Capítulo 1

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Anastasia

Salgo de mi departamento a toda velocidad ¡Ho esto es genial, está lloviendo otra vez y lo peor es que no tengo mi sombrilla! Ya que ayer se me la olvido en el taxi cuando regresaba a casa.
Bueno a pesar de todo amo caminar bajo la lluvia, adoro esa maravillosa sensación de sentir la frescura de cada gota que cae sobre mi piel, la fría brisa que acaricia mi rostro. Pero me gusta mucho más cuando hago pequeños viajes al campo durante los fines de semana en donde no existen los molestos ruidos de las bocinas de los autos, sin aquellos amontonamientos de gente que te empujan o te golpean y ni siquiera se disculpa o el calor insoportable del asfalto para el verano.
Desearía tener el dinero suficiente para poder construir una casa en el campo, así podría vivir en la naturaleza, allí en donde los árboles son sumamente altos, con sus hojas verdes danzarinas que se mueven al compás de la brisa, es allí en donde en verdad se puede apreciar el bello canto de las aves, también en los costados de la rutas se puede ver todo tipo de flores silvestres con colores realmente preciosos que la mayoría de la gente no se detiene a admirar ni por un segundo para darse cuenta de lo bellas que son. Pero cuando llueve allí es algo mágico, maravilloso, adoro sentir aquel olor de tierra mojada, no sé cómo explicarlo pero cuando estoy bajo la lluvia me inunda un sentimiento de tranquilidad, protección y dicha, en verdad es algo no tiene precio.
Es por eso que no puedo evitar que una sonrisa salga de mis labios mientras pienso en eso. ¡Pero en qué demonios estoy pensando en este momento!
Ahora solo debe concretarme en llegar en una sola pieza a mi trabajo y evitar mojarme... bueno al menos intentar no llegar empapada. Así que intento cubrirme lo que más puedo la cabeza con una carpeta de plástico de color roja en donde llevo unos papeles que se suponen que tengo que presentar a mi jefe.
Como puedo corro a toda la velocidad que me permiten mis pies, ya que llevo puesto unos zapatos con taco de aguja de color negro, si tuviera mis zapatillas deportivas correría mucho más rápido, aun no me acostumbro a estas cosas que son un peligro para alguien como yo ¡ que tiene dos pies izquierdos!.
Es por eso que prefiero mis zapatillas que son muchos más cómodas pero como comencé a trabajar en una empresa de diseño, estoy allí como secretaria, comencé hace como un mes, unos de los principales requisitos para que me dieran el puesto de trabajo era que tenía que tener una buena presencia, sobre todo porque mi jefe, el señor Alberto, quien también es el presidente de la empresa en donde trabajo es una persona muy insistente sobre este tema de nuestro aspecto.
A tal punto que todos los días sin falta a las 10 am en punto comienza a controlar a su personal, y si uno no cumple con esta orden nos descuenta el 50 % de nuestro sueldo, ya que según el con lo que nos paga nos sirve para pagar los nuestros impuestos, alimentarnos y sobra para comprar ropa decente y arreglar nuestro aspecto personal. Bueno eso es verdad y no me puedo quejar, pero en verdad, no me gusta ir todas las semanas a la peluquería, detesto ir a comprar ropa, eso no es para mí pero lo que no soporto es ¡TENER QUE LLEVAR PUESTA UNA POLLERAS TODOS LOS DIAS!
-¡Taxi! - grito mientras levanto mi brazo en señal para que se detenga el vehículo, pero todos los que pasan ya están ocupado con algún otro pasajero. ¡Dios! ¿Por qué cuando necesito un taxi nunca encuentro uno que este vacío? Es como si el destino estuviera en mi contra en el día de hoy, como si no quisiera que llegara a mi trabajo.
Aunque no soy esa clase de personas que creen en el destino, pero con todo lo que me paso esta mañana, la alarma de mi celular no sonó ya que extrañamente mi teléfono se le había terminado la batería (extraño porque antes de acostarme lo había puesto a cargar), luego el agua de la ducha no se calentaba, motivo por el cual termine de bañarme con agua fría, después mi cafetera se descompuso y casi provoco un corto circuito, y cuando me estaba vistiendo mi cancán se rompió. Y cuando por fin logro salir de mi casa está lloviendo y yo sin paraguas.
Veo que se acerca otro auto, y con la esperanza de que se detenga me acerco demasiado a la orilla de la calle, pero este no para y lo único que consigo es que me salpique con agua los pies y se me mojen los zapatos. Maldigo para mis adentros, ¡¿Qué otra cosa me puede pasar hoy?!Definitivamente este no es mi día! ¿Por qué me tiene que pasar todo esto solo a mí?
Después de cinco minutos, los cuales me parecen eternos un taxista se apiada de mi alma y se detiene, le digo la dirección a la empresa y le pido que conduzca lo más rápido que pueda ya que solo faltan veintes minutos para las diez. El solo me sonríe y me asegura que en menos de eso ya estaremos en mi destino, aunque la verdad no creo que lo consiga y solo por ser amable el trata de animarme. No sé como pero en quince minutos después bajo del vehículo, y mientras voy caminado lo más rápido que puedo mentalmente le hago un pedestal al taxista que me trajo a tiempo a mi trabajo.
Llego hasta el ascensor y aprieto el botón para que baje, por suerte está en el tercer piso, mientras lo espero observo mi reloj, solo faltan tres minutos para las diez, ¡Si, lo voy a lograr! El sonido del ascensor suena cuando anuncia su llegada. Las puertas se abren y sin darle tiempo a que se terminen de abrir entro a toda marcha pero antes de lograr ingresar, choco con algo alto y duro y sin poderlo evitar caigo sentada en el piso. Y como si fuera poco mi carpeta se me escapa de las manos y todos mis papeles terminan desparramados por el piso.
Como puedo me incorporo un poco y en cuclillas intento recoger todos mis documentos.
-Lo siento, no te vi- le digo a la persona que estaba en el ascensor sin ni siquiera mirarla, mientras continuo juntando los papeles como si mi vida dependiera de ello. ¡Bueno en realidad mi vida si depende de ellos! Cuando por fin creo que los he recogido todo, en el campo de mi visión veo unos zapatos negros que se notan a distancia que son muy costosos.
-Aquí tienes- me dice una vos masculina, muy profunda que me hace estremecer.
Levanto muy lentamente la vista, y me encuentro con un hombre que está sosteniendo uno de mis papeles con la punta de sus largos dedos. Sé que debería agarrarlo porque es un documento muy importante pero en este instante es lo que menos me interesa, sino aquel ejemplar masculino que lleva puesto un traje negro hecho a medida, en donde debajo de este esconde su perfecto cuerpo, que se nota a kilómetros de distancia que sus músculos está muy bien trabajados (A pesar que lleva puesto un traje), sus caderas son sumamente estrechas, su espalda ancha. Continuo recorriendo su cuerpo hasta llegar a su rostro, que por cierto fue un grave error, ya que me encuentro con unos ojos de color gris oscuro, penetrante e intimidante a la vez, pero a pesar de eso tienen un brillo especial
Esos ojos. ..son realmente hermosos y enigmáticos y con ellos me observa atentamente, pero lo que no comprendo es porque me resultan tan familiares. Es como si ya los hubiera visto antes.
-¿Se encuentra bien señorita?- Me pregunta él en tono divertido. Y es allí cuando me doy cuenta de que me quede embobada viendo sus ojos ¡Dios qué vergüenza!
Prácticamente le arranco el documento de su mano y parto la mirada rápidamente de él, como si su rostro fuera una luz deslumbrante y fuera a quemar mis ojos. Siento que mis mejillas están calientes, mejor dicho ¡ESTAN HIRVIENDO! estoy segura que mi cara debe parecer como un tomate. ¿A caso mi día no puede mejorar? Quisiera poder cavar un agujero en el suelo y enterrarme allí viva ahora mismo.
-Hee... s-si... e-estoy bien, gracias - respondo tartamudeando, ¡Ho, esto es maravilloso! Ni siquiera puedo hablar como una persona normal.
Cuando por fin tengo todos mis documentos en mis manos, me levanto con cuidado, pero en el último instante mis pies me juegan una mala pasada, y no sé cómo, pero pierdo el equilibrio y cuando pienso que voy a volver caerme en el suelo, siento como algo cálido y fuerte me envuelve entre sus potentes brazos.
-Ten cuidado- me dice mientras me estrecha contra su cuerpo.
Sé que debería sepárame de él, alejarme de el por tenerme más tiempo del necesario atrapada es su abrazo. Pero no quiero que lo haga y él tampoco tiene la intención de soltarme, se nota que no quiere soltarme y lo más extraño es que tampoco quiero que lo haga, y como si fuera capaz de leer mis pensamientos aumenta la presión de sus brazos a mi alrededor, perecemos como una pareja de novios que no se han visto en semanas. Sé que Es raro, sé que es un extraño pero esta sensación que me invade es tan...reconfortante.
¡¡¡¿ RECORFONTANTE?!!!
¡¿Pero que esto haciendo?! ¡¿A caso enloquecí? ¡¿Cómo puedo estar abrazada así con un extraño?!
Rápidamente me separo de él. Y sin darle tiempo a nada corro hacia al ascensor muerta de vergüenza. Entro e intento presionar del botón del quinto piso pero mis nervios me están traicionando, hasta que por fin lo consigo y las puertas comienzan a cerrarse, y es cuando recién me doy cuenta de que aquel hombre me observa sin ni siquiera parpadear, hasta que las puertas por fin se cierran por completo y el desaparece de mi campo de visión.

La Subasta:  Ahora Me Perteneces (Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora