*Decimo Dia
¿Puedo ya? – dijo Abby, divertida.
- No, aun no. – Niall la guiaba, con las manos en su cintura. – vigila, hay unas escaleras…
Abby casi se tropieza.
- Vigila, te dije.
- Tonto. – masculló Abby haciendo puchero. – si me dejaras caminar sin los ojos vendados, me sería más fácil ¿sabes?
Niall rió. Abby sintió alboroto.
- ¿Dónde estamos? – dijo ella, ya algo agobiada.
- Ahora lo verás.
Niall quitó la venda que tapaba sus ojos.
- ¿Una feria? – dijo Abby haciendo una mueca. - ¿Y no podríamos haber venido normal?
- Es que esto aún no es la sorpresa. – Niall le enseñó la lengua, gracioso.
- ¿Entonces? ¿A que esperamos? – frunció el ceño. De repente, esos ojos azules se perdieron, detrás del hombro de Niall. - ¡Ohhh! ¡Yo quiero!
Fue corriendo a la paradita de algodón de azúcar. Sacó su cartera y compró uno que tapaba por completo su cara.
- ¿Todo eso vas a comerte?
- No, tú me vas a ayudar. Sé que adoras el algodón de azúcar. – Cogió un trozó y se lo alcanzó a Niall, él se manchó la nariz. Los dos rieron.
- Venga, ven. – le cogió de la mano y se la llevó hasta cerca de la noria.
- Hola Niall. – saludó el hombre que cobraba las entradas. – te esperaba.
- Gracias, Jack. – Abby los miró alternativamente, algo extrañada. – Vamos, nena, sube.
La empujó con prisas hacia una cabina. Ese tal Jack les cerró la puerta con seguridad.
- Disfruten del viaje. –
Niall le guiñó un ojo.
- ¿Qué pasa Niall? – preguntó Abby frunciendo el ceño.
- No lo sé. – Niall se encogió de hombros. – solo disfruta de las vistas. – le sonrió y inclinó la cabeza.
Abby vio que estaban llegando a lo alto de la noria.
Niall se sentó al lado de Abby. Cogió un trozo de algodón de azúcar y se lo metió en la boca. Cogió la cara de Abby por el mentón y la provocó a que lo ayudara con ese enorme trozo que aguantaba con los dientes. Abby sonrió y cogió de la otra punta, hasta llegar a los dulce labios de Niall.
- Esta es mi sorpresa… - susurró Niall.
- ¿Sí? ¿No me digas? – dijo Abby irónica.
Niall asintió.
- Solo que tendrás que mirar por la ventanilla para verla.
La noria se paró. La cabina se balanceó un poco. Abby miró. Se veía la espléndida ciudad de Los Ángeles a lo lejos, oscura. Y un mantel oscuro en el cielo, precioso. Con miles de estrellas y ahora, media luna. De repente, algo en lo lejos. Una bengala, subía, recorriendo todo ese cielo teñido de un azul marino. Detrás, sentía la sonrisa de Niall. El petardo explotó. Pareció el más precioso del mundo, un instante, que duró eterno. La sonrisa de Abby que se agrandaba. Y ese brillo en los ojos de pura ilusión. Y ahora el cielo, también iluminado con unas simples pero sentidas letras ‘Por siempre tu y yo.’
