El desierto era bendecido con una suave viento lleno de frescura.
Todo Egipto estaba plagado por la noticia del milagro que el faraón, el dios viviente, había hecho unas horas antes de caer la noche; una pizca de lluvia que había cubierto los campos, había traído vida a las cosechas, agrandado el cause del río y dado un pequeño descanso de las oleadas de calor.
Una magnífica y completa luna posaba en la mitad de la bóveda celeste desde donde la diosa Nut brindaba descanso a los mortales.
Alejada de las calles concurridas, las avenidas principales, las casas pegadas una a la otra, los mercados, y el bullicio diario, una gran casa blanca se alzaba decorada con lotus, lapizlazuli, bellas pinturas, y dioses en sus respectivos altares, velas, inciensos, cortinas de la más fina tela, cojines, mantas, espejos, la vida adentro era un lujo.
Sin embargo los inquilinos del lugar contemplar el cielo estrellado era el único lujo que podían saborear juntos.
Seth era el sumo sacerdote, y mano derecha, de la cohorte del faraón Atemu, Kisara era su joven esposa que dedicaba sus días a apoyar a su esposo; de día él se marchaba al palacio, había veces que no regresaba en dos o tres días, a veces más.
La noche para ellos era un lujo, un regalo de los dioses.
El joven sacerdote abrazaba tiernamente a su esposa quien luchaba para no quedarse dormida, hacía una semana que no sabía de su esposo; para Seth esa reacción de irradiante inocencia le era hermosa, le sacaba una sonrisa de sus aprensivos labios.
Kisara era todo lo contrario a él, cada palabra que la describía no podría describir a Seth.
-¡Una estrella fugaz!
-Pensé que estabas dormida.
-Aún no -sonrió bajo su mirada, la mujer de los ojos azules.
-¿Cuál fue tu deseo?
-Volverte a conocer...
-Kisara...
-Cuando muera, cuando los dioses me juzguen... Sólo encontrarán tu nombre en mi corazón, la pluma de Maat será ligera porque tu nombre pesa mucho en mi corazón, Seth...
Él la abrazó con fuerza, la mujer entre sus brazos era una total demente.
-¡Estrella fugaz!
-¿Volverás a pedir otro deseo? ¡Deja alguno para alguien más! -y tocó su nariz con suavidad, alargando la sonrisa allí encajada en sus labios.
-¡Oye, la vi primero!
-Pues ya pedí mi deseo.
-¿Y qué pediste?
-Es un secreto.
-Oh, dímelo, dímelo -Seth se encontró de frente a frente con esos hermosos y brillantes ojos que opacaban el mismísimo cielo que cuidaba de ellos-. No seas malo y dímelo, ¿si?
Seth sonrió.
Su único deseo era poder amarla nuevamente.
No deseaba la eternidad. No deseaba ser como cualquier otro dios.
Quería ser un simple mortal con la mujer que más amaba.
Deseaba otro momento más de felicidad.
A su lado.
En otro tiempo, entra época.
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Egyptian Guitar
FanfictionSolo para aclarar, esta historia no me pertenece, todos los derechos son para la autora de este fanfiction. Es una historia que encontré por casualidad en mi búsqueda de fanfictions sobre Seto y Kisara, es de las pocas historias que me han atrapado...