Capítulo 6

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Lo único que podía hacer Lili en ese momento era cubrirse con su toalla para secar su cuerpo y su cabello. Pero había un pequeño inconveniente: había dejado toda su ropa dentro de sus cajones, y para peor Gilbert seguía en aquella habitación. Sería completamente natural que siendo hombre se cambiara en el mismo cuarto que él. Y ahí estaba el problema. Gilbert notó que ella era mujer de la forma más incómoda posible.

"Supongo que sólo me queda pedirle ayuda...", pensó, temblando de frío y nervios.

―Eh... ¿Gilbert? ―preguntó, dudando.

Hubo un silencio incómodo en el que ambos quisieron que los tragara la tierra.

―¿Q-qué? ―tartamudeó el albino.

―Uhm, ¿p-podrías pasarme mi ropa...? ―titubeó Lili―. O salir de la habitación... por favor...

―¡Y-ya salgo! Avísame cuando pueda volver a entrar... ―respondió él. Se escucharon pasos en la habitación, seguidos de un portazo como el que había hecho cuando entró a la ducha. Era seguro que él había salido, por lo que Lili abrió lentamente la puerta del baño y caminó hacia los cajones donde guardó su ropa. Cuando ya estaba completamente vestida llamó a Gilbert.

―Gilbert, puedes volver ―dijo ella, sentada sobre el colchón, aún sonando nerviosa. El peliblanco pasó a la habitación y tomó asiento junto a Lili. Ambos se veían nerviosos, jugando con sus dedos, sin decirse ninguna palabra.

―¿Así que...? ―Gilbert respiró profundamente―. ¿Tú...?

―Ajá... ―asintió la rubia, mordiendo su labio. De nuevo se detuvo a pensar en sus rasgos―. No lo parezco, ¿verdad...?

―¿Por qué...? —musitó el albino—. D-digo, ¿por qué viniste? ¿Por qué vendría una chica a una escuela para hombres...?

—Uhm, bien, esto, yo antes iba a una escuela pública, gané la beca, aquí estoy —contestó Lili. Su mano se aferraba con fuerza a la manta sobre la cama.

—¿Y no pudiste simplemente rechazarla? Digo, ni siquiera yo vengo aquí por gusto, la verdad es un instituto bastante cutre, preferiría por mucho ir a una escuela pública —comentó él. "Antes no parecía muy dispuesto a hablar de sí mismo...", se dijo Lili. "¿Esto es un progreso?"

—Bueno, la verdad no la paso muy bien en la escuela pública, apenas me llevo con mi hermano, y él casi nunca está en casa —respondió. ¿Pero qué hacía contándole las razones de su intercambio? Era más grave el pensar que podría delatarla tan solo para librarse de tener que compartir habitación con ella—. P-pero ese no es el punto.

—¿Y cuál es el punto de esta conversación? —preguntó Gilbert—. ¿No pensaste que estarías rodeada de un grupo de pubertos hormonados? Hasta donde yo sé, aparte de las profesoras, tú eres la única mujer aquí...

Bruder dijo lo mismo... —susurró ella. Recordar a su hermano por un momento logró calmarla—. Pero estaré bien, en serio. —Una pregunta llegó a su cabeza luego de esa charla—. ¿Por qué te preocupas por mí ahora? Pensé que no te agradaba.

Gilbert dudó.

—Me preocupo más por mí mismo. Es la primera vez que comparto habitación con alguien, y ahora resulta que es una chica infiltrada —contestó—. ¿Y qué si te sucede algo? Cualquiera de los otros chicos podría darse cuenta... o propasarse... —Lili lo observó confundida—. Oh, espera, olvidé que todos aquí son demasiado gays, ¡kesese!

—¿Cómo? —preguntó ella. "¿Una escuela de chicos homosexuales...?" pensó.

—Te lo explicaré luego. Pensándolo bien, ¿cuál es tu nombre real?—inquirió Gilbert—. No puedes ser una chica y llamarte Lion.

Lion Zwingli [PruLiech]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora