*Narración en tercera persona*
Adiam se despertó temprano esperando a que su hermano saliera a trabajar para ir a visitar a sus nuevos amigos. Se despidió de su hermano observándolo irse para luego salir corriendo a cambiarse. Se coló algo de ropa cómoda, se puso sus converse negras y salió hacia la puerta. Pero su amigo se adelantó sorprendiéndola en la puerta. -Oppa, ¿qué haces aquí?.- preguntó la niña un poco exaltada por la sorpresa. -¿Has desayunado?- preguntó el tailandés con ambas manos en los bolsillos de su chaqueta recostando su espalda en el marco de la puerta. La niña negó con la cabeza. -Ven.- agregó el joven y ambos caminaron hacia la cafetería de siempre.
Comieron rápido sin hablar mucho para luego dirigirse al lugar de prácticas. Llegaron y saludaron a sus amigos allí. Jackson saludó a la niña despeinando su cabello.
-Ustedes son dos iguales.- habló la niña arreglando su cabello y frunciendo el ceño mientras el rubio solo la miraba confundido.Practicaron un rato mientras la niña observaba con asombro sus pasos. -¿Quieres intentarlo?- preguntó Jr. provocando una gran sonrisa en el rostro de la niña. Practicaron un rato hasta que se hizo la hora del almuerzo. Esta vez no comieron todos juntos ya que los otros chicos tenían cosas que hacer.
*Narra Bambam*
Mis amigos se fueron y me quedé con Adiam un rato en el salón hasta que nos dio hambre. Fuimos a un pequeño restaurante que no quedaba muy lejos de allí, pedimos nuestra comida y llenamos el estómago. Salimos de allí y la llevé a su casa.
Me despedí de ella en la puerta como siempre, me di la vuelta para dirigirme a mi casa pero me topé con alguien al cruzar la calle. -¿Quién es esa niñata?- me encontré con quien menos debía en el momento que menos quería. El líder del otro grupo quien siempre nos pasaba fastidiando. Bajé la mirada y fruncí el ceño. -¿Qué sucede Kunpimook? ¿Ahora tienes gusto por las pequeñas?- soltó una carcajada mientras hablaba lo que produjo que mis puños se cerraran. -¿Piensas criarla para luego comértela? ¿Eso no tarda mucho?- acabó con mi paciencia provocándome soltarle un fuerte golpe en su rostro. Sabía que él no podía estar solo y allí estaban, tras él, los miembros de su grupo. Sería una batalla 5 contra uno por lo que sabía que no saldría bien librado de esta.
Comenzó por leves golpes hasta que se convirtió en una fuerte pelea. Estuvimos así unos tres minutos hasta que llegó un oficial. Los otros cinco salieron corriendo. -No quiero más como estas, vas a terminar en la carcel.- sonreí de medio lado al ver que ese oficial era mi tío.
Me llevó a mi casa contándole lo sucedido a mis padres quienes me castigaron por tal hecho. No podría estar fuera después de las cinco eso era todo.
Al otro día no tendría practicas pero quería ir temprano a ver a Adiam.
*Narra Adiam.*
Mi hermano se fue pero yo permanecía en la cama. La práctica de ayer me había dejado exhausta. Oí que tocaron la puerta. Salí de la cama aún adormecida y me dirigí a la puerta. La abrí y abrí los ojos como platos al ver lo que había tras ella. Era Oppa, con una herida en el labio inferior, algunos que otros raspasos en el rostro y una mano vendada. -No preguntes y déjame pasar.- habló serio y lo dejé entrar. No hice caso y pregunté al fin. -¿Que te pasó?- él entrecerró los ojos.
-¿Deberás quieres saber?- asentí. -Una batalla cinco contra uno. Es todo lo que te diré.- Esbozó una pequeña sonrisa. Abrí mi boca incrédula. No hubo respuesta de su parte. -¿Tienes algo de comida? No tengo dinero.-me dirigí hacia el estante de comida. Saqué una caja de cereal. Comimos.*narración en tercera persona*
Pasaron el resto del día viendo televisión y haciendo chistes estúpidos que se les venían a la mente en el momento hasta que se hicieron las 3. En la televisión dieron un anuncio de una feria que se encontraba en su ciudad en ese momento. -Oppa, yo quiero ir ahí.- dijo emocionada la niña dando pequeños saltitos de alegría. -Ya te dije que no tengo dinero.- soltó excusado el joven. -Yo sí tengo.- aclaró la niña sacando dinero de una alcancía que tenía. El tailandés lo pensó unos segundos y asintió.
Se dirigieron a la feria que no quedaba muy lejos de allí. Hubo diversión por las últimas dos horas entrando a cada atracción que veían. -Oppa, espérame aquí, voy al baño.- Avisó la niña y corrió al baño de mujeres. El tailandés esperó no muy lejos de allí a que saliera.
Habían pasado aproximadamente 10 minutos y no había señales de la niña. El chico se preocupó y decidió salir a buscarla. Llegó a la entrada de los baños y de ahí iba saliendo una mujer. -¿No ha visto a una niña de unos 11 años salir de aquí?- preguntó, la mujer negó con la cabeza.- No, no he visto a nadie adentro.- el chico le agradeció a la mujer y corrió al rededor llamándole. -¡Adiam!¡Adiam!- no hubo señales de ella. El joven observó desesperado el alrededor esperando encontrarla. Al fin la vio tras una de las pequeñas tiendas, pero no estaba sola. Había un sujeto el cual no pudo distinguir por la sombra sosteniéndola mientras ella intentaba gritar y zafarse pero él no se lo permitía. Corrió hacia su dirección y se detuvo amenazante frente a ellos. Rápidamente le envió un golpe directo a la cara al sujeto quien se desveló por unos segundos. Aprovechó para tomar a la niña de la mano y salir corriendo de allí.
El camino fue silencio hasta que por fin llegaron. -Gracias.- soltó la niña con la mirada abajo antes de cerrar la puerta. No hubo respuesta de parte de él.
El joven llegó a su casa ignorando los gritos y regaños de sus padres por haber llegado tarde y subió rápidamente a su habitación y se encerró en ella. Se bañó y por fin se durmió.