Capítulo 27

589 67 29
                                    

-No te preocupes, él siempre fue de sueño pesado- sonrió coqueto para volver en lo que estaba, buscando despreocupar al pelinegro.

Pero entonces sus mordidas fueron interrumpidas por una toz falsa que llamó su atención y la de su amado.

-Con que soy de sueño pesado... eh?- finjió enojo el castaño que observaba a Rin con sus enormes ojos verdes, a su vez que lo hacía sertir incómodo.

-Lo siento creí que estabas dormido- respondió con una sonrisa inocente.

Makoto, ante la vaga explicación del pelirrojo suspiró.

-No puedo creer esto, les salvo la vida y me lo pagan haciendo el amor frente a mi.

-En realidad todavía no empeza... - comenzó a decir el pelinegro pero fue interrumpida ante la mirada de Rin, que le decía que se detuviera.

-Saben... no me importa, me levantaré de este sillón, me iré de esta habitación, DEJÁNDOLOS SOLOS, e iré a hablar con la enfermera. Tal vez por una hora o más, para hablarle de mis últimos 11 años de vida, tal vez a ella le importe más que a mis amigos- anunció para pararse y dirigirse hacia la puerta, cerrándola de un golpe.

-Tch... idiota...- sonrió Rin al percatarse de la gran oportunidad que le había brindado su amigo.

-No lo entiendo ¿Por qué estás feliz? Makoto se fue enojado y nos dejo...so...los- fue entonces que el delfin cayó en la cuenta al pensar un poco más la situación.

Rin soltó una pequeña risa ante su inocencia.

-No has cambiado en nada Haru- susurró, dejando desconcertado al menor ante sus palabras.

Sin perder un segundo más siguió con lo que estaba antes de que fuera interrumpido. Volviendo a atacar el cuello del pelinegro, su punto débil; a la vez que una de sus manos viajaba por debajo de su camisón, hacia sus pezones. Masanjeándolos como si dibujara círculos con sus dedos. Esto sin duda calentaba al menor, quien buscaba a toda costa no soltar gemido alguno para no levantar sospechas de lo que estaban haciendo a media noche, en pleno hospital.
En ese momento el pelirrojo agradecía que las únicas prendas que cubrían sus cuerpos eran esos camisones de hospital que solo estaban adheridos a los mismos mediante un pequeño cordel. Rin con sus dientes desató el nudo que se encontraba a la altura de la nuca del menor para liberarlo de esa "molesta" prenda. Haru tampoco se quedó atrás y solo bastó con que tirara el camisón de Rin hacia adelante, provocando que el nudo se desatara por lo muy flojo que se encontraba atado, mostrando así su perfecto cuerpo, producto del intenso entrenamiento que había recibido a través de los años. El chico de ojos rubíes tomó posición arriba del frágil cuerpo de su amado para atacar, esta vez, sus pequeños y sensibles botones rosas. Lamiendo y mordiéndolos. Provocando sensaciones nuevas y reconfortantes que el pelinegro nunca había sentido antes. Sin poder evitar gemir ante el placer de sentir como sus pezones se volvían duros ante el tacto del mayor. Estos ruidos provocados por el delfín se volvían música para los oidos de Rin, ya que le indicaban que estaba haciendo algo bien. Pero aunque sabía que ambos no debían producir sonido alguno con el temor de que los descubrieran, el pelirrojo quería más, así que mientras estaba concentrado en su pecho, su mano bajo lentamente a una parte más íntima del menor causando que su piel se erizara al instante. Masajeó sus testículos, para luego comenzar a acariciar su extremidad y a masturbarlo. A esa instancia, Haru ya no podía más. Sentía que pronto iba a estallar por la excitación que estaba sintiendo y que aún así, debía ser reprimida.
El tiburón que amaba ver a su delfín sufrir frente a esta situación, concentró toda su atención en su miembro, para lamerlo y morderlo con sus filosos dientes sin piedad alguna, el cual ya se encontraba humedecido por su líquido preseminal. Mientras tanto Haru se aferraba a las sabanas, buscando no venirse tan rápido.

Dulce inocencia ♡Rinharu♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora