Amanecer perfecto

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—¿Qué? —comentó el chico confundido y avergonzado—. No iré a ningún lado, ni siquiera fui invitado.

—No te preocupes, yo tampoco e igual iré, además tu vienes conmigo quieras o no.

—¿Y qué piensas hacer, secuestrarme o algo?

—Tal vez lo haga.

Los ojos azulados de Sarah empezaron a brillar, tenuemente al principio, sentía la energía corriendo por dentro de ella— Vámonos, Zac, se hace tarde.

—¿Qué coño fue eso? —Preguntó para sorpresa de Sarah. No había funcionado.

—¿Qué? Ve a vestirte, ya.

—No iré a ningún lado hasta que me expliques lo que acaba de pasar.

—¿Lo que acaba de... Qué? A ver ¿Qué acaba de pasar? Según tú —Sarah empezó a ponerse nerviosa, nunca había estado en una situación como aquella antes.

—Tus ojos empezaron a brillar, tu voz era rara y no podía pensar claramente por un segundo —Si la situación fuera distinta, Sarah hasta se hubiera reído de la expresión del chico, una mezcla exacta de miedo y confusión.

Ella rió para disimular—Zac, no tengo tiempo para bromas, vámonos —Así lo fue empujando a su cuarto para que se cambiara respondiendo los argumentos de Zac con "Si, Zac, lo que sea" o "Prométeme que no usarás más drogas". Al final suspiró, se había salvado por poco.

Zac no vio otra alternativa que hacerle caso a Sarah, no tenía otros planes para la noche como él mismo había dicho. Se vistió con una camisa azul de cuadros escoceses, un jean negro que le quedaba algo holgado, una chaqueta marrón y salió de allí. Sarah lo miró de arriba abajo—Nada mal, pero tenemos que hacer algo con ese cabello espantoso tuyo.

—¿Qué le pasa a mi cabello? —Preguntó tratando, en un intento fallido, de peinarlo.

—Tu calla, yo me encargo ¿Dónde están los peines?

Minutos después de forcejeo contra el salvaje pelo de Zac, había logrado arreglarlo de forma decente, el chico ni siquiera se veía mal después de todo. "Si trabajara más su cuerpo incluso yo saldría con él" pensó rápidamente viendo a su delgado amigo. —Bien, vámonos. —Dijo Zac esta vez.

Así que bajaron las escaleras y se escabulleron del portero para seguir su camino. En cuanto llegaron la mirada de Zac deambuló por la sala buscando caras conocidas, si las conocía el problema era que solo las conocía de vista. Zac sabía los nombres de muchos del instituto, tenía una gran memoria pero era bastante inhibido, así que no hablaba con mucha gente. Kayle, un chico moreno que Zac conocía porque estaba en el club de mateatletas se acercó a ellos, mejor dicho, hacia Sarah.

—¿Ahora podemos bailar? —Le preguntó ansioso.

Zac conocía al chico más que todo por sus historias, se enamoraba perdidamente de alguna chica y luego se aburría, un completo casanova. Su amiga lo miró y después a Kayle, con algo de resignación acepto bailar con él, más que todo por amabilidad.

Zac decidió que no se quedaría ahí observándolos, miró a su alrededor y fue en busca de la primera cara conocida que vio. Una chica rubia de pelo corto y piel blanca, Cara, una de las mejores en clase de arte, si Zac no recordaba mal era incluso la presidenta del club de artes plásticas. La saludó con la mano, la chica respondió con una sonrisa y una inclinación de cabeza mientras hablaba con un grupo de chicos, la mayoría del club de arte.

—Zac, chico —Dijo con una sonrisa la rubia—, que raro encontrarte por aquí. No pensé que las fiestas descontroladas fueran tu tipo.

—No lo son. —Respondió el con una media sonrisa.

Azul marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora