Capítulo 8

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Todo había terminado por fin, así que al menos podía respirar con tranquilidad. Me encontraba sobre el blanco futón, sin nada más que una manta para cubrirme. Akira había vuelto a la sala para completar el ritual, y me había dicho que me quedara allí.

¿Pero por qué no me había obligado a hacerlo con él? ¿Por qué no lo habíamos hecho? ¿Qué era lo que bloqueaba la mente de Akira? A ver...si no me obliga mejor para mí, pero... Soy un animalito curioso por naturaleza. Me gusta saber.

Tenía que parecer que había ocurrido lo que tenía que haber ocurrido, así que me revolví el cabello y me froté la cara con la mano para desordenar mi maquillaje. Di un par de vueltas sobre el futón, dejándolo desordenado.

-Ruki...¿Qué haces?-

-Creando la ''escena del crimen''-utilicé mis dedos para enmarcar las comillas

-Deja de hacer tonterías, alguien lo limpiará antes de que nadie pueda siquiera verlo, nos vamos-

-¿Ya está?-lo pregunté en voz baja y miré a ambos lados, preocupado por si aún nos escuchaban

-Sí-se dirigió a un pequeño baúl que se encontraba en una esquina de la habitación y sacó de ella una bata azul de seda-Nos vamos a casa-me la tendió

Salimos de la mansión por una puerta distinta a por la que habíamos entrado y un coche ya nos esperaba fuera. Había anochecido ya y hacía bastante frío. Entré en el coche y esta vez Akira se sentó conmigo en la parte de atrás. La cabina estaba cerrada, por lo que el chofer no podía ni vernos ni escucharnos.

-Y... ¿Tora-san?-en cuanto mencioné ese nombre reaccionó de inmediato-¿No viene con nosotros?-

-Me temo que Tora-san siempre va por su cuenta-sonrió falsamente, esa frase iba cargada de algo más que un comentario jocoso cualquiera

Esto era demasiado misterioso, la incertidumbre me estaba matando. ¿Y Uruha? ¿Qué le habría pasado a él? ¿Estaría bien? ¿Habría vuelto ya a casa? No tenía ni la más mínima idea... Pero necesitaba saberlo. Me preocupaba realmente...

**

Llamaron a la puerta de la habitación y no pude evitar girar mi cabeza hacia allí. Kazuki nunca llamaba. ¿Quién era entonces? Me puse el velo rápidamente y aclaré mi voz antes de invitar a entrar al desconocido:

-Adelante-

La puerta se abrió lentamente y dejó ver a una adolescente... ¿Tendría quince, dieciséis años? Medía bastante menos que yo y tenía el pelo castaño recogido en una coleta. Su vestimenta me recordaba a la de Chihiro cuando trabajaba en la casa de baños.

-¿Quién eres?-

-Siento molestarle, Aoi-sama...-

-¿Y qué es lo que quieres, pequeña?-

-Me...me envía el Kumichou-

-¿Mm? Pues dile que no quiero saber nada de él-

-Pe...pero él me ha dicho...que quiere que vaya con él a...a mi habitación-

-¿A tu habitación por qué?-

-No...no lo sé pero...si...si usted no va puede que...que me castigue-

-Te aseguro que si voy me castigará a mí, cielo. Pero a diferencia de ti yo sé de sobra cómo afrontar el castigo-abrí el cajón de la cómoda y rebusqué un poco hasta encontrar papel y una pluma-Dime, ¿cómo te llamas?-

-Aiscrim, señor-

-Ya no-escribí algo en aquel trozo de papel-Ahora te llamas Kurimu, ve a esta dirección cuando caiga la noche y di que te mando yo, cuidarán de ti-

NantaimoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora