Abranelie

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—Creo que el libro apócrifo tiene que ver mucho con mi oscuro destino mamá —dijo Alexa con rostro de preocupación, Aléndri estaba sentada a su lado reflexionando precisamente sobre eso.

—Lo sé mi princesa, es algo que me preocupa mucho, en realidad no quiero que te suceda nada —Aléndri acarició su cabello.

—Más bien parece un tipo de exégesis escrita solo para mí —Alexa entrelasó los dedos.

—Tienes razón amor —Aléndri tocó su blanca pierna derecha.

—¿Es extraño no?, como de pronto te das cuenta que eres hermosa y sensual y de repente...tu futuro cambia drásticamente —Alexa hizo un rostro de semi decepción, aún no lograba aceptar que su destino fuese ese.

—Sí amor, pero tenemos que averiguar si esas inscripciones son ciertas —Aléndri se puso de pie y estiró su majestuoso cuerpo.

—Pero eso sería imposible mamá, tendríamos que viajar hasta jerusalén en el año 33 d.c, y no tenemos ese tipo de poderes aún —Alexa no creía que algo así pudiese ser posible, sobrepasaba todas las leyes de la magia, o tal vez ella estaba equivocada.

—Yo tengo muchos trucos para momentos como este, vamos al patio de atrás —Alexa se puso de pie para seguir a su madre, ambas llegaron al patio sintiendo los rayos del sol, Aléndri se paró frente a su hija.

—Escucha, la espada Esperántino no solo sirve para matar ángeles de una sola estocada, ella tiene el poder de transportar a las personas a cualquier era del pasado —Aléndri sacó su espada azul usando ambas manos.

—Eso es fabuloso mamá —dijo Alexa viendo la espada formidable.

—Vamos a viajar al 33 a.c, calcularé el lugar, la hora y la ciudad indicada a la que necesitamos ir —Aléndri creó dos capuchas negras con dorado, una grande para ella y otra mediana para alexa.

Aléndri le dijo que usar las capuchas era algo muy necesario, por si algún ángel u otro ser sobrenatural logra saber que ellas son demonios, Alexa se la puso mientras se abrochaba la parte del cuello, ambas se veían muy bien con ese atuendo oscuro y fino, Aléndri le pidió a Alexa que la abrazara por su perfecta cintura y cerrara sus ojos, ya que esos brazos deberían hacerlos así, Alexa hizo lo que su madre le pidió y cerró los ojos, Aléndri tomó la empuñadura de su espada y la colocó apuntando hacia abajo, al cerrar los ojos dijo una frase en latín.

—Tempore itinerantur hobis —dijo Aléndri con los ojos cerrados.

Una luz azul resplandeciente empezó a salir de la hoja de la espada, se fue haciendo más intensa conforme todo alrededor se deterioraba, todo el panorama daba miles de vueltas sin parar, Alexa escuchaba el sonido como si fuesen cientos de truenos al mismo tiempo, el viento de la transportación hacía ondear su capucha como una bandera, luego todo se oscureció por completo, las voces de miles de personas se oían por todas partes, Alexa los escuchaba con claridad mientras se sujetaba con fuerza, luego todo quedó en silencio seguido de una calurosa claridad.

—Ya puedes abrir los ojos mi amor —le dijo Aléndri con voz suave.

Alexa observó que frente a ella había un extenso desierto sin vida, un mar de arena que se extendía a miles de kilómetros de distancia, de inmediato sintió el cambio profundo de su hogar en Greenwood a ese árido lugar, Aléndri guardó su espada en su interior y le pidió a Alexa ascendieran unos 40 metros, ambas desplegaron sus alas y se elevaron hacia lo alto, más allá de grandes montículos de arena se observaba una ciudad, donde habían varios edificios blancos que la hacían notarse, Alexa aumentó el zoom de sus ojos para observar más de cerca, las personas lucían largas y holgadas de color gris.

Alexa DartkenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora