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La maestra nos regañó tantas veces en una semana que perdí la cuenta. El martes eran tres.

Distintos profesores se habían dado por vencidos al intentar separarnos y aunque nos sentaran en extremos diferentes de la sala para que pudiéramos callarnos encontrábamos la forma de lanzarnos miraditas burlonas o molestarnos cuando la maestra volteaba.

También usábamos mucho las notitas en pedacitos de hojas de cuaderno.

Terminamos en inspectoría por culpa de tu notita diciendo que la maestra era una señora amargada y con mal aliento.


Sin azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora