Sentencia

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"A qué condena y qué dolor me has sentenciado..."

Kisara volvió a mirar las fotografías, sus dulces ojos cubiertos en lágrimas recorrían esas almas plasmadas en papel una y otra vez mientras un extraño sentimiento latía en su pecho. Mordía sus labios una y otra vez, movía las manos, enredando sus dedos en aquel largo y brilloso cabello. Suspiraba que parecía estaba cantando una canción.

Bakura seguía sin contestar a sus llamadas, ni a sus mensajes. Era incapáz de maldecirse que volvió a llorar, arrojándose contra las almohadas, hundiendo su rostro en ellas y tratando de que toda aquella tormenta se calmara.

La verdad... no sabía si extrañaba el beso. O si extrañaba la compañía de su amigo.

Sus ojos volvieron a abrirse y un fuerte dolor de cabeza golpeaba su conciencia. Sus labios se abrieron dolorosamente en un suspiro, aquellas suaves líneas rosadas luchaban tratando de dibujar una sonrisa pero ninguna alegría se plantó en su rostro, sino más bien fue un relámpago de culpa e incomodidad.

Al levantarse de la cama cogió el celular que se había caído al suelo, allí brillaba el aparato azulado sobre la alfombra de peluche gris, la peliazul rápidamente lo revisó con esperanza de encontrar un mensaje o una llamada o lo que fuera de su amigo pero el corazón se le escapó del pecho cuando el nombre de Ishizu Ishtar apareció en la pantalla.

Debemos hablar, estaré en el Museo todo el día. Urgente.

Volvió a leerlo una y otra y otra vez hasta que sus ojos ardieron.

Era todo... Ishizu lo sabía. Su vida estaba acabada.

Kisara volteó hacia el reloj, eran las 2 de la tarde, el mensaje tenía unos cuarenta minutos de haber sido enviado, rápidamente tomó algo de ropa y corrió hacia el baño.

Lo sabe, ella lo sabe...

Suspiró, sí, estaba bien, era mejor hablar las cosas. Ser adultos. ¿No?

Al abrir la puerta se encontró con otra sorpresa: Bakura. Sus ojos estallaron en lágrimas y contuvo su deseo de abrazarlo.

"Eres una idiota..."

"Lo sé" y siguió sollozando aún cuando Bakura la envolvió en sus brazos, suspirando, "lo sabe..."

Bakura bajó la mirada hacia aquella frágil e indefensa mujer que se caía pedazo a pedazo en sus brazos, alzó una ceja y decidió no decir palabra alguna ante esa brecha silenciosa de Kisara quien comenzaba a morderse los labios.

"Ishuzu... Lo sabe" cogió el celular para enseñárselo.

Bakura retiró el aparato de sus manos para leer detenidamente el mensaje, sus ojos se abrieron un poco, sus pupilas se dilataron y el ritmo de su corazón se aceleró. Imposible... a menos que el mismo Kaiba se lo hubiera dicho.

"¿Qué vas a hacer?"

"Lo que tengo que hacer... Aceptarlo todo..."

"Kisara" suspiró, dándole unos suaves empujoncitos, "sube... te llevaré. Y aclararás todo con la doctora, ¿de acuerdo? Luego iremos por unos helados"

"Gracias..." bajó la mirada haciendo un puchero.

Bakura condujo hacia el Museo, y al estacionarmse miró hacia su amiga, ella aún se mantenía sentada con una mirada intranquila, con los labios fruncidos, y un terrible miedo que cubría su rostros. Él rió, la peliazul volteó hacia su amigo frunciendo.

"No lo tomes a mal pero eres una pequeña niña" rió suavemente después su rostro se tornó tranquilo, tocando su hombro con cariño, "di lo que tengas que decir"

Egyptian GuitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora