Conclusiones

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Había pensado muchísimo en la manera de que Luffy dejara de sentirse así, y la única conclusión que había sacado era alejarme un poco más de él. No quería romper nuestra relación, obviamente; yo le quería y supongo que él a mí también, pero que lo pasase mal por, en parte, mi culpa, era algo que no me iba a perdonar.
Cuando Luffy venía a verme o a pasar el rato siempre ponía alguna excusa como "Voy a dormir un poco" o ese tipo de cosas.
Me dolía en el alma rechazarle, pero lo bueno es que poco a poco iba recuperando la relación con sus amigos y, por la noche, podíamos hablar el tiempo que quisiésemos -más bien hasta que Luffy se quedaba dormido, que no solía ser muy tarde-. Había pasado dos días y aún no habíamos llegado a la isla debido a una tormenta que, sin más remedio, tuvimos que evitar y seguir con un nudo en la garganta al desconocer el estado de la arqueóloga.

Mientras Luffy me contaba alegremente las aventuras que había vivido yo no le quitaba el ojo de encima, verlo sonreír era algo que me apasionaba por encima de cualquier cosa pero, me había dado cuenta de que, por mucho que lo quisiera, nuestra relación no podría durar mucho más. Fui consciente el día anterior, cuando recibí una llamada de Bepo, la cual me envió de nuevo a la realidad. Debíamos cumplir con nuestro objetivo inicial; derrotar a Doflamingo. Nos estábamos atrasando demasiado, pero no iba a abandonar a una de las nakamas de Luffy, evidentemente.

-Luffy-Susurré. Era de noche y todos dormían excepto nosotros dos. Nos encontrábamos en una de las cama de la habitación de hombres. Aunque yo solía dormir en la cubierta, siempre iba a hacerle compañía al moreno, el cual soltó un ligero bufido dándome a entender que me estaba escuchando aunque tuviese los ojos cerrados.

-¿Recuerdas el motivo por el que te propuse hacer una alianza, verdad?

De repente abrió los ojos de par en par y se incorporó, mirándome desde arriba.

-¿Por qué sacas ahora ese tema?

-Solo preguntaba. ¿Lo recuerdas sí o no?- Pregunté con el tono más dulce que pude.

Luffy frunció el ceño, extrañado.

-Porque, al igual que yo, querías derrotar a un Yonkou y para conseguirlo antes teníamos que patearle el trasero a Doflamingo.

-Exacto. Solo quería asegurarme de que no te habías olvidado del objetivo principal- Tras decir eso, acaricié su cabello y le sonreí.
Seguimos mirándonos en silencio unos segundos. Hasta que Luffy se decidió por romperlo.

-Torao, cuando derrotemos a Mingo y a Kaido... ¿te irás?

Aquella pregunta me sorprendió. Sinceramente, nunca había pensado en ello. ¿Qué debería hacer? No podía abandonar a mi tripulación, pero tampoco al hombre al que amaba.

-No lo sé- Respondí-. Puede que sí.

El joven azabache me miró durante un instante con una sonrisa fingida.

-Entiendo...- Su dolida voz se hacía perfectamente perceptible para mis oídos.

-No siempre seremos aliados, Luffy- Pronuncié sin dejar de mirarle a los ojos.

Tras aquel suceso, Luffy volvió a tumbarse, dándome la espalda hasta la mañana siguiente.
Aquella noche Law tuvo mucho tiempo para pensar. ¿Realmente aquella relación más allá de la alianza funcionaría? Comenzaba a creer que no. Estarían demasiado tiempo sin verse, sin tocarse... y siendo enemigos. ¿De verdad creía que sería capaz de propiciar algún golpe en una lucha seria a aquel chico? Comenzaba a dudarlo.

Puede que, para su desgracia, lo mejor sería acabar con eso.

"Te quiero." Pronunció una última vez.

Tras aquello abandonó la habitación y regresó a la incomodidad de la cubierta, pero no podía seguir durmiendo con él, no después de lo que tenía pensado decirle antes de abandonar aquella inquieta tripulación para siempre.

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