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Fui a buscar a Dylan muchas veces y me encontré con que había salido con su novia o con los chicos del equipo de Futbol. Quizás Dylan Ortiz ya no tenía tiempo para su amiga rara.

*

Toqué la puerta de madera pintada de verde unas cuatro veces—Hola—Dijo un chico con un arete pequeño en la oreja izquierda y el pelo revuelto— ¿Quién eres?—Me preguntó y yo supuse que era Federico.

—Soy Nye Rodríguez supongo que tú eres Federico—Estoy segura que él no podía reconocerme y me tenía ahí en el umbral sin hacerme pasar a la casa y estaba haciendo un frio horroroso.

— ¡Que mierda! ¡Has crecido demasiado! ¡Pasa!¡lo siento!—Dijo Federico peinándose su destartalado pelo y haciéndose a un lado para que pasara.

Nos sentamos en la cocina frente a la mesita de madera y Federico puso la tetera a hervir. Yo no tenía idea de que hablar con él.

—No sé dónde anda mi hermano pero sé que anda con esa... la Débora. Me cae como patada en los huevos. Es una mina tan pesada y falsa. No sé a qué hora vuelve pero si quieres puedes esperarle.

—Vale. Le esperaré—Yo miraba como él se preparaba un mate.

—Es muy tontón mi hermano. ¿Sabes? Anda con la mona esa y te tiene a ti aquí—Yo no pude evitar reírme.

—¿Qué te dijo Débora para que te caiga tan mal?—Pregunté con curiosidad. Generalmente a Federico habían pocas personas que le desagradaran o eso me decía su madre.

—Me dijo que era un vago y que Dylan no se parece en nada a mí. Y es cierto soy un vago pero ella no tiene por qué venir a decírmelo a mi casa. Es que es una pesada, ¿Quieres té o prefieres compartir el mate?. Además es esa clase de chica mandona que no le hace bien a Dylan. Disculpa que lo diga pero mi hermano se vuelve tontón cuando tiene un par de tetas delante. Anda como ido o será la edad del pavo.

—Compartamos el mate. No es tontón. Siempre ha sido despistado con las chicas.

—Pero no lo es contigo. Contigo hasta parece persona.

—Vale. Quizás es porque yo no cuento como chica—Dije y tal vez era cierto. Yo era como una parte separada de Dylan.

—No sé—Dijo Federico pensando mientras chupaba la bombilla.

*

Las semanas fueron pasando y yo me había hecho una visita regular de Federico y su madre. Dylan nunca estaba y cuando me decía que estaría en casa acababa de irse. Yo me estaba imaginando que tal vez Dylan Ortiz ya no quería verme y no sabía que había hecho mal.

Aunque tampoco se lo había expresado a su familia porque no quería que se involucraran.

Sabía que Federico no era Dylan pero hablábamos harto y tal vez Federico no tenía a quien contarle sus cosas porque todos creían que él era demasiado relajado y que no tenía preocupaciones, pero eso no era así.

Mientras dejábamos reposar la hierba del mate Federico me contaba cosas de él. Como que se arrepentía de haber dejado el colegio para dedicarse a la música, de  irse a vivir con Helena, o gastarse la plata en su nueva guitarra y viajando cuando podría haber empezado a juntar para comprar una pequeña casa.

A veces Federico me decía que envidiaba un poco a Dylan porque tenía una amiga como yo. Yo le decía que el también tenía amigos.

—Los tengo—Dijo Federico—pero de esos que aparecen para pasarla bien. Ahora que me he quedado sin un duro y que he dejado la música son re pocos los que aparecen. Yo creo que me voy a trabajar con mi tía al campo un tiempo.

Sin azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora