Peligro

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~Elisel~

Como todo lo bueno termina rápido, ya era hora de dejar las charlas bonitas y empezar a patear traseros de nuevo. Ya había pasado demasiado tiempo en calma.

La "fabulosa" tarde de Asa consistía en ver películas y jugar videojuegos.

No era mala idea...hasta que no hubo servicio a domicilio. Era como un ritual para este tipo de días: pizza, refresco y palomitas y muchas palomitas.

No traerían la dichosa pizza, así que alguien debía ir por ella. Lo haría  Asa mientras Finlay (será Enoch en la película) iba por las películas y yo prepararía cómodamente los videojuegos porque soy bien floja.

Pero el besitos recibió una llamada: Era Ella.

El sujeto parece una maldita quinceañera cuando Ella viene o se comunica. El mundo entero puede estar colapsando y él seguirá tirando baba por ella. -Es estúpido...pero adorable en su medida. (Pero más estúpido). -

- No se va a mover de ahí en un buen rato - dijo suspirando Finn

-Tengo hambre - me quejé

-Igual yo- Nos miramos - ¿Quieres ir  por la pizza o por las películas?-

Ambas opciones cruzaron por mi cabeza. Iría sola. Pero por alguna extraña razón no consideré entrar en peligro. Sólo escuchaba mis tripas gruñir.

-La pizza-

-Muy bien- Se levantó- Eh! Mauritius, iremos por las cosas, cuando termines prepara el...-

Asa levantó su mano con el pulgar arriba y se encerró en su hábitación. Fue todo. Así que salimos. Me detuve en el umbral, volteé a ver mi mochila apoyada en sofá que me habían asignado. -Estará bien- dije a mi pertubada mente - Será solo unos minutos.

Finn y yo nos econtraríamos en la esquina cercana al departamento. Al separarnos puso su gorra en mi cabeza.

-Recuerda que debes ser precavida - dijo, y por un momento quise tener mi mochila para abrazarla fuerte. Un viejo reflejo, pero él no hablaba de eso - Cúbrete, así, como un espía. Es divertido - y sonrió. Le dovolví la sonrisa. Porque su noción era algo irónica: si era una espía...masomenos.

Fui a pie. Estaba un poco lejos pero quería llegar en el momento justo. Pensaba en el rodaje, en lo divertido que me la pasaba últimamente. En lo "normal" que me sentía. En las palabras de Tim. Pensaba en Ella...y en Asa. Parece un drama extraño en el que estoy metida. Pero me siento a salvo...y eso está bien.

Llegué a la pizzería, pregunté por mi orden, y esperé. Sentí en la nuca ese cosquilleo de cuando alguien te mira. Mis sentidos se despertaron un poco. Muy disimuladamente dí  un vistazo: Nada. Todos se veían normales. Había una familia de 6  disfrutando de una pizza de jamón. Una pareja de ancianos comían de una sola bandeja una caliente lagsaña. Unos jovenes cerca de la ventana esperaban su orden tomados de la mano y conversando, y en la mesa mas grande un grupo de amigos bebía cervezas frías y reían como locos. Eso es felicidad. -Quizá alguien te veía antes- susurró mi mente. Un escalofrío corrió mi espalda. No, otra vez no.

Me levanté y fui al segundo piso, ahí vendían las tartas y helados. Pero no estaba habilitado hasta mas tarde. No había gente, solo un gran balcón que daba la vista a la calle. El sol estaba en la mitad del cielo, presumiendo a todos la vista que poseía. No había ninguna nube cerca. Bajé mi visión y no vi a nadie sospechoso en la calle. Exhalé. Menos mal.

Giré y caminé al puesto de tartas. Veía el menú, cuando alguien me tomó del cuello y jaló de mí hacia atrás. No tuve tiempo ni de quejarme. Me arrastró a la cocina y de un solo movimiento me golpeó en la pared. Quedé aturdida, y cuando pude enfocar mi vista...era él. Asqueroso miserable. El tipo de la tienda, el que siempre estaba con Black. Fruncí el ceño. Iba como un turista. Calentador, un buso del Tio Sam y una desgastada chamarra. Si hubiera prestado atención...

-Maldita rata - dije entre dientes

-Silencio, gusano. Ahora dime...-se acercó más. Pude distinguir su aliento a licor- donde está la...-

Escupí en su cara

- En tu trasero. Déjame ir bastardo-

Se limpió y apretó más mi cuello, allí atrás nadie me escucharía, y en caso de hacerlo, no podían hacer nada. Agradecí no llevar la mochila. Pero tenía que deshacerme del tipo. Ahí, y ahora porque de lo contrario, el resto me encontraría.

-¿Crees que lo haré , gusano? Luego que desapareciste por tanto tiempo, dieron por fracasada la misión- apretó mas. Ya sentía sangre en mi traquea. Dolía- Nos hecharon a todos los cabecilla. A cada uno por "ineptos". Pero solo fue, porque era miseriordioso contigo, niña. He vivido como un mantenido, arrimado y hasta he robado para mantenerme bien. Pero eso se acabó - Apretó aun más. Mi visión se hacía borrosa. Empecé a patalear y el me levantaba del piso. Mis pies colgaban.- Me darás esa maleta y luego...-sonrió maliciosamente- desearás no haber nacido nunca.-

No. Aquí no.

Cerré los ojos e inhalé el poco aire que podia pasar por mi traquea. Un solo movimiento. Si las mujeres no tenemos la fuerza de los hombres, se recompensa en su punto débil: su paquete. Golpea un poco ahí y los verás llorar como niñitas. Eso hice. Una sola patada bastó, y el mal nacido me soltó. Abrió los ojos como plato y se agachó agarrando su estropeado amigito.

No había tiempo de recuperarse. Le dí una patada en toda la cara, y corrí por la cocina buscando armas. No tenía fuerzas para hacerlo con mis manos...pero iba a matarlo.

- ¡MALDITA SEAS!- gritó y corrío en pos de mí.

Ninguna cosa para usar como arma, solo un tanque de gas enorme. Corrí hacia él y tiré de la maguera. El gas empezó a escapar violentamente. Ahora una mecha - pensé. Ví un encendedor colgado en la pared. Me levanté para tomarlo. Demasiado tarde.

El hombre vino desde atrás y me tomó por los cabellos. Me agarré de su muñeca para evitar el jaloneo y apreté mis dientes para soportar el dolor. Sentía sangre en mi garganta y el gas hacía que mi naríz picara.

El hombre me arrastró hasta la altura del balcón y colgó mi cabeza de él.

-Ésa caída no te matará - dijo apretando mi cuello nuevamente - pero al menos te romperá un hueso, y me dará el tiempo suficiente para destriparte mientras sollozas todo lo que sepas, estás de acuerdo? - sonreía. Ya estaba chalado.

Lo que ocurrió después fue casi todo espontáneo. Hace mucho, mucho tiempo que no lo utilizaba. Era doloroso.  Levanté mi cabeza. Y miré el encendedor al otro lado del piso.

Me concentré. Sentí el dolor en la mitad de mi frente. Y sentí correr sangre en mi nariz. Cerré mis ojos e imaginé al encendedor cayendo. Cerca del tanque. Apreté más mis ojos. El tipo reía y reía. Mi cuerpo estaba la mitad colgando, solo me sujetaba mis manos.

- Vas a lamantar- esuché decir al tipo.

Y en mi mente, estaba el encendedor. Me concentré solo en eso. Dolía.

En mi mente, hizo chispa.

Csht

Cómo cuando alguien ordena silencio. Abrí mis ojos y vi como el fuego nacía, y se aproximaba violentamente, expandiendo el gas por todo el piso.

Solté mis manos.

Boom!

Hizo todo

Caí de espaldas y reboté lejos,  el aire que quedaba en mis pulmones salió asperamente. Cubrí mi cabeza para protegerme  de los escombros que caían. Respiré lento, e intenté incorporarme.

Fue ahí que vi lo peor.

El fuego se expandió hasta el cielo...y de pronto.

Boom, por segunda vez.

El primer piso se destruyó. Volví a agacharme para protegerme. Miré impactada. ¿Cómo rayos?...El tanque...el tanque venía desde el piso de abajo, estúpida.

Escuché los gritos de la gente. Los lamentos y las sirenas acercándose.

Cerré mis ojos.

Hoy no habrá pizza.










La Culpa Es De AsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora