Quejas

2.5K 220 147
                                    

Cuando todo aquello se dio por terminado y, por fin, todos y cada uno de los presentes en el Sunny Go sabían de nuestra relación, Luffy y yo nos vimos libres de expresar todo el amor que sentíamos el uno por el otro en público.

Puede que lo exagerásemos un poco, pero solo un poco. Fuimos conscientes -al menos yo- de ello cuando los demás comenzaron a quejarse de que estábamos siendo demasiado cursis y molestos. Lo admitía, puede que sí lo estuviese siendo, pero podrían intentar comprendernos; estábamos enamorados. ¿Qué había de malo en eso? En mi opinión nada, mas en la de los nakamas de Luffy el amor era algo horrible que no debía manifestarse. O al menos eso me dieron a entender con sus quejas.

-¿En serio? ¿Aquí también?-Escupió molesto Usopp-ya.

Luffy, Tanuki-ya y él estaban a punto de empezar a jugar con algunas canicas. El capitán me llamó e invitó a que me sentara a su lado, en el suelo de la cubierta. Lo hice encantado y, mientras se divertían, yo intentaba pasar desapercibido metiendo una de mis manos por debajo de la parte trasera de la camisa de Luffy.

Mi plan estaba siendo un éxito hasta que el pequeño moreno comenzó a reírse y a decir que le hacía cosquillas.

-¿A qué te refieres, Usopp?-Preguntó tanuki-ya, mirando confuso a su amigo.

-Law aquí molesta- Afirmó el tirador, plantándome cara, pero no le salió muy bien, porque le devolví una mirada mucho más aterradora que hizo que cambiara de opinión repentinamente-. Pero si Luffy quiere estar con él, no hay problema.

El mencionado miró a su amigo con una sonrisa y afirmó con la cabeza firmemente.

-¡Sí! ¡Quiero estar con Torao!-Exclamó feliz.

-¿Y por qué no nos vamos a un lugar más privado, para que puedas estar aún más conmigo?-Le susurré al oído con tono insinuante.

Cambió su sonrisa a una mueca de vergüenza sin que me diera cuenta, tornando su rostro completamente rojo. Pasó un brazo por mi cuello para acercarme a él y me besó con desesperación. Yo, al notar que eso era un "sí" a mi propuesta, lo levanté y me lo llevé en brazos hasta la habitación, sin despegar mis labios de los suyos.

Usopp y Tanuki-ya, desconcertados, se miraron mutuamente y suspiraron, molestos.

-Genial-Dijo irónico el de pelo rizado mientras lanzaba la canica que sostenía en las manos al césped.

Entré con Luffy en brazos a la habitación de los hombres, con unas ganas insaciables de sexo. No nos apartamos el uno del otro en ningún momento. Lo lancé sobre la primera cama que vi y le eché una mirada lasciva.

-Y bien, ¿qué quieres hacer ahora?-Pregunté obviando la respuesta.

-Mientras sea conmigo, puedes hacer lo que te dé la gana ahora mismo-Contestó el moreno entre risas.

-Esa era la respuesta que estaba esperando.

Cansado de hablar, dirigí mi boca a su cuello, provocando que suspiros salieran de los labios del menor. Suspiros que llevaban mi nombre, pero que se iban convirtiendo en jadeos desenfrenados a la par que bajaba por su cuerpo.

Estaba a punto de llegar al punto en el que ambos estábamos interesados, pero una voz a nuestras espaldas nos interrumpió en el acto.

-¿¡Qué diablos estáis haciendo en mi cama!?

El cocinero acababa de entrar al cuarto y, cabreado, nos observaba incesantemente mientras nosotros, avergonzados, no nos movíamos ni un milímetro. Era la segunda vez que Kuroashi-ya nos encontraba en ese estado, y para nada había más confianza, aunque al menos esta vez no tenía que preocuparme por que se lo dijera a alguien.

-¿No podéis hacerlo en otra parte? No es nada personal, es solo que no quiero restos de flujos sexuales en mi cama a no ser que sean de mujeres.

-Sanji, qué asco- Comentó Luffy, que aún seguía debajo de mí.

Esa frase hizo que yo me riera y que el cocinero explotara.

-¡Asco es lo que hacéis! ¿Por qué siempre estáis igual? ¡Conteneos un poco, maldición!-Exclamó cabreado.

-¿¡Y por qué cada vez que Law y yo estamos juntos tenéis que enfadaros!?-Protestó Luffy.

El rubio suspiró, encendió un cigarrillo y dirigió su mirada hacia abajo, provocando que el flequillo que ocultaba una de las partes de su cara le tapara el rostro completo.

-Voy a serte sincero, Luffy-Anunció-; nos parece una falta de respeto que, mientras Robin está detenida en contra de su voluntad, tú estés tan campante, dando saltitos y suspirando por ese bastardo al que tienes de aliado.

Tras una pequeña espera que se hizo eterna, el capitán del barco se levantó, quitándome de encima de él con brusquedad, cosa que me sorprendió bastante. Se acercó a su nakama, llevaba consigo la expresión más seria que jamás había visto en él. Pude percibir en los ojos del cocinero miedo, pero no miedo a pelear, sino a tener que enfrentarse a su capitán y defraudarle.

-Torao también es nuestro nakama. No puedes hablarme mal de un nakama.

-Pe...

-¡Jamás!-Declaró, cortando la queja de Kuroashi-ya.

-De acuerdo, capitán-Dijo mientras se daba la vuelta y se iba-, podéis hacer lo que os venga en gana.

Cerró la puerta. Luffy no se movió durante unos segundos, dándome la espalda. No pude ni me vi capacitado para decir nada, simplemente hubo silencio, hasta que los sollozos que provenían del moreno lo rompieron.

Me levanté y posicioné delante de él. Efectivamente; estaba llorando. Apoyé una de mis manos sobre su hombro y, con la otra, alcé su cabeza para que me mirara a los ojos.

-Luffy, eres el capitán. Es inevitable que te ocurran cosas así-Dije. No en un intento de animarle. Tampoco en uno de hacerle saber que me importaba. Le dije aquello porque lo sabía y, sobre todo, porque era la mismísima realidad, y tendría que vivir con ello.

El llanto comenzó a volverse más fuerte cuando le dije aquello. No pudo aguantar más y me aferró por la cintura apoyando su cabeza en mi pecho. Correspondí el abrazo, cerrando los ojos y acariciando su cabello. Era muy infantil, sí, pero estaba enamorado de él. Y, cada día, cada hora y minuto, ese amor se iba intensificando hasta hacerse indestructible.
Desde luego, no era algo a lo que podía llamar provisional.

ProvisionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora