Cap 11: ¡Princesa, por favor!

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ESPERTÓ en una habitación con paredes rojizas, llena de repisas con artículos que desconocía y otros familiares. Ciertamente, dicha habitación estaba llena de cosas del "Mundo de Arriba", como libros, pergaminos antiguos, cubiertos, etc.

De repente la puerta se abrió y, primero, entró una camada de slaigs; estos tenían tatuajes a lo largo del pecho y brazos, parecidos a los de Elliot, eran criaturas corpulentas, pálidas, de ojos verdes pero de pupilas blancas (¡qué loco!); llevaban el cabello negro, largo y atado como cola de caballo. Supuso que se trataban de soldados, ya que, además de que todos tenían la misma apariencia, llevaban en sus manos unas lanzas doradas con unos símbolos grabados en ella. El último slaig que entró era diferente al resto: claramente se trataba de un slaig hembra; tenía el cabello largo y dorado, como también su cola y sus ojos, también tenía tatuajes en los brazos pero el diseño era diferente: parecía ser una insignia, como si fuese un dibujo de alguna especie de estrella de mar, bastante extraña para su gusto.

Todos los presentes tenían clavados los ojos en él, especialmente aquella del tatuaje extraño; cuando ella entró, los otros slaigs bloquearon la puerta con su cuerpo, como si hicieran una barrera o muro entre sí; era claro que estaba en problemas, aún sin, a su parecer, haber hecho nada malo; y no podría escapar fácilmente.

-¿Quién sos y a qué viniste a nuestro mundo?- preguntó la "señorita dorada" con voz firme. Según había explicado Elliot, gracias al amuleto de Dashik, la "caracola mágica"; en lo que respecta al lenguaje podría hablar y entender la lengua slaigniana. ¡Qué conveniente! - Sé que no sos uno de los nuestros, ¡hablá!- insistió, pero con una voz más potente, haciendo que todos los presentes se les "erizaran" las escamas.

¿Cómo lo sabe?, ¿acaso es tan obvio?

Los soldados se miraban entre sí, tensos y silenciosos, ya que se hacían la misma pregunta. La "señorita dorada" se acercó a Fred y deslizó sus largos y pálidos dedos por los amuletos que traía consigo, observándolos detenidamente. Cuando ésta se puso a curiosear con el brazalete de perlas rojas, con cierto nerviosismo el muchacho notó que una de seis ya había oscurecido por completo, yendo la segunda en camino a oscurecer también; mientras pensaba en alguna manera de salir de este embrollo, la slaig clavó sus ojos grandes y dorados en los verdes del muchacho.

-Déjennos- dijo al fin.

-Pero, Princesa Stamia, - protestó un soldado- no podemos dejarla sola con un extraño...

-¡Déjennos! - exclamó la princesa.

Los soldados obedecieron y se retiraron cerrando la puerta tras de sí, dejando a la princesa y al falso slaig solos. Fred parecía confundido.

-¡¿Princesa?!, ¿dónde se supone que estoy?

-¿Venís a interrumpir nuestra paz y ni siquiera sabés donde estás?- exclamó la Princesa, furiosa- ¡¿qué clase de broma de mal gusto es ésta?!- el joven humano calló. Stamia se dirigió hacia una de las ventanas de la habitación, cuya vista daba al reino, y exclamó:- estás en el Reino Dorado de Seramithia. ¿A qué has venido?- Fred tragó saliva.

-¿Cómo supiste que no soy uno de los tuyos?-quiso saber antes de contestar cualquier otra pregunta.

- Antes que nada, vas a llamarme Princesa Stamia, como todos en el reino, ¿Queda claro, humano? - luego de que Fred asintiera nervioso, prosiguió-Todos los slaigs conocen las reglas: ningún ciudadano de un reino tiene permitido visitar el reino contrario sin autorización de los príncipes o de los Viejos Sabios. -exclamó la princesa, señalando la cola de Fred, la cual era plateada. - Un "slaig" plateado rondando por el Reino Dorado con tanta tranquilidad no es algo que se ve todos los días; además, ése artefacto que cuelga de tu cuello tiene magia extraña y poderosa, algo que no tenemos en éste mundo; pude sentirla apenas llegaste. Ahora, respondé mi pregunta, humano, ¿a qué viniste?

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2016 ⏰

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Ojos Púrpura © [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora