Capítulo 13.
Un dolor punzante en mi sien.
Mi pómulo latía con dolor.
Mis labios se sentían hinchados y con ardor.
Mi garganta me ardía.
Mi cuerpo se sentía entumecido.
Mis ojos se sentían pesados, pero me obligue a abrirlos, la luz de una ventana daba en mi cara, me costó acostumbrarme a la luz pero hice.
Mire a mi alrededor y nada me era familiar en esta habitación, en tonos oscuros, la cama en la que me encontraba era grande y cómoda, no sentía ruido a mi alrededor, por la ventana solo podía ver árboles y nada más.
El no recordar como llegue aquí me está empezando a inquietar.
Mi cabeza no procesaba nada, solo recuerdo que está en la fiesta y luego nada después de salir de la fiesta en el auto de Felipe.
Intente recordar algo pero todo era vacíos en mi cabeza. No sabía él ¿Porque estaba aquí?
Y si Austin había ido tras de mí.
Y si cometí alguna burrada y termina aquí.
Mi cuerpo dolía como la última golpiza que me había dado Austin.
La diferencia era que esa vez me había levantado en la cama de un hospital.
Y no en una cómoda habitación de hombre. Por los tonos deduce que era de hombre.
Mire mi cuerpo viendo como me encontraba, llevaba un camisón blanco y suave, no sé de qué material pero se sentía bien en mi piel, mis brazos tenían algunos moretones, pero mis palmas de las manos las tenía vendadas.
Intente pararme pero el dolor en mis costillas me lo impidió, respire hondo y me senté en la cama, la sabana que me cubría del abdomen para abajo cayo.
Salí de la cama y mire mis rodillas que tenían vendajes. Mientras miraba a mi alrededor busque mis pertenencias, necesitaba mi celular.
¡Mierda! Mama iba a matarme.
Claro como esta en casa.-Me recordó mí su cociente.
Mientras caminaba por la habitación un mareo por el dolor de cabeza me hiso tropezar, en mi intento por no caer de culo, me lleve todo lo que había en una de las mesitas de noche.
La puerta fue abierta mientras yo intentaba recuperarme del mareo.
Una señora con semblante preocupado entro a toda prisa.
-¿Te encuentras bien, cariño?- Dijo cuando llego a mi lado y me hiso sentar de nuevo en la cama.
Ahora la detallaba mejor su cabello color caoba era largo y ondulado lo tenía atado en una coleta, sus ojos color miel me eran familiares, era delgada, y poco más alta que yo. Parecía tener unos treinta años.
-Cariño ¿Estas bien?-Su mirada preocupada me hiso reaccionar.
-Si.-Mi voz salió ronca.
-¿Agua?-Pregunto y yo solo asentí.-Nadia, por favor trae un vaso de agua.
Mire a la puerta otra vez y en ella se encontraba una muchacha de uso diecisiete años, de pelo castaño, de ojos negros, piel morena, se veía igual de preocupada de que la señora.
-Nadia.-Reprendió a la mucha al ver que no reaccionaba a la orden que le dio.
La chica reacciono y se fue.
-¿Por qué no te recuestas? Todavía estas debes estar adolorida, como para ponerte de pie.-Ella hiso a un lado la sabana.
La chica volvió con un vaso de agua y me lo entrego, yo lo tome con rapidez.
-Tómalo despacio cariño.-La señora me acariciaba el cabello con ternura.
Yo trate de seguir su consejo pero mi garganta pedía a gritos agua, el primer sorbo de agua hiso arder un poco mi garganta, pero luego fue refrescante.
-¿Dónde estoy?-Pregunte luego de terminar el agua. Mi garganta se sentía mejor al hablar.
-Tranquila descansa, el te lo explicara todo cuando venga.-Se levantó de la cama y empezó a recoger lo que yo había tirado.-Nadia, llama a mi hijo, dile que ya despertó.
La chica volvió a salir de la habitación.
-¿Dónde están mis cosas? ¿Quién me trajo aquí? ¿Quién es usted?- Mis preguntas salieron rápido.
-Oh! Que descuidada soy.-Dijo con una sonrisa amable en su rostro.- Mi nombre es Sarah.
Estiro su mano y yo la estreche.
-Lena.
-Lo sé, y t...
-¡Lena!- Mire hacia la puerta encontrándome con unos marrones.
ESTÁS LEYENDO
El Amanecer De Los Lycan
Werewolf-"no todo en los crees es verdad y no todo lo que imaginas que no existe es mentira"-el susurró a su oído. Que pasara cuando una chica común se tropieza con lo que ella llama un dios griego con aura misteriosa, se quedara en amor a primera vista o...