Capítulo 5

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Antes que Lili tuviera tiempo de reaccionar, Ludwig habló.

―Lo siento, Zwingli, él no es siempre así. Te pido perdón por él ―dijo, a modo de disculpa.

―Gil me da miedo... ―susurró Feliciano mientras se aferraba a la manga del uniforme del rubio.

―¿Dije algo malo...? ―preguntó Lili, rodeando su cuerpo con sus manos.

―No, no, no es tu culpa. Yo mencioné un tema sensible ―continuó Ludwig.

―¿Quieres que vaya a hablar con él, Ludwig-san? ―inquirió Kiku.

―Diría que no... ―respondió.

Lili aún no notaba qué estaba sucediendo a su alrededor. Lo único que entendía era que ambos parecían ser hermanastros, pero que Gilbert no estaba feliz con su nuevo padre. O que le hubieran asignado que ella fuese su compañera de cuarto. "¿Por qué se enoja tanto si lo acompañan...?", se preguntó, observando a un punto en la pared. Ella estaba más que feliz de vivir sola con su hermano en Estados Unidos, ¿cómo podía alguien inclusive enfadarse con su hermano?

―Esto, ¿a qué te refieres con que has oído hablar demasiado de mí? ―preguntó Lili interrumpiendo el silencio que se había formado entre los cuatro.

―¿Ah? ―preguntó Ludwig. De pronto logró recordar de qué hablaba ella―. Gilbert no paraba de quejarse sobre que ahora tiene que compartir su habitación. No te lo tomes personal, haría eso con cualquier persona que... bueno, como él dice, "invada su espacio personal". No es tu culpa, en serio.

―Te aseguro que Gilbert-san es una persona agradable, Zwingli-san ―agregó el pelinegro. Su voz serena hizo que el pulso de Lili bajara gradualmente, pero ver a Feliciano aun temblando le preocupó―. Es el primer día, todos estamos algo alterados. Sólo se fue de su zona de confort, a cualquiera le pondría mal.

―Ya, Feliciano, Gilbert se fue ―decía el de ojos celestes al chico sobre su brazo. Parecía calmarse medida que Ludwig acariciaba su cabello; sus ojos pararon de lagrimear para acompañar a sus labios en una sonrisa.

―¡Al menos Lion no huyó! Eso significa que somos amigos, ¿eh? ―preguntó él, sonando feliz de nuevo.

―Claro ―asintió ella. Aquellos chicos no estaban en su salón, pero por supuesto quería hacer amigos.

El timbre sonó, haciendo que los cuatro se separaran a sus respectivos salones, Kiku aún con Michi en brazos. "Deben gustarle mucho los gatos," pensó Lili. Las clases continuaron con matemática con la profesora Arlovskaya, hablando de a ratos con Peter, quien todavía se sentaba detrás de ella.

Pasó rápido hasta que tocó el timbre del almuerzo. Todos salieron del salón con sus cosas como si de un holocausto se tratara, y corrieron por el pasillo hacia los pisos de arriba, con la excepción de Lili y Natalia. La mujer salió del salón, dirigiéndose hacia el lado contrario de hacia donde iban los demás. "Ahora, ¿dónde estará la cafetería?" se preguntó. "A esta hora todos deben estar yendo hacia allí, seguramente es arriba". Siguió a todos los chicos que iban por las escaleras, y pronto se encontró con un salón enorme al cruzar una puerta que decía "Cantina estudiantil".

Era muchísimo más grande que la cantina en la que solía estar cuando iba a la escuela pública, e incluso parecía innecesario teniendo en cuenta la baja cantidad de estudiantes que había. En su colegio anterior eran alrededor de mil seiscientos estudiantes, mientras que en aquél Irunya le había comentado que apenas había menos de ciento cincuenta. También todos parecían ser más altos que ella. Por poco la habrían empujado varias veces de no haber sido porque se apartó a un lado, pero incluso así logró leer el menú de la cantina. Ese día servirían pasta con salsa a elección, mucho mejor que la suerte de carne que le servían antes.

Lion Zwingli [PruLiech]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora