¿Explicaciones?

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Miles de pensamientos rondaban por mi cabeza aquel día gris. Uno de tantos. El protagonista de todo aquello en lo que estaba sumido se encontraba probando una nueva receta del cocinero de la tripulación junto con sus demás compañeros. Después de todo nadie en su sano juicio se perdería un tentempié de tan maravilloso chef.
Pero, en ese momento, ni yo mismo creía estar cuerdo, aunque tampoco levantaba sospechas, ya que solía estar apartado. El capitán desviaba la mirada de vez en cuando hacia mi posición. Parecía llevar consigo una preocupación bastante notable, o al menos para mí. Era comprensible después de todo lo que había pasado: lo de su nakama secuestrada, el odio de sus amigos hacia mí, la conversación de la última noche...

En uno de esos momentos en que la atención de Luffy se centraba en mí -dejando de lado la comida que estaba masticando-, suspiré pesadamente antes de dirigirle una pequeña sonrisa. Aquello no sirvió de nada; el azabache continuaba aguantando la misma mueca.

¿Cómo debía decírselo?

"Luffy, te amo, pero creo que lo nuestro no puede funcionar."

Me llevé la palma de la mano a mi rostro, frustrado por lo que acababa de imaginar. Estaba claro que aquel insaciable hombre de goma no se iba a conformar con una frase tan poco original y lo primero que haría sería pedirme explicaciones. No podía irme sin más.

-¡Torao!

Volví a mirar hacia donde se encontraba toda la tripulación reunida, descrubriendo que un muy alegre Luffy se estaba acercando decididamente a mí.

-¿Hm?- Fue todo lo que formulé, extrañado por el comportamiento del azabache, ya que durante todo el día había parecido estar decaído.

Una vez estuvo a mi lado me agarró del brazo y tiró de mí en su dirección.

-¡Vamos! ¡Ven a comer con nosotros!- Demandó sonriente sin soltarme.

-No me apetece.- Respondí serio y apartando bruscamente el agarre. Infortunadamente, debí haber recordado que aquel comportamiento solo conseguía enfurecer al capitán del barco.

Me preparé mentalmente para poder sosportar los gritos del más bajo contra mi oído, pero no escuché nada.

-¿Luffy?- Pronuncié al ver que el mencionado había agachado la cabeza de forma que no pudiese ver su rostro.- ¿Te encuentras bien?- Posé mi mano sobre su hombro y me agaché un poco, en un intentó por averigüar su estado.

Él, con un violento movimiento, apartó mi mano como yo había hecho anteriormente con la suya. La única diferencia que pude notar es la rabia que el cuerpo de Luffy transmitía.

Sin mediar palabra, salió corriendo de la cubierta, encerrándose en la cocina y dejando boquiabierto a todos sus compañeros, los cuales después me dedicaron una mirada para nada amigable.

No me quedó otra que ir tras él, esquivando las flechas envueltas en llamas de ira que la tripulación estaba lanzándome. Si me quedaba allí por mucho tiempo aquellas mismas armas acabarían conmigo. Traté de apartar esos pensamientos de mi mente y centrarme en lo importante: creía haber herido los sentimientos de Luffy, y debía arreglarlo inmediatamente.

Caminé ligeramente hasta llegar a la puerta donde todo comenzaría, o podía acabar. No intenté llamarle a través de la madera, pues sabía que no aceptaría mi entrada, por lo que abrí directamente y me adentré en aquella cocina, donde supuestamente debía estar Luffy. O, al menos, eso creía. Juraría haberle visto entrar. De hecho estaba más que seguro, pero ¿por qué no estaba allí?

Di varios pasos hacia delante, constatando la desaparición del joven azabache. Me encogí de hombros son saber qué hacer. Fue entonces cuando divisé la puerta del almacén, donde el cocinero del barco guardaba toda la comida, pero era imposible: aquello estaba completamente preparado para evitar que el glotón que había por capitán en aquella tripulación no acabara con sus vidas por inanición. De todas formas no tenía muchas más alternativas, así que me acerqué y, sorpresivamente, sentí un intenso calor alrededor de mi muñeca.

Miré por el rabillo del ojo y vi al pequeño que me estaba trayendo tantos problemas. Bueno, más bien yo mismo buscaba esos problemas. Lo quería a él y sus ideas absurdas y disparatadas. Tenía los ojos hinchados, al igual que sus labios, y acuosos. Podría notar a kilómetros que sus mejillas ardían por el rojo que reinaba en ellas. Me miraba a los ojos, pero no decía nada. Yo tampoco lo hacía. No creí poder decir algo para solucionar aquello, más bien sólo para empeorarlo.

De todas formas me arriesgué, separé mis labios, dispuesto a consolarle con cualquier insulsa banalidad que se me ocurriera. Le prometería que todo estaba bien y después todo seguiría como siempre: Luffy sin obtener una respuesta y yo sin saber qué hacer.

En ese instante, noté que el agarre de Luffy se suavizaba con lentitud, hasta el punto de dejarme en libertad. Pude notar el sudor que había dejado la palma de la mano de mi aliado alrededor de mi muñeca, pero no quise limpiarme. No creía que fuese una buena idea.

Seguidamente de aquello, el más bajo volvió a atraparme, pero esta vez con sus labios, sellando los míos.

Mi reacción no fue otra que corresponderle como tenía acostumbrado hacer. Después de todo, no estaba tan loco como para rechazar sus besos. Pero algo en mi mente encajó y al fin asimilé la situación, pues me había nublado por completo entre el sabor de Luffy. Lo aparté agarrándole de los hombros. Entonces pude ver de nuevo su rostro destrozado por el llanto, y me pregunté por qué. Pero sería más efectivo plantearle aquella cuestión al portador de tanto misterio.

-Luffy, ¿qué te ocurre?

Los labios del menor temblaron. Sabía que estaba intentando no volver a echarse a llorar y por eso no pronunciaba ni una palabra.

-Si no quieres hablar lo...

-Sé en qué piensas, Torao- Dijo al fin, interrumpiéndome.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2017 ⏰

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