Taquicardía.

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Hugo

Después de lo que le dije y de haberla besado, tan solo me miró y volvió a tumbarse en el lado derecho de la cama, hecha una bola.
Me fijé en su mejilla izquierda que la tenía colorada, y se podían distinguir 5 dedos marcados. No quise decirle nada, mañana habría tiempo de hablar las cosas, eché la puerta y me puse en el sofá intentando apartar la imagen de alguien, que seguramente fuese Cori, marcándole la cara por mi culpa. La culpa me comía por dentro, le habían hecho daño por mi, y no era la primera vez, no tan solo físicamente, también por dentro, debido a las fotos. Estaba claro que no era capaz de defenderse sola, aunque la verdad me emocionaba saber que le dolía que Cori le dijera que yo le pertenecía por el mero hecho de habérmela follado sin lucro alguno.

Y sin poder pensar, ni decirle nada más, cuando vi que ella había cerrado sus ojos y descansaba placidamente sobre mi almohada, deseando que estuviera soñando conmigo, me quedé dormido.

Júlia

A la mañana siguiente, noté un paño de agua fría sobre mi mejilla y fue entonces cuando me desperté confusa.

-¿Por qué tengo una toalla mojándome el pelo, parte de mi rímel y congelándome mi bonita piel? -le pregunté sin levantarme de la cama.

-No iba a dejar que una chica saliera de mi habitación con la mejilla hinchada para que la gente piense que me va el sado, no quería manchar mi reputación de como soy en la cama. -dijo soltando una carcajada y cachondeandose.

-Pues suerte que la que saldrá de aquí soy yo y no ella, porque sino si que no habría ninguna forma de que los demás cambiaran de idea respecto a eso del sado, sexman.

-¿Con eso te refieres a... ? -dijo extrañado.

-He de confesar que con 10 años practiqué durante dos semanas karate, ¿o era judo? Bien, no sé, pero ella seguro que tiene un bonito morado en su ojo, que con suerte ni con maquillaje podrá ocultar. -le comenté orgullosa por aquello. - ¿Que hay de ti? ¿No te ibas? -se me dibujó una media sonrisa al ser consciente de que seguía ahí.

-He decidido quedarme. -dijo despreocupadamente.

Él se acercó a mi, y me giró hacia él, me levantó la cabeza tomándome por la barbilla y quitándome la toalla de mi mejilla.

-Parece que mi técnica ha funcionado, ya puedes estar dándome las gracias, superwoman. -entonces me guiñó un ojo, y me dio un beso en la frente. No se movió de mi lado, y me senté justo en frente de él.

-¿Quieres probar tú la técnica que utilicé con Cori, doctor Castro? -lo amenacé.

-Mira mocosa, primero de todo, antes de que tu puño llegara a mi ojo derecho yo ya estaría encima de ti comiéndote la boca, y segundo, me juego lo que quieras que tienes menos fuerza que un hámster. -soltó muy seguro de lo que decía.

Había logrado ruborizarme, como muchas otras veces con sus comentarios. Tan solo bajé la cabeza y me puse como un tomate.

-También he de decir, que estoy ansioso de que pruebes pegarme para llevar a cabo lo que estoy deseando hacer.

-Y-yo... n-no... -no podía creer lo que estaba insinuando.

-Qué coño, si lo voy a hacer igualmente.

Entonces llegó la acción, se lanzó hacia mi quedándose encima, y empezó a besarme los labios con ansias esperando que yo le diera paso a su lengua, y la verdad es que no pude hacer nada más que obedecer a sus ganas dejando paso a su lengua enredándose con la mía, mientras que mis manos rodeaban su cuello. Olía a puro erotismo, cogió mis manos y las enredó con las suyas sin que yo pudiese rechistar, ya que no se apartó de mi boca ni dos segundos.

Pólvora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora