*Septimo Dia
Parte 2
Sus besos hicieron que se olvidara de todo. Hasta se le alivió el gran dolor de cabeza que tenía a causa del… de su problema. No le gustaba llamarlo trauma, tampoco cáncer, no le gustaba llamarlo de ninguna de esas formas. Era su pequeño problema, su gran error. Y ya está. Estaba pagando por su descuido… Abby pensaba que en esta vida cada uno tenía lo que se merecía. Y ella se incluía en ese pack
.
- ¿Estás segura? – dijo Niall, aun sorprendido por su petición. Ella asintió, energéticamente. Si hablaba, se iba a poner a llorar. – Cielos, cuanto te amo… - besó su frente. – ten en cuenta que no he hecho esto nunca… soy… un inexperto.
- Dejémonos llevar, a ver lo que pasa. – Ella buscó su boca, en medio de la oscuridad de la madrugada, en aquella cala de Los Ángeles, encima de la arena, después de una extraña ‘cena’ perfectamente preparada, para ellos dos… ¿Y qué más perfecto que terminarlo con esto?
Abby lo deseaba como nunca había deseado a un hombre. Quería sentirlo… más suyo que nunca. Y quería que él la sintiera.
Sintió como las calientes manos de Niall le quitaban el traje de baño. Sería la primera vez que se veían completamente desnudos, el uno al otro. Pero eso le daba igual… la vergüenza se había esfumado, dando paso a la pasión y el amor. No, el amor nunca desaparecía, siempre permanecía allí, tanto de ella, como de él, como de los dos… suyo. Sintió como su mano bajaba, deslizando el húmedo traje de surfista por su cintura. Sus pechos estaban descubiertos. Pequeños, redondos, perfectos… pensó Niall. Suyos. Se quedó sin aliento, al observar los rosados pezones. Un rubor cubrió la semi bronceada piel de Abby. Dudaba entre cubrirse o no. Cuando Niall se inclino, por instinto propio, para besarle los senos. Y reprendió la pasión de nuevo, un pequeño bache, una pequeña vergüenza, superada. Ya no más. Buscó la cremallera del traje de Niall, la bajó, y hizo lo mismo que él había hecho con ella, lo deslizó, suavemente por su cuerpo. Dejando ver los trabajados músculos del cuerpo de él. Ella, desintencionadamente, pasó el dedo por el definido musculo del brazo. Lo bajo, atravesando el pecho, los pequeños pezones oscuros, por los abdominales. Cada onda de ese formado abdomen era un suspiro. Se detuvo. El traje terminaba allí, solo quedaba bajárselo por las piernas. Abby dudó de nuevo. Nunca… dios, nunca había hecho esto antes. Tenía dieciocho años, igual que él. Tenía anillo de castidad, igual que él. Y estaba rompiendo su promesa. Pero con él. Además… juraba, prometía a dios, que él, que Niall, era el amor de su vida. Así ¿Qué más daba? ¿Unos papeles, un matrimonio por medio, cuando ambos sabían lo que sentían el uno por el otro, con o sin anillo de casados? Niall la observaba. Entrelazó sus dedos en su pelo, en su melena larga, preciosa, perfecta. Como ella. Y sus ondas, parecían una cascada chocolate con destellos de oro. Suspiró y miró hacia abajo, donde las pequeñas manos de Abby estaban, quietas, sin saber muy bien qué hacer. Por un lado quería, y tanto si quería, quería perder la virginidad con Niall, quería que le hiciera el amor. Ahora, en este preciso instante. Pero por el otro, tenía miedo. No sabía muy bien porque… pero una pelotilla de nervios se acumuló en su estomago, haciéndola sentir mal y bien a la vez.
- Si no te sientes preparada… no tenemos por qué hacerlo. – Dijo él, abrazándola y besándole la cabeza.
- ¿Tú quieres? – Dijo Abby, apoyando su frente en el hombro.
- Claro.
- Romperás tu promesa conmigo.
- Me da igual. Te amo, y eso es todo. Y quiero hacerlo, pero solo si tú estás dispuesta.
- Entonces, si. – Ahora, más decidida que nunca, bajó de un tirón el traje de Niall y él se lo terminó de quitar, dejándolo tirado por la arena.
Un suspiró salió de la boca femenina. Intentó no parecer sorprendida, pero lo estaba, ¡dios, si lo estaba! Niall no pudo evitar soltar una carcajada. Algo que inundó los oídos de Abby de pleno placer. Y él la abrazó entonces.
- Creo que me toca. – dijo Niall hurgando hasta donde llegaba el traje de Abby.
Ahora él estaba completamente desnudo, pero ella no. El traje de surfista le quedaba hasta por un poco debajo del ombligo, decorado por un coqueto piercing. Deslizó el traje por sus piernas y Niall volvió a suspirar. – Eres hermosa. – dijo, plantando un beso, sin pensarlo, en su depilado Monte de Venus, ahora descubierto. Abby se sonrojó.
- Tú también… eres guapísimo.
Alguien los podría ver, a pesar de ser casi las cuatro de la madrugada. Pero en ese instante, todo daba igual. Niall acarició la espalda desnuda de Abby, lo hizo que se fueran tumbando, medio en la arena, medio en el mantel. Hacía frío, calor, una mezcla de los dos. Ella se arqueó debajo de su cuerpo cuando la excitación los abrumó. Niall abrió los ojos, después de una cálida ronda de besos compartidos, con lengua, o quizás pequeños, con algún mordisquito de por medio.
- No tengo preservativos. – dijo incorporándose. Abby pasó sus brazos alrededor de su espalda y lo volvió a apegar contra ella.
- Da igual, mañana tomaré la píldora del día después. – le sonrió, complaciente.
- Ya te acompañaré al hospital.
- Crearemos polémica.
- No tiene por que saberlo nadie. Somos famosos, pero no tontos. – concluyó Niall. – De algo servirá chantajear al médico, si es una mala persona. – entrecerró sus pequeños ojos, luego, terminó por encogerse de hombros.
A Abby le pareció tan adorable que no pudo evitar volver a besarlo, tan intensamente que todo pareció empezar de nuevo. O esta vez, empezar de verdad. Y algo más extraño, y algo que empezaba a llenarla, y humedad, y dureza a la vez. Y la despedida de la luna, y la entrada del sol que los iluminaban a mitades diferentes, haciendo que la escena fuera aún más romántica. Y el sonido de las olas del mar, de fondo, relajantes, a la vez morbosas, sin dejar de recordar que estaban en una playa. Y el entrelazamiento de brazos. Y el de piernas. Y más besos, y más caricias. Y él… que se hundió en ella. Y un gemido. Y dolor, agudo, intenso. Y Niall que intenta relajarla, y él que tan tierno, lo hace lento, para que no le duela más. Pero ya está, la dulce cereza de Abby estalló, y es de Niall, solo de él, de él y nadie más. Para siempre.
Y el dolor parece avivarse por un instante en el cuerpo de Abby, y joder, no pensé que fuera así. Pero no es desagradable, al contrario. Es algo que se puede aguantar, porque es él, y es por amor. Y Niall que se mueve lento. Y Abby que se adapta. Y más besos, y más caricias. Y más y más y más. Y el sol y la luna, pareja del cielo, testigos del amor, de todo aquello que sucedía allí. Y ahora el dolor desaparece y una agradable sensación, más aun, se extiende por toda ella. Y se da cuenta, de lo juntos que están. Y él mira sus ojos, y los ve, de un azul, profundo a la vez, que no dice nada y todo al mismo tiempo. Y sus caderas que se juntan. Y sus cuerpos, que forman uno. Y sonríe. Y placer, y juego y amor, amor, amor, amor… Y todo eso compartido, por él, para él.
Y no paran, y siguen, y quieren más y su primera vez es hermosa, demasiado, perfecta.
-Y Dios… que estoy haciendo. Y cielo santo… que es lo que siento… algo diferente, algo extraño, algo nuevo. Y me lo hace sentir… él. Solo él. -Penso ella en su interior
Y resulta que en aquel momento él, está pensando en lo mismo. Y comparten… un primer orgasmo, una ráfaga de sensaciones, como una enorme explosión, juntos. Y más gemidos, y jadeos, y susurros, piel de pollo. Y mordiscos, juguetones, y sonrisas complacientes. Y más besos tranquilizadores, y más caricias. Y más… amor.