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Luego de haber dejado a ambos niños con sus padres, Luke manejó hasta su casa, aun manteniendo el enojo de hacía algunos minutos. Había sido cruelmente chantajeado, y no podía soportarlo, no podía soportar la idea de alguien teniendo el poder necesario para obligarlo a hacer cualquier cosa. Se sentía un maldito esclavo que, apenas intentara escapar, sería torturado.

Finalmente llegó a su hogar- su único lugar "feliz" en la Tierra- y corrió hasta la entrada, desesperado por ingresar. Una vez dentro, cerró la puerta de un portazo y soltó un largo suspiro. Ya estaba salvo, por lo menos por cinco horas.

Su pecho se oprimió al pensar que debía volver a salir. Afuera. Allí, en donde la gente podía juzgarlo. Afuera. En donde estaba desprotegido. Afuera.

-Maldigo el día en el que me creé una cuenta en Soonapp- se dijo a sí mismo.

Soonapp era una aplicación en donde la gente podía leer y publicar libros de cualquier tipo. Luke la había encontrado a la edad de dieciséis años, y rápidamente había desarrollado un amor indescriptible por la aplicación. Podía leer y publicar cosas totalmente gratis, y la gente podía leerlo.

Al inicio no era muy reconocido, pero a través de una historia corta llamada «Almacén de mujeres» logró que su número de escritores aumentara notablemente. Y luego apareció «2012», «Teorías del ayer», y finalmente «Sempiterno», siendo el climax de su carrera.

Aquella historia había comenzado como un simple libro en internet, hasta que llamó la atención de una editorial y listo, Luke ya era un escritor reconocido.

Y gracias a todo aquello, se encontraba al borde de la eterna depresión, siendo amenazado por un hombre de cabello rojo y obligado a ser creativo por la gente que esperaba algo de él.

-Voy a tomar una siesta, eso es lo que necesito- murmuró mientras pasaba ambas manos por su casa. Durmiendo siempre se sentía mejor.

(...)

La alarma que el rubio había puesto comenzó a sonar, indicando que ya era la hora de lo inevitable.

Se paró de su cama y, por primera vez, eligió al digno para colocarse. No podía permitirse lucir mal frente a tanta gente fuera, ya que aquella vez no era una simple salida a retirar a sus sobrinos, sino una salida por más tiempo, en la que debía permanecer en un lugar donde la gente podría verlo por más tiempo. Un infierno, en resumen.

Cuando estuvo medianamente decente, se dirigió hacia la cocina y se sentó en una de las banquetas frente a la mesada, esperando a la llegada de Michael.

Apenas pasaron unos minutos el timbre sonó y Luke soltó un gran quejido, intentando que alguien o algo lo escuchara y lo salvara de su compromiso.

Pero por supuesto que nada sucedió.

Michael siguió tocando el timbre como maniático, así que Luke se vio obligado a abrirle, dirigiéndose a la puerta con paso lento. No quería irse.

-Hola- murmuró secamente.

-Hola, Luke- respondió Michael, luciendo realmente feliz.

-Vamonos.

Sin decir ni una palabra, ambos caminaron hasta el auto de Michael e ingresaron a este. Luke no preguntó a dónde se dirigían, puesto que le daba igual. Sea cual sea el destino, él la pasaría mal.

-¿Te gusta Green Day?- preguntó Michael cuando iban a medio camino.

-Me gustaba.

-¿Cuantos años tienes?

Luke no comprendió la relación entre Green Day y su edad, pero decidió responder.

-Treinta y dos.

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora