Capítulo 2 *NO ES PARA TANTO RAGNOR*

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–Oye... ¿Y tu amigo no ha quedado traumado al hacer eso con un hombre? –curioseó Anna.

–Bueno, en cierta forma sí. –afirmó Magnus bajando la voz y riéndose por dentro. Se estaba divirtiendo mucho inventándose todo ese inaudito culebrón– Ahora cuando el mantiene relaciones con mujeres, si no le meten los dedos en donde tú sabes, pues él no logra... Ya sabes... Llegar al final.

–¿¡QUÉ ME DICES!? Si no le meten los dedos en el culo, él no sé

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–¿¡QUÉ ME DICES!? Si no le meten los dedos en el culo, él no sé... –farfulló la chica con cara de asombro.

–Exacto, para tu información te diré, que, en ese aspecto, yo soy totalmente "normal" –entrecomilló Magnus con los dedos, ladeando su boca y guiñándole un ojo.

–¿Qué le has dicho? –indagó Ragnor.

–Ella me ha comentado que le gusta mucho el color de tu cabello, pero que lo tienes muy largo. Yo le he dicho que mañana pensábamos ir al peluquero, a cortarnos el pelo.

Ragnor miró a la chica. Sonrió mostrando su perfecta dentadura blanca, asintiendo con la cabeza. A continuación, para ratificar aún más lo que Magnus le contaba a la muchacha, alzó su mano derecha, levantó dos dedos, abriéndolos y cerrándolos repetidamente, imitando el movimiento de unas tijeras.

–¿Ves lo qué te dije? –Magnus hacía verdaderos esfuerzos para no lanzar una carcajada– Le gusta que le metan los dos dedos.

Charlando animadamente llegaron hasta un bar. Allí ocuparon una mesa y pidieron cuatro vermuts.

Magnus observaba como Anna hablaba con María, susurrándole todo lo que este se había inventado sobre su amigo. La chica tenía la sorpresa dibujada en su rostro. Poco a poco este se transformó en un gesto de asco. Anna continuó hablando con ella, logrando que la expresión de la muchacha mutase finalmente a algo parecido a... ¿Lastima?

Cuando sus vasos estuvieron vacíos, Magnus se empeñó en invitarlas a otra ronda. A esta la siguieron otras tantas. Cuando salieron a la calle, el alcohol ya había hecho mella en sus cuerpos, pues los cuatro estaban más que animados.

Unos metros más allá, vieron que había una gran plaza, donde estaba la fiesta de la calle. Varias parejas bailaban.

Magnus empezó a bailar con Anna, mientras su amigo lo hacía con la otra chica.

El alcohol que había ingerido, junto con el suave olor del perfume de la chiquilla, (ahora que estaban bailando una canción lenta) hicieron que Magnus comenzara a emocionarse demasiado. Notaba la estrechez de su cintura, como el movimiento de su respiración agitada por haber estado bailando tanto tiempo, conseguía que su maravilloso escote subiera y bajara. Magnus se imaginó rozándolo con la yema de sus dedos... Notó un tirón en la parte baja de su cuerpo, al vislumbrar en su mente, tan deliciosa escena. Por el rabillo del ojo vio a su amigo bailando con María sonriéndole, e intentando descifrar lo que esta le decía.

LAS VACACIONES DE MAGNUS Y RAGNORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora