Unas pícaras risas explotaron en su suave boca, haciendo eco en la habitación y justo detrás el sonido de la puerta cerrándose. La joven de ojos de diamantes cayó torpemente hacia la cama provocando una tierna sonrisa en el CEO.
Seto le prestó atención en silencio mientras las mejillas de Kisara se coloreaban con fuego, la tierna mujer volteó la mirada hacia el suelo tratando de comprender la situación en la que se encontraba pero las copas de vino le añadían torpeza a sus pensamientos. Kaiba avanzó hacia ella con pasos firmes, levantando su rostro con un suave agarre le regaló una sonrisa sincera y delicada.
"Mírame..."
Y ella le obedeció. Los ojos de Seto brillaban con tanta intensidad que Kisara juraba que un rayo había golpeado su cuerpo entonces una frágil línea temblorosa, llena de dudas, se formó entre los labios de la mujer.
"Hace rato no parabas de hablar..."
Seto sonrió, punto para el CEO. Entonces sus ojos la recorrieron con paciencia mientras su mano aún sujetaba su delicada cara. Kisara tenía el cuerpo de una mujer pero el alma de una niña, tierna, ingenua, torpe y descuidada con cierto toque de inocencia que el mundo carecía en su mayoría. Kisara era todo aquello que Ishizu no era, y todo lo que, aparentemente, comenzaba a desear.
La mujer mordió su labio inferior, sus ojos se fruncían con incertidumbre y una pizca de miedo, dudando en sacar palabras de su pecho.
Seto soltó una suave risa y alejó su mano de ella, levantándose y recuperando ese porte digno de cualquier Kaiba, allí se encontraron sus miradas en un eclipse hasta que segundos después fue Kisara quien apartó la mirada haciendo que Seto sonriera nuevamente, una toque de elegancia y dominio resaltaron en su rostro.
"Kisara..." El ojiazul degustó su nombre mientras retiraba uno a uno los botones de su elegante camisa azulada.
Pero ella se quedó sentada sobre la cama como el espectro de una niña solitaria jugando en los columpios contemplando el mundo bajo sus pies. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir los dulces y cálidos labios de Seto sobre los suyos, allí fue cuando recuperó la confianza al rodear el cuello del Kaiba con ambos brazos, asiéndolo hacia sí mientras le besaba de vuelta, agitando el ritmo de su corazón.
Seto volvió a pronunciar su nombre, gimiendo sobre sus labios y dejándose caer a la cama con ella, recorriendo su cuerpo con extrema delicadeza, como si la mujer bajo su cuerpo estuviera hecha de cristal a punto de romperse.
Ambos se alejaron, tragando la mayor cantidad posible de aire; las mejillas de Kisara eran dos granadas, tan brillantes como la misma sangre y llevó las manos a su rostro, cubriéndose con vergüenza provocando en Seto unas ganas enormes de abrazarla pero en cambio se quedó allí recostado sobre ella mirándola hasta que Kisara comenzó a bajar las manos, y esos pequeños diamantes se encontraron con dos fosas profundas de océano. Eso la hizo temblar.
"Puedo detenerme..." la voz que salió de Seto fue frágil y tierna tan parecida a un arullo, deslizó su mano izquierda sobre la mejilla de Kisara mientras que mantenía la otra mano apoyada sobre la cama.
"No..." Extrañamente el rostro de Kisara recuperó cierta fuerza, y dicha palabra salió de sus labios tan decidida como lo hace una bala que sorprendió a su dueña, e incluso al mismo CEO.
El pecho de Kisara subía y bajaba con respiraciones ahogadas, el miedo se apoderaba de ella nuevamente.
Seto volvió a sonreír, bajando sus caricias hacia el agitado pecho de la mujer, descansando su mano sobre los latidos de su corazón que comenzaban a acelerarse, las pupilas de la mujer se abrieron cual flores en primevera, dibujando un círculo perfecto en sus labios hinchados de mordidas pasadas.
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Egyptian Guitar
FanfictionSolo para aclarar, esta historia no me pertenece, todos los derechos son para la autora de este fanfiction. Es una historia que encontré por casualidad en mi búsqueda de fanfictions sobre Seto y Kisara, es de las pocas historias que me han atrapado...