Capítulo 6

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Estoy aterrado... Y a penas si ha comenzado a la reunión. Entré detrás de Aoi; tal como él me había indicado. Y entonces me vi solo, rodeado de gente desconocida y peligrosa. Aoi fue al lado de un tipo pelirrojo; su dueño, el jefe de esta particular congregación. Y yo estaba asustado, temblando porque no sabía a dónde ir y no veía a Akira por ningún lado. Me giré de manera brusca y entonces choqué con el rubio al que estaba buscando.

Todos nos miraban de reojo, muy atentos a lo que ocurría, como si por una palabra fuera de lugar fueran a reaccionar y a quemarme en la hoguera como a las brujas. La verdad no me sorprendería. Me esperaba cualquier cosa de esta panda de depravados en hakama a los que ahora debía tratar con respeto por un traspiés del destino.

-Vamos, siéntate...-Akira me agarró del brazo más fuertemente de lo que me hubiera gustado para acompañar a esas palabras

Me dolió pero a pesar de ello no me quejé; sabía que Akira lo hacía para reafirmar su autoridad sobre mí, y no podía negarme. También sabía que su intención no era hacerme daño. Akira es un buen chico, después de todo. No sé qué hace aquí, entre esta panda... Podría haber sido un trabajador respetable como cualquier otro. Debe haber alguna oscura historia tras su entrada en la yakuza. Pero no sé si quiero saberla. Creo que mejor me quedaré con la imagen que tengo sobre él. Un yakuza amable y torturado por su profesión. Que dramático, ¿verdad? Seguramente de puertas para afuera todos lo respetan y lo consideran el ser más despiadado del mundo. Pero yo he visto su otra faceta, su lado tierno. Y me quedo con él.

Tomé asiento junto a él sobre el tatami; y una criada nos trajo una bandeja con una botella de sake y una copa. Me fijé en ella un momento. Las únicas mujeres presentes en la reunión eran las sirvientas. Servían a todos los señores lo que precisaran y sus edades iban en un amplio abanico desde mujeres en edad de jubilarse hasta señoritas que parecían salidas del instituto. Esta era una de ellas. Me daba verdadera lástima. Tendría unos... ¿Dieciséis? ¿Diecisiete años como mucho? Era linda... Y parecía frágil. De verdad esperaba que le fuera bien y que el jefe no abusara de ella, o algo parecido. ¿Cómo pueden meter niñas así aquí? La gente es realmente idiota... Mucha suerte, pequeña, mucha suerte...

-Sírveme-Akira me sacó de mis pensamientos y dejé de mirar a la muchacha para tomar la botella con las manos temblorosas

La incliné lentamente sobre la copa rezando porque el sake no se derramara debido a mis pequeños espasmos.

-Relájate, Ruki...-Akira me lo dijo entre dientes, para que solo yo fuera capaz de escucharle-O lo notarán...-camufló esta última frase bajo la manga de su hakama, tras un oportuno ataque de tos

Así que hice lo que me pidió. Traté de relajarme, serví su bebida y deposité la botella en la bandeja. Akira levantó la pequeña copa y se la llevó a los labios; bebiéndosela entera con parsimonia. Yo miré hacia abajo y me distraje observando los bordados de las mangas de mi bonito traje. Me puse a contar las puntadas que habían dado en ellas; los pétalos de las hermosas flores de loto rojas, las lineas simétricas que apenas si se notaban al rededor de ellas...

-HAHAHAHAHAHAHAHA-

Una risa histérica; salida de lo más profundo de la garganta de alguien resonó en toda la sala. Procedía del líder del grupo. Aquel chico pelirrojo sonreía como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo. Los demás mantuvieron el silencio, expectantes a su explicación. Estaba claro que temían lo que pudiera pasar... Ese chico debía ser realmente malo. Además parecía estar algo tocado... Tenía esa mirada llena de locura que nunca llegaré a comprender. Sería mejor mantener las distancias con él.

-Tranquilos, chicos; solo se me ha caído la copa...-su semblante alegre cambió repentinamente a uno duro cuando miró a Aoi para ordenarle-Recógela-

NantaimoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora