A los catorce años ya éramos inseparables. A veces te esperaba cuando terminabas de jugar a la pelota y otras veces tú ibas a comer con Amelia y conmigo al centro comercial.
Mi mamá se había acostumbrado a tenernos a los dos tomando once y ya ni preguntaba si venías. Ponía la mesa para los cinco.
En abril, cuando apenas habían nubes en el cielo llegaste a media tarde con las mejillas rojas y emocionado.
—Tengo Novia—Me dijiste y tu sonrisa era tan grande y brillante que solo salté contigo de la emoción.
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Sin azúcar
Short StoryYo era como el agua en un estanque. Quieta como nada podía estarlo, reflejando al cielo, inmóvil y clara, aguardando por una brisa. Solo que yo no sabía que tu ibas a transformarte en esa brisa y más tarde en un huracán.