Preocupaciones

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Según la navegante del barco, faltaban a penas dos días para llegar a la isla donde se encontraba Nico-ya. El tiempo había pasado volando, sobre todo por el hecho de haber sido correspondido y de haber pasado días al lado de Luffy. Es cierto que el ambiente estaba un poco tenso debido al cabreo de algunos de los nakamas del moreno y, aunque yo prefería ignorarlo, no podía, ya que el chico al que amaba estaba más que preocupado por sus compañeros.

No paraba de preguntarse en voz alta qué hacer o decir para que lo entendieran. Yo no respondía nada, sabía que no quería que lo hiciera, con mi presencia allí le era suficiente. Abrazados durante la noche, el capitán del barco se quedaba dormido en mis brazos formulando palabras ininteligibles, pero que sabía perfectamente que iban dirigidas a sus amigos.

Yo lo miraba, y no apartaba mis ojos de su rostro, que tanto amaba. Quería ayudarle, pero no sabía cómo y, aunque lo supiera, tendría que resolver por sí mismo el problema que estaba teniendo con, en mi opinión, su egoísta tripulación.

A la mañana siguiente desperté sin compañía. Al parecer Luffy había madrugado más de lo usual. Me levanté rápidamente, me vestí -ya que siempre dormía en ropa interior- y salí al exterior con la esperanza de encontrar allí al de sombrero de paja. Pero no hubo suerte. Y ¿en qué otra parte iba a estar si no? Evidentemente en la cocina de aquel inmenso barco. Me dirigí a paso ligero hacia allí. Esta vez sí acerté; el moreno se encontraba sentado en la silla que siempre ocupaba, demasiado silencioso y tranquilo como para estar rodeado de comida sin nadie que la custodiara.

Toqué la puerta dos veces con el nudillo, a pesar de que ya estaba abierta, mas mi intención era que el chico con mirada vacía de la sala se percatara de mi presencia. Y lo conseguí; salió de su abstracción, me miró y sonrió. Yo le correspondí y me senté a su lado.

-¿Qué tal has dormido?-Preguntó acariciando mi mejilla y sin dejar de sonreírme.

-Mejor que nunca. Pero ¿por qué te has levantado tan temprano? Apenas son las cinco de la madrugada- Dije mirando el reloj que había colgado de la pared.

El moreno deshizo su tierna sonrisa y suspiró.

-No sé qué hacer, Torao.

-¿Qué quieres decir? ¿Te encuentras bien?

-No. No estoy bien. Nada está bien. Mis amigos me odian. ¡Estoy siendo un egoísta, Torao! ¡Un maldito niñato egoísta al que acabarán dejando solo!- Exclamó entre frustrado, cabreado y triste, tapando su cara entre la mesa y sus brazos.

Deslicé suavemente mis dedos por sobre su cabello, otorgándole una agradable sensación que sabía que le encantaba.
Detuvo sus berrinches sin levantar la cabeza de donde la había aprisionado.

-Yo nunca te abandonaría, Luffy- Dije en práctimante un susurro.

El moreno guardó silencio unos segundos y cogió aire para soltarlo lentamente, en un claro intento por relajarse.

-Torao-Dijo al fin- ¿Tú me amas?

Tan repentina pregunta y el hecho de que me la hiciera con su cabeza aún entre sus brazos me pilló por sorpresa, pero debía ser sincero de todas formas, ¿no?

-Sí.

-Gracias-Dijo levantando su rostro, lleno de lágrimas, para mirarme.

En ese instante fui consciente de cuán mal lo estaba pasando. Alcé su barbilla con mis dedos índice y pulgar y, lentamente, junté mis labios con los suyos, formando un beso abastecido por amor y tristeza.

Nos separamos lentamente mientras sus profundos ojos oscuros clavaban la mirada sobre los míos.

-Hagámoslo- Dijo de forma prácticamente inaudible.

-¿Ahora? ¿Estás seguro?

-Más que nunca.

Me abrazó rápidamente y volvió a besarme de forma intensa. Notaba cómo sus lágrimas caían por sus mejillas y aterrizaban en las mías.
Accedí a tener sexo con él, aunque para nada fue como la primera vez. Luffy estaba muy dolido y parecía como si quisiera desahogarse de alguna manera, y esa fuera la única que se le había ocurrido.

Cuando terminamos, volvió a abrazarme una vez más.

-¿Puedes decírmelo una vez más, Torao?

Al principio no entendí a qué se refería, pero en cuanto me percaté de cómo sus cristalinos ojos me miraban con desesperación, lo supe.

-Te amo- Reafirmé, entre una melancólica sonrisa.

...

¡Hola! ^^

Soy la autora -evidentemente- y escribo esto para disculparme; sé que este capítulo es demasiado corto, pero era necesario dejarlo así. ¡Espero que lo hayáis disfrutado igualmente!

¡Nos vemos en el próximo!

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