Vértigo.

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Júlia

Estaba enfadada, y Vic no paraba de preguntar de qué conocía a ese tío, y que me había hecho para que estuviera tan enfadad.

-Es el capullo que me dejó en el hospital y apuntó su número en su móvil.

-Almenos te apuntó el número... -miré a mi amiga con cara de tonta al escucharla decir aquello y defenderlo.

-¿Quieres follar con su amiguito? Hazlo, pero yo no quiero tener nada que ver con él. En serio te lo digo, Victoria.

-¿Por qué no hablas con él? Seguro que te da una buena explicación, parece un chico listo y guapo.

-No tiene neuronas.

-Sí que tengo, o eso espero. -dijo una voz detrás de mi- ¿podría hablar un momento contigo, Júlia?

-Yo me voy, os dejo tranquilos.

Vic se fue, dirección Lucas. Hugo se sentó a mi lado, con los brazos cruzados y mirándome a los ojos, pude ver como tragaba saliva, y me fijé por primera vez en aquellos ojos azules preciosos que le contrastaban con su pelo negro. Era guapísimo, pero muy imbécil.

-Tengo 25 años, Júlia, era la primera vez que había tenido un accidente, y tú deberás tener unos 21 más o menos, y unos padres que te defenderán a muerte. Me puse nervioso, estuve contigo y no me fui del hospital hasta que vi que tu padre preguntaba por ti en recepción. No te dejé sola en ningún momento, si sentiste que fue así, no era mi intención. Espero que me perdones.

Yo me quedé con la boca abierta, no sabia que decir, se había preocupado por mi, y yo le había juzgado de mala manera.

-¿No vas a decir nada, Júlia?

-Estás perdonado. -dije levantándome del bordillo- pero esto no significa que seamos amigos, ¿entendido?

Hugo

En el momento que pensé que la tenía en el bote se levantó y me dio, con todas mi esperanzas de tener una segunda opción para llevarme a la cama, en toda la cara.

-Por ahora. -le dije con un tono de chulito.

-Y nunca. Me caes mal Hugo, quédate con tus chicas de porcelana de las que no te acuerdas ni del nombre.

-Los tienes bien puestos, eh.

-Deberías aprender de mi. -me guiñó el ojo. Era una niñata consentida de papá, y yo iba a hacer como fuera que tuviera ganas de irse a casa y no volviera a Mallorca nunca más.

Saqué el móvil y llamé a Cori, Cori era la monitora rubia de la que hablaba antes con Lucas. Necesitaba calmarme, aquella renacuajo me había hecho perder los nervios.
Y tan solo con una llamada tenia a esa chica en mi habitación, en menos de 3 min.

-¿Hugo? -llamaron a la puerta, le reconocí la voz.

-Estoy dentro. Pasa guapa.

Estaba sentado en el sofá jugando a la Play, y con un bol de palomitas en la mesa. Le hice un gesto para que se sentara a mi lado, y ella obedeció.

-Coge palomitas si quieres. -Y en esas me quitó el mando y se puso encima de mi. Yo me dejé, me pilló desprevenido, y me empezó a sacar la camiseta, y yo hice lo mismo con su mini top.
Me estaba comiendo entero, y empezó a moverse encima de mi masculinidad hambrienta de sexo. Bajó las manos hasta mi cremallera y me bajó los pantalones, dejando fuera también mi miembro. Empezó a jugar primero con sus manos y luego la cogió con la boca y ahí fue cuando perdí el autocontrol. Cuando llevaba un rato jugando con mi chico con su lengua, se bajó los pantalones y hizo un gesto para ponerse encima de mi. La paré.

Pólvora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora