Un poco de locura y otro de verdad

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"...Sabes, el tiempo ha regresado el reloj, sabes, tus manos cubren mi corazón, y no quiero olvidarte, y no puedo cambiarte, serás siempre el mejor. Porque llevas en la sangre, ansiedad por abrazarme..."

Y el reloj volvió a sonar.

Una dulce voz, esa misma con la que siempre sueño, resonaba de nuevo, con más ansias, dentro de mi mente, tan adherida a mi como las sábanas a mi cuerpo. Y esos azules ojos, suaves, irreales y llenos de vida.

Era extraño que algo pudiera llamarme la atención. Pero dentro de su voz había una gran insistencia, allí oculta entre mis sueños se encontraba a alguien que había conocido tiempo atrás.

Ahora me escuchaba como Ishizu.

Suspiré tranquilamente, tal vez allí estaba la respuesta. Gracias a Ishizu yo mismo había creado mundos alternos e historias 101 en la mente.

En cuanto me arreglé no pude evitar notar las nubes que cubrían la ciudad, unas nubes llenas de agua y tormenta, como con las que soñé.

Genial, ahora soy meteorólogo.

Me encerré nuevamente en el trabajo, aún tenía unas diez horas antes del evento en el Museo con Ishizu... las aprovecharé para terminar el proyecto en el que trabajaba con meses de anterioridad.

Y sí, las nubes rompieron, descargando una fuerte lluvia que parecía no importarle al CEO.

Suspiré.

Tal vez debería de dejar de leer tantas historias románticas y de fantasía antes de dormir.

Aunque... Tal vez debería escribirlas y volverme una escritora famosa.

Eso implicaría dormir más, me agrada la idea.

-Oye... -escuché la voz de Bakura desde afuera de la puerta-. ¿Estás viva?

-Hmm... -me apresuré a ponerme la bata encima-. ¿Qué sucede?

-Te llevaré así que puedes dormir unos cinco minutos más, te espero abajo.

-¿Me despiertas para decirme que puedo dormir unos minutos más?

Bakura siempre tenía un humor extraño pero era mi mejor amigo, siempre estaba allí para apoyarme y cuidarme. Sonreí suavemente, decidida a olvidar mis fantasías nocturnas; corrí al baño, hoy sería un largo y excelente día.

Me miré al espejo al terminar de arreglarme, el color azul que brillaba allí frente a mi era más pálido que aquellos ojos que solían mirarme. Unos ojos azules que resplandecían de poder y elegancia, profundos, oscuros, misteriosos, en donde quizá podría ahogar mis penas. Suspiré.

-Kisara despierta... -y agité la cabeza, salpicando de agua el lugar.

Bajé las escaleras con mi mochila de escuela y otra pequeña maleta para el resto del día, Bakura se encontraba haciendo el desayuno... él era un gran cocinero, sólo que no le gusta admitirlo. Si yo tratara de hacer algo para mi... muy probablemente todo el edificio se incendiaría.

-Buenos días... ¿Te apetece un omelette? ¡Qué bien, porque ya lo hize, ahora come!

-Gracias.

Delicioso. En extremo delicioso.

-¡Ahora apúrate qué vámos tarde!

-¡¿Qué?

Bakura soltó una suave carcajada al verme escupir el jugo, guardó todas las cosas en su auto que habia estacionado frente al departamento; él tenía otras clases y entraba tres o cuatro horas más tarde que yo por lo que para mi era imposible pedirle ayuda.

Egyptian GuitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora