Clubes

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Capítulo II


      Sarah se sorprendió de la cantidad de clubes que había en ese instituto, había prácticamente de todo y para todo, había oído de ellos, eran importantes en el establecimiento social de los humanos, cuando Zac le dijo que si tenía mucho tiempo libre debía unirse a un club y le darían puntos extras en sus materias simplemente pensó ¿Por qué no?

       Habían varios tipos de clubes, los deportivos, los que van a torneos y competiciones, los de aficiones y habilidades, como carpintería o cocina, los de oficios y de debates, como el Club de Médicos Cirujanos —Que según Zac, practicaban con muñecos y no con personas— o el de Asambleas Políticas, que discutían asuntos políticos inventados por ellos mismos. En fin había un montón de grupos, clubes y asociaciones, ella no sabía cuál elegir y le gustaban muchos. Tal vez el de karate le permitiera mantener su fuerza física, el de modelaje la haría sentir bien consigo misma y le enseñaría la superficialidad que tienen los humanos, incluso el de porrista era una opción, o el de excursionistas, aventurarse en una montaña le resultaría interesante. Después de pensar en todas esas opciones se sorprendió de que le pudieran gustar tantas cosas a la vez, en su mente rió "Soy más anormal que lo anormal".

        Miró a su alrededor mientras se masajeaba las sienes, la biblioteca estaba muy callada, como todas las bibliotecas, todos enfrascados en sus asuntos. Cerró la laptop que le habían dado como regalo de bienvenida, se levantó y se fue de aquella sala de librerías altas y ventanas más altas aún. Solo quería tener una vida normal, pero incluso lo normal puede ser difícil de llevar. Se despidió de la bibliotecaria para seguir al salón de clases que le tocaba, gracias a Dios tenia buena memoria, si no hubiera acabado perdida en el inmenso laberinto que era el Instituto Alfred Johnson. Varias semanas habían pasado desde su llegada y todos la habían recibido muy bien, conocía a muchas personas, era importante porque necesitaba encontrar a alguien, era la razón por la cual estaba ahí. Caminaba por los pasillos viendo quienes encajaban con el perfil, ojos azules, piel pálida, alto y de facciones bonitas, no sabía nada más, sería difícil. Le habían dado solo dos meses para hallarlo, lo que faltaba para terminar ese lapso escolar, la única razón por la que aceptó fue para aprovechar al máximo su estancia allí para hacer todo lo que no había hecho y no podría hacer cuando volviera.

         Antes de darse cuenta ya había llegado al salón de clases, había unos cuantos alumnos adentro pero el profesor no había llegado, saludó y luego se sentó en su puesto, detrás estaba una chica pelirroja con frenillos y risa ahogada, Penny, si no mal recordaba su nombre, hablaba con otras amigas sobre una fiesta.

— Si ¡Y no sé qué ponerme! —Dijo Penny fastidiada.

— Chica, debes apurarte a decidir, la fiesta es el viernes, faltan dos días. —Comentó una de sus amigas, tenía la piel morena y facciones bonitas— Yo ya se con que ir y con quien ir —Esto último lo dijo dedicando una mirada sádica a sus amigas que la acompañaron entre risas.

       Sarah no podía perderse esa fiesta, miro a su alrededor, nadie observaba — ¡Hola, chicas! —Las chicas les sonrieron amablemente en respuesta— Lo siento por inmiscuirme, pero ¿Acaso oí que tendrán una fiesta? —La coacción se estaba preparando para ser utilizada, ya sentía su cuerpo vibrar— Sería genial que me invitaran.

       Las chicas perdieron la vida en sus miradas, autómatas, eso le parecieron a Sarah, a veces resultaba gracioso y otras perturbante, esta vez era bastante graciosa, a Penny casi se le salía la baba, se les veía muy tontas.

      Tras unos segundos las chicas dijeron con voz neutra— Estas invitada a la fiesta de Jackson el viernes, en los apartamentos D, a las siete de la noche, lleva algo bonito.

      Luego volvieron a la normalidad, había funcionado, las chicas sonreían amables, recordarían lo que había pasado, pero en vez de Sarah auto invitarse ellas la habrían invitado. Ventajas de no ser normal. Sarah les sonrió— Gracias, chicas, son de mucha ayuda.

— Claro, Sarah, si no tienes algo que ponerte me avisas.

       La coacción además funcionaba para llevarse mejor con las personas, una manipulación mental que sí salía bien la víctima podría hacer todo lo que se le ordene. Era fácil de usar, solo pensabas en lo que querías lograr y sí eres bueno usándola lo conseguirás.

      En algún momento el profesor había entrado al salón, la materia era matemática y el profesor, un viejo alto, esbelto y canoso, los miraba con desafío. Como hacía siempre para que los alumnos se callaran, al lograr su cometido tomó el marcador negro que tenía en el bolsillo de su camisa y empezó a escribir en la pizarra. Sarah tomaba apuntes rápido, aun así entendía más rápido de lo que escribía. Siempre le era interesante aprender cosas nuevas y todo lo que había visto allí era nuevo. Obviamente, tenía conocimientos básicos sobre historia, lengua, matemáticas y sobre algunas otras ciencias, pero que te enseñen a fondo es entenderlo todo.

— Gayle —Ella subió la mirada rápidamente, el profesor la había llamado— Así te llamas ¿No?

— Sí, señor.

      Sarah maldijo las costumbres al ver la mirada del profesor, se mordió la parte interior de la mejilla.

— ¿Señor? —El viejo pálido rió— Cuanta formalidad para un aula de clases, profesor Mark —Luego de unos segundos de silencio continuó— Parece que sabes bastante ¿Por qué no me ayudas con este ejercicio?

      Ella asintió, eran operaciones de ecuaciones con fracciones, el tema no era difícil, el ejercicio era otra cosa. Se levantó del asiento lentamente, dando tiempo de estudiar el ejercicio. No tenía miedo, ni nervios, se había enfrentado a cosas mucho peores. Tomó el marcador y empezó a resolverlo. El profesor Mark se fue a la parte trasera del salón pero Sarah sentía como la veía, con duda. Se concentró en los números, dejó de sentir todo lo demás, nada más que números rondaban por su cabeza. En unos minutos ya lo tenía listo, solo había aplicado lo que había aprendido de las clases anteriores, se volteó hacia al profesor.

— ¿Me pueden decir si el ejercicio de la compañera Gayle está correctamente resuelto?

       Pasaron unos segundos incómodos antes que un chico de pelo castaño y piel perfecta respondiera.

—Está bien —Su voz era suave y caliente, se escurría por los oídos de Sarah como si fuera una melodía. Ella sonrió ante la sensación, la de su voz y la de triunfar— y está mal.

      Sarah frunció el ceño, su mirada iba del chico al profesor luego al pizarrón, repitiendo el proceso hasta hacerla sentir mareada. El profesor miraba al piso, como pensando en que iba a decir, se encogió de hombros— En realidad, sí. Te saltaste unos pasos, Gayle. Pero te las arreglaste para que el resultado se acercara al correcto. Felicidades —El profesor la sentó, ella aún estaba en shock. Casi lo había logrado y casi no era suficiente.

        El profesor empezó a explicar que había hecho mal pero ella estaba perdida viendo la superficie de su pupitre, el chico la estaba mirando, su piel era clara para ser morena y oscura para ser blanca, cargaba un suéter azul que lo hacía parecer relleno porque le quedaba holgado. Tenía uno de esos peinados de moda y la cara cuadrada. Sarah se dio cuenta de la mirada del chico, la sostuvo por un momento, luego miró al pizarrón, si quería aprender debía prestar más atención. Además podría conocerlo en la fiesta, sonrió para sus adentros y siguió con los apuntes.

FIN DEL CAPÍTULO II

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Estaré subiendo los capítulos cada miércoles, creo. Gracias por darle una oportunidad a la historia. Buenos deseos desde Venezuela :D

Azul marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora