Aguila Calva

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Mabel se quedó en silencio, no acababa de comprender la información, había descubierto el secreto y ahora el hombre había dejado de provocarle intriga a hacerle sentir una gran fascinación. Esperó en las ramas de ese árbol toda la noche, hasta que regresara el águila calva, volvió casi a las 3 de la mañana con una presa en el pico, la puso en la cocina y entro a una cabaña, media hora después, toda la aldea despertó para hacer las labores de la mañana, a las cuatro, los mismos rancheros vinieron por ellos, los encadenaron, con látigos los obligaron a salir y así empezó de nuevo su rutina.

Ese día Mabel sólo pudo pensar en el recuerdo de cómo el águila se elevaba y se perdía a lo lejos, estaba llena de dudas, ¿Es en realidad una persona? ¿Por qué simplemente no escapa y deja de ser un esclavo? La escena de la transformación le daba vueltas en la cabeza ¿Será real el mito del que hablan?

Mabel miraba fijamente los libros en su bien abastecida biblioteca, leía y leía nombres, Pero no tenía títulos sobre mitos aborígenes, era ilegal, si le encontraban uno no sería raro que la fusilaran en la plaza. Se sentó en su escritorio, reviso de un lado a otro y de arriba a abajo pero no pudo encontrar nada que hablara de transformaciones en animales. Decidió esperar al atardecer e ir directo por él.

Ya eran las nueve de la noche y el hombre se preparaba por volar, así lo hizo y Mabel corrió tras él, volaba bastante rápido, tanto que Mabel tuvo que acelerar al máximo, treinta kilómetros después el ave desapareció. Mabel frenó en seco, dio vueltas sobre sí misma, activó todos sus sentidos, pero no podía detectarlo. Segundos después sintió su olor a sangre, se dejó guiar por su nariz, hasta que unos metros a la izquierda lo encontró, lo observo silenciosa a unos pasos de distancia, el aborigen caminaba lento y desarmado por el bosque, perdido en sus pensamientos, se recostó sobre un gran árbol mientras pensaba mirando la palma de sus manos, Mabel se acercó lentamente y cuando estuvo unos metros dijo:

—Hola —Con una amable sonrisa, el hombre giró aterrado.

—¿Quién es usted?

—Me llamo Mabel Cullen ¿Cómo se llama usted caballero?

—Hunzahua Bachue.

—Me pregunto ¿Qué hace aquí? ¿No es usted un esclavo? —Dijo Mabel mientras observaba la marca de su dueño en la espalda de Hunzahua.

—Me hago la misma pregunta ¿Cómo puede una cara pálida recorrer estos territorios?

—Tal vez yo no sea sólo una cara pálida, y tal vez usted no sea sólo un esclavo.

—¿A qué se refiere? —Mabel se fue acercando.

—Usted sabe muy bien a que me refiero —Mabel puso su mano en el pecho de Hunzahua y acercó su cara a solo unos centímetros—. Águila calva.

Las palabras retumbaron en la cabeza de Hunzahua quien con toda su fuerza empujo a Mabel que término estampada contra un árbol, el aborigen se acercó y la tomo del cuello.

—¿Qué quiere?

Mabel lo miro directo a los ojos, como mirando a su interior, pudo ver grandes bosques, maltrato, dolor, magia, miedo, rabia. Pero más que nada, vio que era una buena persona, bajo la mirada y después miro de nuevo a sus ojos.

—No te voy a hacer daño —Hunzahua sintió que Mabel decía la verdad y la soltó.

—¿Por qué sigues aquí?

—¿A qué se refiere?

—¿Por qué simplemente no escapas?

—Tal vez usted no lo entienda, pero no podría irme sabiendo que mi familia se queda.

—Si te quedas morirás.

—Si me quedo moriré con honor.

—¿Sirviéndole a los blancos?

—Protegiendo a mi familia —En ese momento brotaron los primeros rayos de sol que cayeron justo en el rostro de Mabel, quien empezó a resplandecer como un diamante.

—Me tengo que ir —Dijo Mabel acelerada.

—Espere —Hunzahua intento tomar su brazo, pero era demasiado tarde, Mabel ya se había perdido dentro del bosque.

El hombre quedo perplejo ante lo que había pasado, buscó a Mabel hasta que el sol acabo de salir, pero nunca la encontró, término creyendo que sólo fue producto de su imaginación, aunque seguía sintiendo la mano de Mabel en su pecho y sus ojos mirándolo fijamente, ella sabía su secreto, pero él solo sabía su nombre.

Mantener la distancia, lo haré mientras pueda. (Jasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora