Bill se encontraba sentado en el sofá de su nueva casa. Habían pasado 3 años y en los últimos días, Daryl llegaba con un chico nuevo.
Bill siempre hacia lo mismo, los rechazaba. No le agradaban.
Era eso ó no soportaba que su hijo no fuera como él.
Los recuerdos de los días, comenzaron a hacerse presentes.
—¡Papá! Él es Tomás, es mi nuevo novio.
—Te pondrá los cuernos. —dijo molesto. —No.
*****
—¡Papá! Él es Phill, es mi nuevo novio.
—Muy mayor. No.
*****
—¡Papá! Él es Marco...
—Muy... Latino. —hasta él quería abofetearse por la excusa tan tonta. —No.
*****
—¡Papá! Él es roca. —dijo mostrándole una piedra. —Es mi nuevo novio.
—Es muy duro contigo. No.
*****
Daryl ya estaba muy irritado.
—Papá, ¿Tú me aceptas tal y como soy?
—Claro que si, Daryl.
—¿Aunque me gusten los chicos?
Su padre mordió su labio. Suspiró.
—Sí, aunque te gusten los chicos.
Daryl sonrió y se sentó en las piernas de su padre.
—¿Cómo te gustaría que fuera mi novio?
—Pues... —sonrió. —Alguien que te valore y que sea conocido. —bufó. —Y de tu edad.
—Bien.
[...]
El peli-azul sostuvo al rubio de la cintura, mientras terminaban un beso.
—¿Ya? —cuestionó Daryl.
—No. —y le brindó otro beso en los labios.
El rubio rió y se separó. Le sonrió con confianza, le acomodó el cuello de la camiseta y lo miró de arriba a abajo.
—Estás listo, Lawliet.
—¿Sabes? Creo que una relación en secreto es mucho más... Pasional. —dijo tomándolo de la cintura.
—Lawliet... Ya no quiero que esto sea prohibido. —suspiró.
—¡Estoy nervioso!
—Mi papá ha rechazado a todas nuestras pruebas, tranquilo.
El peli-azul suspiró y asintió.
Daryl abrió la puerta, encontrándose con su padre.
—Hey, papá.
—¿Qué ocurre, Daryl?
El mencionado sonrió y tomó a su novio de la mano. Bill al verlo, frunció el ceño.
—¡Daryl!
—No, escucha... —suspiró. —Sé que por alguna razón, Lawliet no te cae bien...
—Ajá.
—Pero... Él me entiende. —sonríe. —Es conocido y casi de mi edad. —ríe. —Papá, quiero estar con él.
Bill suspiró con pesar. En definitiva, no le gustaba que Daryl estuviera con Lawliet, pero, sabía que eso lo haría feliz.
Se levantó de su lugar y se les acercó.
—Daryl.
El peli-azul se colocó frente a él, y lo fulminó con la mirada.
—¡Escucha, Bill! No sé que tengas en mi contra, pero de algo debes de estar seguro, ¡No me interesa! Yo sólo quiero estar con Daryl, porque... ¡Porque en verdad lo amo! Esto nos hace felices a ambos, ¿No eras tú el que decía que harías todo por ver feliz a tu hijo? ¡Bien, demuéstralo! No lo hagas por mi, hazlo por Daryl.
Ambos rubios lo miraron sorprendidos.
Bill sonrió.
—Daryl.
—¿Q-qué?
—¿Esto te hace feliz?
—¡Claro que sí!
—¿Me perdonarían por separarlos?
Ambos chicos asintieron.
—Bien, en ese caso... —abrazó al peli-azul. —Bienvenido a la familia, Lawliet.
Y Daryl comenzó a gritar y a saltar. Era su forma de festejar.
—¡Gracias, Bill! —exclamó el peli-azul.
—Si le haces algo, te mato. —amenazó.
—Entonces papá, ¿Es tu aprobación?
Bill suspiró.
—Sí, lo es.