CAPÍTULO 20

7 2 0
                                    

Y pensar que a veces quiero tirar el móvil. Y sobrevivir sin él. ¿Como iba a sobrevivir sin móvil si es ahí donde al menos existe gente casi tan mal como yo?
Sigo pensando, ¿le respondo? ¿o me meto la tercera raya?
A la mierda. Le hablo. Quizás esté cavando mi propia tumba y al final acabe en ella, pues la verdad, no estaría mal. Que alguien llegase y me fallase tanto que me matase y se acabaría mi triste vida. Y con ella tanta amargura.
Pero lo dicho. Voy a arriesgarme. Y si pierdo. No me quedará más que seguir así. En la mierda.
Me ha preguntado que cómo estoy.
Estoy tan puesto que no sé qué responder.
Soy patético.
Sin más me pongo a teclear y le respondo: mi vida sigue como ayer.
Pasan los minutos y no recibo respuesta.
Tanto esperar para responderle y al final se fue.
Tengo que dejar la coca por hoy. Ya no me llena.
Unas caladas para rematar la faena me vendrán bien.
Atento al móvil a ver si recibo respuesta, me desespero.
Llaman a la puerta.
Mi madre: lucas, es la  hora de cenar.
Silencio rotundo.
Ella: Lucas. Voy a entrar. Me estás preocupando.
Yo: Ahora bajo, estaba con los auriculares, tranquila. (Puedes estar tranquila, que en cuanto desaparezca no tendrás de qué preocuparte.)

Mis ganas de cenar están congeladas. Y como yo soy tan frío, nunca volverán. Que irónico. Soy puro hielo, pero nunca llegaré a convertirme en agua y poder sentir nuevos horizontes. Como hace el mar.
El hielo ahí se queda. En ese estado que si no le dan calor no se derrite. A mí me pasará lo mismo, no creo que llegue alguien por quien derretirme. Por quien sentir.
Aunque él. Él podría hacerlo y hoy no vuelve a responderme.
Y yo vuelvo a romperme por dentro. Más. Sí. Mucho más.

TODOS LOS DÍAS ME SABEN A AGUA SI NO ESTÁS TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora