Capítulo 7

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Anastasia

Anastasia

Las lágrimas inundan mis ojos , descendiendo sin control lentamente por mí rostro mojando la piel de mis
mejillas a su paso y con lo poco que me permiten ver, observo como el rostro de Christian se
vuelve cada vez está más enojado. Su expresión me aterra, no me atrevo a mover ni un musculo, ni siquiera sé si estoy respirando a causa del pánico que me provoca este hombre, sabía que no era esa persona amable que aparentaba ser. Tengo miedo de cual vaya a ser su reacción ¿Qué va a hacerme? ¿Acaso va a golpearme?
-Ahora regreso- escupe estas dos palabras sumamente furioso y con la mandíbula apretada. Suelta mi rostro e inmediatamente agacho mi cabeza sintiendo como mi mundo se derrumba pedazo a
pedazo- no te muevas de ahí- me ordena y sin más se va de la habitación, no sin antes de azotar la puerta con fuerza.
Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse de forma tan brutal hace que salga de mi estado
lastimero y que mis sentidos se pongan en marcha. El pánico inunda a mi pobre cerebro
atormentado y su parte sensata que ha estado trabajando horas extras, está repitiéndome una y
otra vez ¡Sal de aquí! Y por primera vez en la vida le hago caso sin objeción.
Inmediatamente agarro a la sabana con la que me cubría y con movimientos torpes debido a la desesperación la hago a un lado para destapar mis piernas y con sumo cuidado comienzo a deslizar mi cuerpo al bode de la cama. Aunque lo hago despacio y con precaución, porque no estoy muy segura que valla a lograr ponerme en pie, pero lo tengo que intentar, no puedo ni quiero
quedarme ni un minuto más aquí.
Empiezo a bajar los pies al suelo, sintiendo con ellos la suavidad de la alfombra que cubre al suelo
en su totalidad. Entonces hago el triste intento de pararme pero es en vano, ya que mis piernas
las siento como gelatina  y todo lo que consigo es caer de culo de nuevo en la cama. ¡Mierda,
mierda y más mierda! ¿Por cuánto tiempo más estaré así?
Miles de lágrimas salen de mí por sentirme tan inútil en este momento ¿Por qué nunca puedo
hacer nada bien por mi cuenta? ¿Qué debería hacer? ¿Quedarme aquí sentada sin hacer nada y
esperar a que Christian vuelva y me haga cualquier cosa que el desee? ¿Debería rendirme y dejar todo a mi suerte? Siento como empieza a faltarme el aire, mi respiración comienza agitarse
porque mis nervios me están llevando al límite de la desesperación porque sé que el volverá en cualquier momento y no sé qué pueda ser capaz de llegar a hacerme.
Entre en medio del llanto dejo caer a mi inerte cuerpo en la cama, llevando mis manos al rostro para taparme los ojos, intentando de controlar mi ataque de histeria y después de unos segundos de llorar sin descanso me comienzo a calmar como si me hubieran sedado de nuevo.
Es una sensación muy rara, es como si estuviera flotando. Aparentemente mis nervios explotaron y mataron a mi pobre cerebro, porque ya no estoy pensando en nada, siento como mi mente se va quedando en blanco… pero de repente un recuerdo llega a mí.

Recuerdo…
Fue en la época en la que yo estaba aprendiendo a andar en patines, cuando era una niña pequeña de cinco años. Aún recuerdo como papa tomaba mis manos y me ayudaba a mantenerme en pie con los patines puestos, pero cuando él creía que ya lo había dominado y podía mantener el
equilibrio por mi cuenta me soltaba las manos y cuando e intentaba mover los pies, los patines simplemente se deslizaban por su cuenta llevándome con ellos, y como consecuencia siempre
terminaba en el piso con mi pequeño culo adolorido o con muchos raspones en las rodillas y en los codos.
Un día ya cansada de no poder aprender cómo usarlos, con toda la bronca del mundo los tire en el
contenedor para la basura que se encontraba en la cocina y me senté en una silla cerca de la
ventana mientras que lloraba en silencio, (Lo sé, desde niña era muy llorona)
A través de los cristales de la ventana observaba como las demás niñas de la cuadra jugaban con
sus patines, a las muñecas o andaban en bicicletas y a otros juegos más a los cuales yo quería
participar. Quería jugar con ellas, integrarme, hacer amigas pero ellas me rechazaban porque
desde jardín de niños fui adelantada dos años más porque era muy inteligente para mi edad.
Fue por ese motivo que mis padres intentaban pasar la mayoría de su tiempo libre conmigo, preparaban muy seguido salidas familiares como un día de campo en el parque o íbamos al parque de
diversiones, al acuario o al cine, ellos siempre estaban al pendiente de mí. Me demostraban constantemente su amor hacia mí y yo los adoraba.
Pero entre ellos dos, papa era quien me vivía consintiendo y mama a veces lo regañaba porque en las mayorías de las veces él era mi cómplice en todas mis travesuras, cuando quería algún dulce antes de comer el me lo daba a escondidas sin que mama se diera cuenta. O cuando mama se iba a cumplir sus guardias en el hospital durante las noches, (ya que era enfermera). Papa me preparaba
mi comida favorita y después nos quedábamos hasta tarde jugando y me dejaba dormir en su cama en esas noches.
Mis lágrimas aumentaron al recordar esos bellos momentos que viví a su lado, ahora que los
pienso fue papa quien me regalo esos patines para mi cumpleaños. Cuando me entrego la enorme caja con un moño rojo la abrí muerta de la curiosidad y cuando los vi, grite a todo pulmón de pura felicidad. No podía creer que eran los mismo patines de color turquesas que habíamos visto en una
juguetería y yo se los había pedido.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2016 ⏰

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La Subasta:  Ahora Me Perteneces (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora