Capitulo 44

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Los Dothraki llamaban al cometa Shierak qiya, que significaba estrella sangrante, los ancianos murmuraban que era un mal presagio, pero Jessamine lo había visto por primera vez la noche en que quemó el cadaver de Viserys, Jhiqui y Khal Drogo, la noche en que sus dragones despertaron, <es el heraldo de mi llegada, los dioses lo han enviado para mostrarme el camino>, pero cuando expreso aquello en voz alta, Lihain la desanimó

-en esa dirección están las tierras rojas, Khaleesi, todos dicen que se tratan de un lugar sombrío, terrible

-debemos ir a donde señala el cometa-insistió Jessamine... Aunque lo cierto era que no le quedaba otro camino. Si volvían por el camino donde se encontraba todas las ciudades libres podían encontrarse con un khalasar, y lo más probable esque sea el del traidor que mato a su hermano, eran muy pocos para poder defenderse de un khalasar como ese, y puede que Jessamine pudiera utilizar sus poderes, pero no quería que le temieran, quería que le tuvieran el suficiente respeto como para seguirla hasta el mar, que confiaran en ella para protejerlos y luchar por ella en los siete reinos, que ahora eran suyos por derecho.

-Khal Moro, unos de los Ko de Khal drogo había sido el primero en abandonar a Drogo-dijo Ser Barristan mientras comía la carne de caballo dura con cierta dificultad, habían muy pocos animales en aquel desierto, si tenía suerte podían comer una que otra rata de campo o serpiente, pero si la situación lo ameritaba tenía que matar a unos de sus caballos- con el le siguieron diez mil guerreros, usted solo tiene un centenar

<No-pensó Jessamine-tengo cuatro, los demás son mujeres, ancianos enfermos y niños que apenas podían caminar>

-tiene a los dragones-dijo Pietro mientras quitaba un poco de sudor de su frente y miraba al dragón crema que se mantenía en el hombro de Jessamine, cuando su grupo se ponia en marcha ella escogía un dragón para que viajara sobre su hombro, Lihain y Andala llevaban a los otros en una jaula de madera, colgaba de un palo que iba cruzado sobre sus monturas, cabalgaban justo tras ella, demanera que los dragones no la perdieran nunca de vista, era la única forma de que estuvieran tranquilos

-recién salidos del cascarón, bastaría con una cuchilla para matarlos, aunque lo más probable esque se queden con ellos, los huevos de dragones eran valiosos, un dragón vivo no tiene precio y ahora solo hay tres en el mundo, cualquier hombre que los vea querrá ser su dueño, mi reina

-son míos-replicó Jessamine con rabia, habían nacido de la muerte de las personas que la protegieron y quisieron, por que solo una vida paga con otra vida, ella había entrado al fuego cuando nacieron y los había acogido entre sus brazos, protegiendolos-nadie me los arrebatara mientras viva-el dragón crema clavó sus afiladas garras en la hombrera de Jessamine mientras enrollaba su cola en el brazo de esta, los rayos del sol hacian que las escamas del dragón brillarán como vetas doradas y cuando esté despliega sus alas solo hacia que fuera más bellos, sin duda era el dragón más hermoso de los tres y el más cariñoso y confiado, cada vez que iba con Jessamine restregaba su rostro con el de ella, dando un pequeño rugido, casi como si fuera un ronroneo de gato, y la verdad era que no eran más grandes que ellos, bien mirados eran un su mayor parte cuello, cola y alas

-son tan pequeños-dijo Jessamine mientras tomaba un poco de carne cruda entre sus dedos y la tendía hacia el dragon pero este siseo y agito sus alas tirando el pedazo de carne de los dedos de Jessamine-no entiendo, se que tienen hambre pero no quieren comer nada

-talvez no le gusta la carne de caballo-dijo Ser Barristan

-bueno no tenemos nada más-Jessamine suspiró mientras miraba el cielo, el sol ya se estaba ocultando, las personas ya empezaban a ocultarse en sus tiendas mientras que los guerreros, Thocak, Aggo y Rakharo hacian una fogata para hacer guardia esa noche

The One: Queen Dragon (Pietro Maximoff) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora