Desayuno fantástico

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    Sarah dio por séptima vez una vuelta entre las sabanas de su cuarto, hacía frío por la nevada, además de estar nerviosa, pensaba en Zac ¿Había sido una buena idea contarle todo? Estaba segura de que era él, no tenía los ojos azules por no ser puro, su padre no debía ser un Aethra, pero a su madre aun le quedaba algo de ello en la sangre, la hija de la reina fugitiva.

    Todos sabían la historia de la reina fugitiva, no había podido con el rol de reina después de perder a su esposo, él que antes había sido el recipiente del Ángel Aethriel. Después de quedar viuda, las voces del consejo celestial —Que no eran para nada fáciles de soportar— la volvieron loca y huyo, nadie pudo encontrarla, ni los localizadores más eficientes, los Ángeles no participaron en su búsqueda por ser decisión de la reina, no podían interceder. Por suerte para el pueblo, la reina fugitiva había dejado una heredera, una joven de apenas catorce primaveras, pero bien educada y sabia, esa joven ahora era la reina. Sarah la había visto un par de veces, su imagen le provocó más nervios que toda la situación con Zac, era una señora rubia con el pelo largo y enrulado, sus ojos azules no parecían cálidos como el mar, eran más del azul de un tempano de hielo.

    Si había algo de cierto era que era una buena reina. Años después los consejeros celestiales le avisaron del nacimiento del nuevo Recipiente, el hijo de su hermana, la reina pensó que era imposible ella no tenía hermanas. Ahí se enteró, la reina fugitiva estaba embarazada y al saber que su nieto seria el próximo recipiente huyó para que no tuviera el mismo destino que su marido.

     Y ahí estaba Sarah, destrozando todo el esfuerzo de la reina fugitiva. Claro, eso si Zac decidía acompañarla. Ella no estaría para siempre en el instituto, le daría hasta el final del año y si no decidía acompañarla por las buenas, entonces lo haría por las malas. En realidad si necesitaba de él, todo el mundo lo hacía, las filas de los Aethras eran de decenas de miles mientras que los Daethras aumentaban con cada segundo que pasaba. Con el poder del Ángel podrían incluso acabar con ellos para siempre, claro que eso no era lo que el Ángel buscaba, solo "equilibrio". Sarah lo maldijo en su mente, nunca se sintió parte de los Aethras, no desde que su hermana murió, se volvió rebelde, se podía decir que la perdida había afectado su alma pura, nadie más que ella lo sabía. Se alegraba de que eso no le hubiera impedido seguir luchando contra el mal. Solo tenía otra perspectiva, siempre se preguntaba cómo sería ser humana, sin tener que preocuparse por el mundo de la manera que ella lo hacía, sin tener tanto peso sobre sus hombros. Suspiró y se dejó llevar por aquellos pensamientos, se imaginó en una fiesta playera, luego estaba en una boda, una de esas estúpidas bodas donde ella agarraba el ramo de rosas que había lanzado su mejor amiga, la novia y por último se imaginó con su hermana. La nostalgia la invadió, quiso llorar pero no podía derramar una sola lágrima. Golpeó la cama varias veces, hasta que en un momento quedó dormida.

       El sol alumbraba de lleno su cara cuando despertó, se arregló sin muchas ganas y salió de su habitación, bajó a desayunar. En el camino saludó a varias de las chicas de su piso que usualmente en las mañanas se metían en las habitaciones de la otra, ella no podía permitir eso, porque tenía artefactos Aethra que podrían llamar demás la atención. Miró el anillo con una gema amarilla que tenía en el dedo anular, aún no lo había probado. El anillo controlaba cualquier tipo de energía, "No, no es como linterna verde" le había dicho su tutor. Podría apagar cámaras, cortar señales de teléfonos, apagar luces y con el tiempo podría incluso paralizar a alguien.

Había tomado el ascensor para llegar al lobby. Estaban unas chicas haciendo deberes con sus laptops y la señora de recepción. Dos opciones, apagar las laptops de las chicas le pareció cruel, así que se dirigió a la recepción, recordó que la señora la había tratado muy mal, de hecho trataba muy mal a todas, no se sintió en lo absoluto mal cuando la lámpara de su escritorio estalló en llamas como por dos segundos.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2016 ⏰

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