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Luego de unos días desde la visita de Jack, Luke volvió a aislarse completamente con la idea de intentar terminar aunque sea un maldito cuento, o algo para poder dar una señal de vida a esas personas que esperaban algo proveniente de él, porque sí, aún tenía fans.

Pero no era lo mismo.

Su cuenta de Twitter mantenía ese medio millón de seguidores, y la gente lo seguía queriendo, pero no tanto como antes. Los mensajes de amor aún llegaban, pero los de odio habían aumentando.

«Prometiste volver, ¿lo recuerdas?» «Patético que alguien desaparezca de esta forma, una falta de respeto hacia sus fans» y cosas así eran las que Luke recibía diariamente, y eso lo llenaba de angustia, porque sentía cada vez más presión para lanzar algo, algo que hiciera que todos se callaran, pero no podía, no podía permitirse cometer los mismos errores de antes.

Y esos errores tenían nombres; «Sempiterno», «De la mano del pasado» y «Abril & Julio», sus más grandes éxitos, y sus peores obras según su criterio.

«Sempiterno» relataba la historia de un amor que comenzaba como algo hermoso, lleno de buenos momentos y cariño, pero terminaba convirtiéndose en algo enfermizo, puesto que ambos protagonistas deseaban que la relación no se acabara, y lo llevaban al extremo.

«De la mano del pasado» era un libro con más de trescientas páginas en donde se podía apreciar cómo un grupo de personas, sin vínculos entre sí, viven su día a día, luchando contra diversos problemas que los arrastran al pasado.

Y, finalmente, «Abril & Julio» era una historia de amor entre que se desarrolla entre Abril y Julio, con personajes llamados Abril y Julio. Las casualidad abundan en el libro, haciéndolo lucir más como una broma que otra cosa.

En resumen, una historia peor que la otra.

También tenía otros pequeños escritos, como «Tardes de antaño» y «Las estrellas de Jack» (en honor a su hermano), pero tampoco lograban hacerlo sentir completamente orgulloso, aunque en su momento sí lo hubieran hecho.

Era un desastre, y Luke intentaba con todas sus fuerzas arreglarlo, sin embargo, no lo lograba. No importaba cuántas noches en vela pasara, cuántas hojas gastara o cuántas veces llorara, Luke no lograba sacar una idea de su maldita mente.

Cansado de estar trabajando en un relato, Luke decidió que era el momento adecuado para darse un descanso y leer algo, y ese algo de nada más y nada menos que «Un horizonte de Posibilidades», el libro que había destronado a todos los suyos.

Ahora la pregunta del millón: ¿Por qué Luke seguía leyéndolo? Él lo hacía porque, luego de dos años, seguía sin encontrar aquello que le hiciera decir "Oh, claro, por esto es genial". Lo leía, y releía, y así sucesivamente, haciéndolo lucir como un vicio enfermizo, pero Luke necesitaba encontrar ese factor, necesitaba descubrirlo y entenderlo para poder dejar su consciencia tranquila.

-"Y en ese momento, con la suave brisa desordenando su cabello, y la tenue luz iluminando mi cara, me di cuenta de que había un horizonte de posibilidades, pero esta era mi favorita"- leyó lentamente, reteniendo cada palabra y analizándola.

¿Qué sentido tenía la frase? No la entendía, no podía comprende la belleza que poseía. No era por orgullo, realmente pensaba que esa frase no era mejor que cualquier otra. No era un enigma de palabras, o algo que te pusiera a pensar, simplemente era una oración que lucia linda a la vista, pero que le faltaba sentido.

Ojalá las demás personas lo entendieran en vez de llamarlo engreído por pensar así.

Cerró el libro fuertemente y lo apretó entre sus manos, tratando de ignorar el nudo que comenzaba a formarse en su pecho.

Estaba tan estresado de pasar todas las noches por lo mismo; depresión, ansiedad, momentos en blancos en los que sólo miraba a la nada, ira, culpa, consciencia, y muchas cosas más.

Comenzó a observar cada rincón de la habitación, intentando que sus ojos mantuvieran las lágrimas dentro. Posó su mirada en el pequeño bar que poseía, y decidió que tomar un trago no le vendría nada mal, ya que ¿podría ser peor su noche?

Pero no pensó que perdería el control y se tomaría toda una botella de whisky.

Veía borroso, le costaba pararse y su cabeza dolía, pero estaba feliz, porque no recordaba nada más que sus datos personales y algún que otro nombre. Estaba en un estado deplorable, pero no le importaba. Se encontraba mejor que cuando estaba sobrio.

-Es un buen momento para pedir pizza- balbuceó mientras tomaba su celular. Se le cayó varias veces hasta que finalmente pudo encontrar el número de una pizzería.

Escuchó varios timbres hasta que alguien finalmente le respondió:- Pizzería, buenas noches, ¿en qué lo puedo ayudar?

-Quiero una pizza- soltó Luke, para luego reír.

-¿De qué, señor?

De repente Luke comenzó a sentir picazón en sus ojos y se formó un nudo en su pecho- De pepperoni- susurró.

-De acuerdo, ¿cual es su dirección?

-Shembley, al trescientos veinte.

-Está bien, ¿necesita algo más?

Y Luke simplemente se largó a llorar, sin siquiera entender muy bien por qué. Aún le dolía la cabeza como el infierno, pero el dolor físico no causaba su llanto, sino el dolor emocional. Le dolía el corazón.

-Necesito un libro- dijo.

-¿Un libro?- preguntó la persona del otro lado.

-Escribir un libro- Luke sollozo-. Quiero escribir un libro y no puedo porque no me sale- explicó como si fuera un niño de cinco años.

-¿Y por qué no le sale?

-No... No sé. Yo quiero pero no puedo. Es culpa de Dallas.

-¿Dallas?

Luke limpió sus lágrimas con el dorso de su mano, se sentía tan desamparado en aquellos momentos- Dallas Trew.

-¿El escritor?

-Si, no me agrada. Es tonto- Luke soltó una boba risa, pero rápidamente volvió a sollozar-. Traiganme mi pizza.

-Claro- fue lo último que escuchó Luke antes de que la llamada se cortara.

Lanzó su celular al suelo y se recostó en el medio de la alfombra, aún llorando y con el pecho doliendole. Estaba tan borracho que no podía notar la gravedad de sus actos; le había confesado sus más profundos sentimientos a un extraño, algo de lo que luego se arrepentiría como el infierno.

Sentía que las cosas daban vueltas a su alrededor y que, en algún momento, todo caería sobre él. Le había salido mal la jugada, puesto que lo que pensó que lo aliviaría, lo terminó empeorando.

Se dió la vuelta, quedando boca arriba y observó el techo, hasta que el timbre lo interrumpió.

Con mucha dificultad, se paró y caminó hasta la puerta, encontrándose con un muchacho de cabello rojo que sostenía una caja de pizza en sus manos.

-Aquí tengo su pizza, señor.

-¿Cuánto es?

Luke a penas se podía mantener de pie, y el muchacho notó eso, así que se tomó la libertad de ingresar a la casa, dejar la pizza sobre una mesa junto a la puerta y ayudar a Luke.

-¿Cuánto es?- volvió a repetir el rubio, totalmente inconsciente de que alguien lo estaba llevando a la sala.

-Es gratis.

-Wow, al fin me pasa algo bueno- murmuró Luke-. ¿Cómo te llamas?

-Michael, ¿y usted?

-Luke.

-¿Hemmings?- preguntó Michael, algo asombrado. Sabía que de algún lugar conocía a ese hombre.

-Sí.

Y eso fue lo último que soltó Luke antes de caer dormido.

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*deseando no arruinar nada*

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora