La noche en Egipto era brillante.
Una suave música llenaba las tierras de Luxor, los templos y edificaciones del lugar estaban decorados con luz y las sombras que reflejaban sobre la superficie eran magníficas.
Los invitados llegaban uno por uno.
Ishizu intercambiaba palabras con el curador y director del museo, la egipcia estaba radiante con un vestido ceñido dorado que brillaba aún más que las luces dispuestas por todas las edificiaciones, un vestido largo que llegaba a sus tobillos strapless, mostraba sus finos y tostados hombros. Su cabello largo estaba rizado suavemente y una diadema de oro, propiedad de su familia, adornaba su cabeza.
Kisara, la pequeña asistente, por otro lado, portaba un vestido azulado con brillantes plateados a unos centímetros arriba de las rodillas, sobre sus hombros una chalina de seda platinada. Unos largos y finos aretes le daban un toque perfecto; su cabello estaba recogido firmemente hacia atrás y unos pequeños bucles caían al final de su cabello.
Ishizu le había dado la noche libre a Kisara quien se mantenía alejada de cualquier atención.
"Así que... aquí te escondías"
Una voz suave hizo volear a la ojiazul que se entretenía leyendo las inscripciones en las columnas y obeliscos que estaban dispuestos por la explanada de la zona.
"Oh, Marik" le regaló una sonrisa dulce.
"¡Eres toda una diosa!" El egipcio sujetó la mano de Kisara, plantándole un tierno beso.
"Gra-cias..."
El Ishtar besó su mejilla suavemente aún tomando su mano.
"¿Te gustaría bailar?"
La mirada de Kisara buscaba a Ishizu, quien aún seguía la conversación con los eruditos del museo. Una sombra de nerviosismo llenó su rostro.
"No creo que le moleste ¿o sí?" Marik volteó hacia su hermana.
"Supongo que no..."
Sin embargo la mirada de la joven no buscaba a Ishizu sino a Kaiba, el cual aún no compartía su presencia con los demás. Suspiró mentalmente, quizá sintiendo un alivio. Quizá sintiéndose estúpidamente triste.
Kisara alzó una sonrisa y asintió, siguiendo al egipcio. Al lado de ellos dos jóvenes parejas disfrutaban de la sublime música que llenaba el aire.
"¿Te gusta Egipto?" Rodeó la cintura de la mujer suavemente con un brazo, mientras que sujetaba la mano de Kisara con la otra.
"Es maravilloso... Siempre había soñado con visitarlo"
"¿Cuál ha sido tu parte favorita?"
El hotel. Aquella noche.
Kisara agitó la cabeza y un toque carmesí cubrió sus mejillas.
"No puedo... decidir"
El joven rió, sus pies moviéndose en la pista. Ambos olvidándose de su alrededor.
"Si decides quedarte un poco más... me gustaría mostrarte nuestra casa" su rostro se acercó al de ella, "es una finca a las orillas del Nilo, a unos cuantos kilómetros de aquí"
"Me gustaría, quizá, sí..." Un calor volvió a golpear sus mejillas.
"Es extraño. Mi hermana jamás había dado esta oportunidad a alguien..." el joven moreno briló con una sonrisa, "...quizá fue el destino"
"Tal vez. Los dioses son buenos conmigo"
"Ahora lo entiendo" y siguió danzando con ella.
Sin saberlo eran observados por una sombra allí sentada en una de las mesas cercanas a la pista, con una bebida en la mano y en la otra el celular, los labios del CEO se fruncían amargamente al contemplarlos. Él nunca había congeniado con el hermano de Ishizu, algo no le agrada de él.
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Egyptian Guitar
FanfictionSolo para aclarar, esta historia no me pertenece, todos los derechos son para la autora de este fanfiction. Es una historia que encontré por casualidad en mi búsqueda de fanfictions sobre Seto y Kisara, es de las pocas historias que me han atrapado...