UNO

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La alarma de mi celular sonó a las siete en punto de la mañana, pero yo ya estaba despierta hace como una hora y media, no sé porque la verdad, solo desperté y ya.

Apague el aparato y me puse boca arriba, mirando el techo pintado con hermosas mariposas, mamá todavía pensaba que tenía esa obsesión con ellas cuando en realidad lo supere cuando supe que estas no vivían más de un mes como máximo.

Triste para una niña de diez años...

Estire mi brazo hacia el techo y lo moví de un lado al otro suavemente, como si las acariciara. Lo bueno de esto era que ya llevaban viviendo como seis años, quizás por eso permití que mamá las pintara...

La puerta de mi habitación se abrió lentamente, me senté en la cama y vi a papá con los ojos bien cerrados.

-¿Esta todo en su lugar?- Reí despacio, porque él tan solo podría golpear la puerta y ya.

-Sí, papá.

-Oh genial.- Se descubrió los ojos y se sentó en el borde de mi cama mirándome con una gran sonrisa.- ¿Estas lista? Hoy vuelves a clases.- Festejo solo.

-Realmente emocionante.- dije sarcástica y saliendo de la cama.

-¡Oh vamos Aurora! Es tu último año de secundario. ¡El ultimo!

-Lo cual agradezco desde el fondo de mi corazón.- Me acerque a él y tire de él para que se levantara de mi cama.- Ahora sal, debo cambiarme.- Logre empujarlo y lo saque de mi habitación, cerrando la puerta en su cara.

-¡Sé que en el fondo estas emocionada!- grito desde afuera, yo reí y abrí la puerta para darle un beso en su mejilla.

Yo era una chica simple. Había pocas cosas que lograban hacerme saltar de emoción, aunque tambien dependía mucho de mi estado de animo. A diferencia de mi padre, quien parecía ver el mundo color rosa. Siempre esta hablando y riendo de cosas triviales y me encanta que sea de esa forma, logra ponerme de buen humor.

Según mamá, yo era el calco de él, con el cabello rubio ondulado, los ojos azul claro y grandes. Mientras que de ella solo había sacado las pequeñas pecas en mis mejillas.

-Quiero desayunar chocolate papá.- le dije sonriendo.- Ahora déjame cambiarme.

-Bien.

Cuando cerré la puerta me apoye en esta y suspire. Un día nuevo empezaba. Me dirijo hasta mi ventana y abrí las cortinas dejando que el sol me diera de lleno en la cara, como me gusta.

Cuando termine de ducharme, me vesti con mi uniforme escolar que consiste de una falda a cuadros, una camisa blanca y una corbata negra como la falda, muy simple. Peino mi cabello y dejo que este se seque naturalmente.

Antes de salir de mi habitación, tomo mi mochila y un suéter color rosa pastel que para nada tiene que ver con el uniforme pero que me encanta usar porque es largo y ancho. Comodo y delicado.

Bajo las escaleras despacio y arrastrando la mochila, me dirijo a la cocina donde está mi desayuno preparado junto a una nota con la horrible letra de mi padre.

"Tuve que salir antes muñeca. Papá debe curar animales...
Te amo y que disfrutes tu desayuno más de lo que disfrutaras la escuela."

Dejo la nota a un lado y saco la leche de la nevera para beberla desde el cartón, si estuvieran mis padres seguro les agarraría un ataque, en especial a papá, mamá quizás solo me miraría con el ceño fruncido y ya.

Cuando termino mi desayuno, lavo los trastes y salgo afuera, lista para un nuevo día de escuela.

Para ser sinceros, la verdad es que sentía algo de emoción por este primer día de escuela, ya que sería el último que tendría, luego empezaría la universidad, me mudaría de casa y trabajaría de lo que estudie. Eso... si supiera que hacer con mi vida.

Dolls Eyes (RM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora