6

908 203 147
                                    

Luke estaba plácidamente dormido, hasta que el fuerte sonido de su celular lo despertó. Alguien lo estaba llamado, y Luke ni siquiera se molestó en fijarse quién era, sólo se incorporó y respondió, utilizando el tono más brusco que pudo.

-¿Qué?- soltó sin importar quien estuviera del otro lado.

-Wow, cálmate, Tinker Bell- gracias a aquel apodo, Luke supo que se trataba de su hermano.

-Jack, son las once, es sábado y tengo sueño. ¿Qué sucede?

-Primero, buenos días.

Luke soltó un bufido- Buenos días.

-Necesito que vayas a retirar a los chicos de su clase de guitarra, Celeste y yo estaremos ocupados en ese horario.

El rubio sabía que su hermano sólo le pedía favores cuando realmente lo necesitaba, así que no pudo negarse- aunque ganas no le faltaton-.

-De acuerdo, ¿a qué hora y qué dirección?

-Once y media, Northwest al 679.

-Mierda- susurró Luke al ver que eran las once y cinco.

-Lamento avisarte tarde, no estaba planeado.

-No importa. Ya debo irme, si no me apuro, llegaré tarde.

-Sí, gracias. Adiós, Luke.

-Adiós.

Cuando la llamada terminó, Luke soltó un gran quejido, que parecía más una pequeña rabieta que cualquier cosa.

Debía salir. Afuera. Lejos de su casa. Afuera. Debía ver a otras personas, hasta hablar con ellas. Todo afuera.

Lentamente se levantó de la cama y se colocó algunas prendas que encontró por allí. No le molestó el hecho de que su remera tenía una pequeña mancha de kétchup en el hombro, o que sus pantalones estuvieran algo sucios, solo quería cambiarse rápido.

Se dirigió hasta la entrada, tomó las llaves de su auto y salió de su casa, cerrando sus ojos al instante debido al fuerte Sol. Mierda, salir tan poco realmente le estaba afectando.

Subió a su auto y condujo rápidamente hasta el lugar en el que se encontraban sus sobrinos. No disfrutó el viaje, para nada, simplemente encontraba muy incómodo el manejar con el Sol pegando en su cara y el calor sofocándolo, además de que odiaba parar en los semáforos, puesto que la gente se lo quedaba mirando. Las personas lo reconocían, y eso no le gustaba.

Estacionó frente a la pequeña casa en la que Thomas y Caleb tomaban sus clases y se bajó rápidamente, deseando ser Flash para terminar todo lo más rápido posible.

Subió los escalones de la entrada, tocó la puerta, y esperó ansiosamente a que alguien le abriera. Posó su mirada en una de las flores que se encontraban en la ventana y cruzó sus brazos. No quería estar más tiempo allí, deseaba con todo su ser volver a ocultarse en su hogar, sin importar cuán enfermizo y deprimente fuera eso. Se sentía molesto afuera, le molestaban los pájaros, las personas, el calor, los ruidos, absolutamente todo.

-Hey- exclamó alguien, haciendo que Luke saliera de su pequeño transe. Sin que se diera cuenta, le había abierto la puerta.

-Hola, vengo a buscar a Thomas y Ca...

Luke no pudo terminar su frase, puesto que cuando levantó la vista se encontró con la última persona que quería ver en esos momentos; Michael.

-Tú- susurró el rubio mientras entrecerraba sus ojos.

-Hola, Luke- dijo el teñido mientras se apoyaba en el marco de la puerta-. ¿Cómo haz estado? No me llamaste y me preocupé.

-¿Te qué?- preguntó Luke, incrédulo ante las palabras del muchacho. ¿Desde cuando la gente se preocupaba por él?

-Me preocupé.

-No me conoces, ¿por qué lo harías?

-Sí te conozco. Eres Luke- respondió el muchacho de ojos verdes mientras sonreía.

Luke rodó los ojos- Como sea, no vale la pena preocuparte por mí, estoy bien.

-Las cosas que me contaste y la borrachera que tenías no dicen lo mismo.

-Sólo llama a Thomas y Caleb, ya debo irme.

-Los llamo, con una condición.

-¿Cual?- cuestionó Luke, algo temeroso por la respuesta del pelirrojo.

-Vas a acompañarme a tomar un café esta tarde.

Luke comenzó a angustiarse. No podía soportar pasar media hora fuera de su casa, ¿cómo aguantaría más de una hora? Simplemente no podría soportarlo, y no deseaba pasar otro momento vergonzoso frente a Michael.

-No.

-Entonces Thomas y Caleb pasarán la noche aquí- contestó Michael, utilizando un tono bromista.

-No, no lo harán. Su padre podría denunciarte.

Michael se mantuvo en silencio por unos segundos- Tienes un buen punto.

Luke sonrió triunfante- ¿Ahora sí vas a llamarlos?

-Claro, pero tu si saldrás conmigo hoy.

-¿Por qué?

-Porque si no lo haces, contaré tu secreto.

El corazón de Luke se detuvo. No, no, esto no le podía estar pasando. Se encontraba entre la espada y la pared, si Michael realmente hacía eso, su vida estaría arruinada, perdería la poca dignidad que le quedaba.

Tratando de impedir un ataque de pánico, Luke tomó las llaves de su auto y comenzó a jugar inquietamente con ellas.

-No puedes chantajearme con eso- murmuró, lleno de ira y algo de miedo.

-Sí puedo, lo estoy haciendo.

Luke soltó una fuerte respiración, no le quedaba otra. Debía sufrir unas horas para no hacerlo- aún más- el resto de su vida.

-Bien- murmuró.

-Genial. A las cinco pasaré por ti. - Michael se giró- ¡Thomas, Caleb! Los vinieron a buscar.

Ambos niños llegaron corriendo, cargando sus guitarras en la espalda y luciendo realmente felices. Luke amaba la alegría natural de los niños, le hacía sentir que no todo estaba perdido.

-Hola, tío- murmuraron ambos a la vez.

-Hola, chicos- respondió Luke entre dientes, aún mirando a Michael-. Ya vámonos.

-Adiós, Mike- exclamó Thomas mientras hacía un saludo raro con el pelirrojo. Caleb se limitó a despedirlo con su mano.

Luke se dió la vuelta, sin despedir a Michael, y llevó a ambos niños hasta el auto. Ya dentro de él, no pudo evitar soltar una maldición, procurando hacerlo en voz baja, ya que no deseaba recibir un sermón de Jack por haberle enseñado malas palabras a sus hijos. Maldecía el hecho de que el mundo fuera tan pequeño, y que Michael fuera tan hijo de puta.

Lo único que el rubio quería era estar tranquilo y con un libro nuevo, escrito por él, en su mano, pero el universo seguía interrumpiendo sus planes.

---

<3

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora