Sorpresas

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Asomé la cabeza por el marco de la puerta de la cocina, con la intención de comprobar a qué se debía tanto silencio. Cuando lo hice vi a toda la tripulación mirando horrorizada a su capitán, quien esperaba felizmente mi llegada para comenzar a comer.

Nadie dijo ni preguntó nada, simplemente no apartaban la vista del moreno hasta que, Zoro-ya, con un tono de preocupación y molestia, se atrevió a hablar.

-¿Qué diablos te ha pasado?

Ahora que me fijaba, Luffy no solo llevaba mi camiseta, sino que también traía en el cuello varias marcas que yo mismo le había hecho. No pude creer lo idiota que había sido al causarle esos moratones, aunque el que las portaba no parecía que estuviera dolorido, así que intenté quitarle importancia.

-¿A qué te refieres?-Preguntó, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Bueno-Intervino Usopp-ya-, ignorando el hecho de que llevas puesta la camiseta de Law, tienes un montón de moratones en el cuello, ¿estás bien?

Antes de que Luffy pudiera contestar, interrumpí la sesión de preguntas al capitán del barco haciendo mi aparición.

-Buenas noches- Saludé serio mientras me sentaba, como siempre, al lado del risueño moreno.

-¡Torao!- Dijo para después darme un abrazo, el cual no correspondí para no levantar más sospechas. Aunque me parecía increíble que todavía quedara gente que no se había enterado de nada.

-Hola, Law. ¿Tú sabes qué le ha pasado a Luffy y por qué lleva tu camiseta?

-Ah, eso. Es porque ha caído al mar y al parecer algo le ha picado. Lo de la camiseta es porque ha mojado la suya y no tenía más limpias, así que le he prestado una mía.

-Vaya, qué atento-Dijo Nami con una sonrisa maliciosa.

Miré a mi derecha, donde se encontraba sentado el causante de la conversación. No dejaba de mirarme con una expresión demasiado cariñosa como para estar haciéndola en público. Lo ignoré, aunque me resultó muy difícil.

-¿Y esperas que me crea eso?-Dijo Zoro-ya, cabreado-¿cómo es que lo has salvado si tú también posees el poder de una fruta?

-Bueno, Zoro-ya, me temo que entre las muchas capacidades que me otorga mi maravillosa fruta del diablo se encuentra la del teletransporte-Expliqué, soberbio.

El peliverde chasqueó la lengua sin añadir una palabra más y se llevó una botella de sake a la boca.

-Luffy- Le llamó tanuki-ya, provocando que el moreno apartara la vista de mí-, debes tener más cuidado. Luego te curaré esas heridas.

-¡Ni hablar!-Se negó el del sombrero de paja- ¡Esto es de Torao!

Sus palabras hicieron que todos los allí presentes quedaran entre confusos y sorprendidos. Excepto yo, que de haber sido físicamente posible, mi cabeza habría estallado debido al bochorno que me había causado aquel inconsciente.

-¿Cómo que es de Torao?-Preguntó Brook extrañado.

-Que me lo ha hecho él.

-¿¡Qué le has hecho, maldito!?-Gritó Zoro-ya, que se levantó, me agarró por el cuello de la camiseta y me mantuvo la mirada, furioso.

-¡No le toques!-Exclamó Luffy, apartando al espadachín de encima de mí e interponiéndose entre ambos, tal y como había hecho ese mismo día con Kuroashi-ya, solo que esta vez era yo quien estaba siendo protegido.

-Luffy-Pronuncié serio debido a la situación-, no hace falta que se lo impidas. Que intente lo que quiera, yo estoy preparado para luchar.

-¡Sí, claro! ¡Lo que faltaba!

La navegante se acercó decidida hasta donde nosotros nos encontrábamos y nos propinó un golpe a cada uno en la cabeza, cortando así la tensión que habíamos creado en la sala, ya que todos los que no habían sido víctimas de la furia de Nami-ya reían exageradamente.

-¡Eso duele!- Se quejó Luffy- ¿¡Por qué me has pegado a mí también!? ¡Intentaba detenerlos!

-¡Porque eres tan idiota e inconsciente como ellos!-Se burló la pelirroja, sacándole la lengua a su capitán.

-¿Cómo te atre...

-Ni se te ocurra decir una palabra más- Me demandó, interrumpiéndome-. ¿Es que no os dais cuenta, chicos?-Preguntó dirigiéndose al resto de la tripulación.

-¿A qué te refieres?

-Convivo con un puñado de idiotas-Murmuró la única chica que se encontraba en el barco-Robin, por favor, aguanta mejor de lo que estoy haciendo yo.

-¿Vas a dejar de lamentarte y decirnos qué es lo que te ocurre?-Se atrevió a preguntar Usopp-ya.

Mala idea, ya que la navegante le echó una mirada de ira, provocando que el de nariz larga comenzara a temblar y sudar, arrepintiéndose.

-¡No hables así a Nami-swan!- Gritó Kuroashi-ya, dándole una patada bastante dolorosa al tirador.

-Gracias, Sanji-kun.

-De nada, Nami-swan~

-A lo que iba: Estos dos-Señaló, cogiéndonos a Luffy y a mí por las camisetas, las cuales eran idénticas- están enamorados y, la verdad, me parece increíble que aún no os hayáis dado cuenta.

Noté cómo mi corazón se detenía a causa de la impresión. Ahora todo el mundo sabía qué sentía por Luffy. Lo miré; parecía el ser más feliz de la Tierra, sonreía y reía orgulloso de lo que Nami-ya acababa de soltar. Al parecer ese idiota, a pesar de desconocer los besos y el sexo, sí sabía lo que era estar enamorado.

Tiré de la tela desde donde la navegante me tenía aferrado y me deshice de su agarre. Dirigí la mirada a la tripulación. Desde luego, aquel era el día de las sorpresas, y no sé si en su opinión eran buenas u horribles. Me decanté más por lo segundo, sobre todo viniendo del vicecapitán del barco, el cual se encontraba sentado en el suelo y apretando tanto los dientes que parecía que tarde o temprano iban a romperse.

-¿Es eso cierto, Luffy?-Preguntó furioso.

El moreno lo miró sin mostrar ni la más mínima intención de quitar aquella gran sonrisa que me deslumbraba y, al mismo tiempo, me encantaba.

-¡Por supuesto que sí! Hemos estado toda la tarde teniendo sexo. Aunque yo no sabía qué era hasta que me lo ha explicado Torao.

Me llevé una mano a la cara, exasperado por la honestidad del sombrero de paja. Era evidente que el peliverde estaba celoso de nuestra relación, y parecía que se la estaba restregando por la cara. A parte que acababa de desvelar que habíamos estado manteniendo relaciones durante horas, como si fuéramos animales en celo. No sabía si avergonzarme o sentirme orgulloso.

Zoro-ya no dijo nada más. Se quedó anonadado tras oír las recientes palabras de su capitán pero, rápidamente, cambió su expresión de sorpresa a una de ira, molestia, irritación y, sobre todo, tristeza. Cogió sus katanas y se fue de la cocina, dando un portazo tras de sí.

-Sanji-kun, ¿puedes ir a ver qué le ocurre a ese idiota?- Pidió Nami, cansada de tanto drama.

-Claro, Nami-swan~






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