miro su casi completa desnudez antes de decir, con una voz ronca que no puedo controlar:–No te atrevas a escapar. Al menos hasta que tenga suficiente de ti.
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Shizaya - Cuando Te Atrape [Extras]
Fiksi PenggemarShizuo e Izaya consiguen expresar sus sentimientos... o al menos eso es lo que ellos piensan, pero ¿será así en realidad?