Un regalo.

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Pasó un mes y la niña veía a sus amigos casi todos los días, yendo a sus prácticas o pasando tiempo con ellos en otros lugares. Ese verano estaba siendo el mejor de su vida después del trágico incidente  de  sus padres. Se sentía triste por ello aveces pero sus amigos se encargaban de hacerla reír y que pasara buenos momentos.

*Narra Adiam*

Ya estamos a mitad de verano. Siento que este verano ha sido el más corto que he tenido. Debe ser porque estoy siempre haciendo algo y no tengo tiempo que perder. Pero igual me he divertido mucho estas últimas semanas. Oppa aceptó ir con migo a la playa hoy. Al principio él no quería ya que no sabe nadar y ya tuvo una mala experiencia con el agua salada. Pero igual logré convencerlo.

Mi hermano se fue y comencé a buscar las cosas que necesitaba para ir. Saqué una mochila de mi armario y eché el bloqueador solar y una toalla. Fui a la cocina, preparé unos sándwiches, busqué unas gaseosas en la nevera y lo metí todo en la mochila. Oí que tocaron la puerta. Al fin llegó a mi casa para buscarme pero le hice esperar un momento. Busqué mi tabla de surf y la lleve a la puerta. -Ya.- dije para que saliéramos de allí.

Llegamos a la playa y se sentó en una piedra que había cerca al agua. Dejé mis cosas en la orilla y me adentré al mar para buscar alguna ola. Así pasaron las horas y se hizo de medio día. Nos dió hambre. Le entregué a  un Sandwich y una gaseosa y me quedé con lo demás. Seguía sentado en la roca, no se había levantado desde que llegamos. Agarré un poco de agua con las manos y se la lancé. El sé vengó y así seguimos por un buen rato.

Jugamos bastante por el día hasta que se hizo de tarde. Tomé mi mochila y tomé su brazo  para que me siguiera. -¡Oppa!¡quiero ir ahí!- pedí haciendo un puchero apuntando a el pequeño puente que allí se hallaba. El negó varias veces con la cabeza y dió dos pasos atrás. -Vamos~.- pedí juntando mis manos haciendo un puchero esta vez sólo me miró. Corrí hasta el puente y me paré en él dando pequeños saltitos de alegría sin importarme que estuviera algo destruda la madera. Asustado  abrió los ojos como platos y corrió a mi dirección. Llego al puente de igual manera. Me senté a la orilla y miré hacia el sol que ya se ocultaba. Él hizo lo mismo. -Me gusta este sitio.- hablé, él solo seguía con la mirada en alto.

      Pasaron unos cinco minutos en silencio, hasta que por fin habló. -Ten.- sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta lo que parecía ser un llavero con forma de oso y extendió su mano en mi dirección con la mirada en alto aún. Dudé unos segundos y lo tomé. -Tendré uno igual.- sacó del bolsillo su celular el cual tenía colgado su llavero igualmente con forma de oso, esta vez mirando en mi dirección y sonriendo. Asentí con la cabeza plasmando una sonrisa.

       Pasó un rato y se hizo de noche. Decidimos que ya era hora de volver.

*Narración en tercera persona*

     Ambos caminaban por la calle en dirección a la casa de la niña. Cuando de repente escucharon unas sirenas de bomberos. Alzaron la vista y se encontraron con una casa poco más adelante de la suya ardiendo en llamas. La niña corrió tras su amigo colocando su cabeza en su espalda mientras se sujetaba a su chaqueta  con fuerza. -¿Que pasa?- preguntó por la repentina acción de la niña. -Oppa, sácame de aquí.- suplicó entre llantos. -Tranquila, ahí no vivía nadie y mira, ya están apagándolo.- dijo con una pequeña sonrisa el chico. - Llévame a casa.- pidió por última vez y ambos se dirigieron a la cabaña.

     Llegaron, pero la niña aún asustada le pidió quedarse un rato más y él aceptó.

     Se hicieron las nueve de la noche y el chico se despidió para irse. Al salir cerró la puerta y se dio la vuelta con una sonrisa la cual  se borró inmediatamente al toparse con el hermano mayor de la pequeña. Hizo una pequeña reverencia rápida y se fue corriendo mientras él lo miraba atónito frunciendo el ceño. Abrió la puerta y entró un poco pensativo intentando calmarse por lo antes sucedido. Se encontró con la pequeña niña sentada mirando la televisión. -Adiam, te tengo buenas noticias.- dijo el mayor con entusiasmo cargándola en un fuerte abrazo y colocándola de nuevo en el suelo.Ella sólo miraba curiosa. -¡Volveremos a América!,por fin conseguí un buen trabajo allá y esta vez sí es seguro. ¡Tal y como querías!- sonrió el mayor colocando sus manos en los hombros de su hermanita. Ella abrió los ojos como platos y luego bajó la mirada al suelo con expresión triste mientras asentía lentamente. -¿Que sucede?- preguntó ahora agachándose a la altura de la niña que derramaba algunas lágrimas sin dar respuesta alguna. -¿Es por ese mayor? ¿Qué te hizo? le he dicho mil veces que no lo quiero aquí.- La niña abrió los ojos como platos al escuchar las palabras de su hermano, no sabía que ya su hermano y su amigo se conocían. Negó unas dos veces mirando a su hermano quien se veía muy molesto.                        -Con más razón hay que irnos de aquí. Ah y mañana temprano partimos así que duerme.- serró la puerta dejando a la pequeña en medio de la sala con varias lágrimas en los ojos la cual se dirigió a su cuarto para dormir.

*************

     A la mañana siguiente recogieron sus cosas y salieron de su casa temprano. En el aeropuerto esperaron su avión hasta que por fin anunciaron su vuelo y subieron. Su hermano dormía al lado de la ventana mientras ella sentada a un lado observaba con nostalgia el llavero que le había regalado su amigo la noche antes.

*Narra Bambam*

Salí de mi casa un poco agitado. Se me había hecho tarde para las prácticas y aún tenía que recoger a Adiam para desayunar.

Llegué a su casa y toque la puerta varías veces pero nadie respondió. Pasé a un lado y observé por una de las ventanas y me di cuenta de que no había mucho dentro de la casa. Muchos muebles ya no estaban y todo estaba apagado. -Ellos ya no están.- habló una una anciana al parecer vecina que se encontraba barriendo su patio. -¿Cómo que ya no están?- pregunté un poco atónito. -Tomaron el vuelo a su país esta mañana.- respondió la anciana continuando su trabajo.

Me quedé congelado y un poco confuso unos segundos asimilando lo que había dicho a pesar de que fue muy claro. Me senté en la entrada de la casa y me quedé allí sentado un rato aún sin creerlo. Ese día no fui a practicar.

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Rewind (Bambam, Got7) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora