Sanación

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—¡Esto es inaceptable Alexa alraune seddim dragana pristina Dartken! —le gritó Aléndri con mera furia, Alexa tenía ambas manos puestas en su rostro caído.

—¿¡Cómo se te ocurre!? —le preguntó con enojo, Alexa se había enamorado de Deidmond erróneamente, no fue culpa suya, fue culpa de los pocos genes de humano que aún tenía en sus venas.

—Lo siento mamá, ya no me grites por favor —dijo Alexa en su dulce llanto, la lava le caía de sus ojos directo a las palmas de sus manos.

—Fue una extraña conexión —dijo la niña secándose las manos.

—Conexión, conexión mis cuernos, ven acá, tú y yo vamos a arreglar esto ahora —Aléndri tomó a su hija de la muñeca derecha, la hizo caminar a su lado hasta su habitación.

—No mamá por favor no me lastimes, por favor mamá no —decía Alexa tratando de desprenderse de su poderosa mano, pero ni siquiera toda su fuerza le servía para hacerlo, lloraba del temor al ver al demonio mas poderoso de todos muy enfadada.

Al llegar a su habitación la obligó a agacharse.

—Arrodíllate —le ordenó apuntando el piso con un dedo.

—No mamá no lo hagas, eso duele mucho —Alexa ya sabía que era lo que seguía a continuación.

—Dije...que te arodilles —Aléndri apuntó ambas manos hacia Alexa, haciendo que doblara sus pequeñas piernas con su telequinesis.— Debes aprender que los Ángeles son nuestros enemigos, y no puedes entregarte a uno de ellos- Aléndri movía sus dedos lentamente

—Pero la tía Sevínn se... —dijo Alexa nerviosa, el dolor de sus rodillas la hizo arrugar el rostro.

—Eso no te incumbe, cierra los ojos —Aléndri iba a quitar de la mente de Alexa los sentimientos que sentía hacia Deidmond, para esto iba a usar sus telepatía hipnótica, ya se había acostumbrado a andar con pantalón negro todo el tiempo, Alexa sí seguía luciendo mini faldas de todos los colores existentes y conocidos.

Alexa cerró los ojos mientras Aléndri comenzó a buscar en su mente, ella podía quitar y poner recuerdos y sentimientos en la mente de todo tipo de seres, después de buscar por más de cinco minutos encontró los recuerdos de un momento, el instante preciso cuando Alexa habló frente a frente con Deidmond, pero no se decían nada sobre amor, era sobre la ubicación exacta del maestro chamán Amed uknut, él era un demonio muy antiguo, de casi 8000 años de edad, quien se encargaba de curar las heridas que otros demonios no podían curarse a sí mismos, su verdadero nombre era demogorgón, Aléndri se dió cuenta de dos cosas en ese momento, primero que Alexa se había visto con deidmond solo para ver a quien podía contactar, para que pudiera curar la herida que Aléndri tenía en sus costillas derechas, misma que le había hecho el demonio Armin con su propia espada Esperántino, y segundo que ella en realidad sí le estaba haciendo mucho daño a Alexa, por lo que la soltó mientras la niña caía al suelo un poco débil, Aléndri caminó hacia ella y se agachó para levantarla mientras la abrazaba.

—Perdón mi princesa, lo siento mi amor, no lo volveré a hacer nunca más —Aléndri se sintió muy mal en ese momento, Alexa continuaba llorando lágrimas de lava, estas caían sobre el hombro de Aléndri, pero ya había hechizado su propia ropa para que no le sucediera nada al contacto con esta.

—Estoy muy débil mamá —dijo Alexa desprendiéndose de su cuerpo.

—Lo siento cariño, voy a devolverte la fuerza —Aléndri metió su mano derecha por debajo de su blusa, necesitaba tocar su pecho directamente para poder transmitirle su energía.

Alexa exhaló con suavidad mientras recuperaba la energía, le sonrió a Aléndri mientras tocaba su rostro, Aléndri necesitaba curar su herida para antes del baile de fin de mes, ya solo faltaba una semana para que el Nightfall died college lo realizará, y debía apresurarse con ese tema lo antes posible, le pidió a Alexa que la acompañara hasta la sala, la niña obedeció caminando detrás suyo, ambas se sentaron en el sofá blanco, Aléndri le dió su iphone a Alexa para que jugara Angry birds con él, luego tomó el teléfono inalámbrico de la casa para llamar a Elizabeth, ella era la única que podía decirle la dirección exacta de amed uknut.

Alexa DartkenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora