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Luego de las palabras del teñido, ambos se dirigieron a donde Luke había dejado la computadora, para luego mirarse cómplices. El rubio tomó sus guantes de nuevo— mejor prevenir que curar— y se los colocó rápidamente, para luego tomar el aparato en sus manos y llevarlo al estudio, con Michael tras de él.

Mentirían si alguno dijera que no estaba nervioso, sin embargo estaban muy seguros de que lo debían hacer. Podría ser ilegal y en contra de la moral, pero estaban cegados por el deseo de desenmascarar al idiota que arruinó varios momentos de la vida de Luke. Querían mostrarle al mundo la real persona que era Dallas, la persona que Luke veía, pero que los demás no.

El ojiazul prendió la laptop y, una vez encendida, buscó la carpeta a la cual no habían podido ingresar la vez pasada.

—Michael, ¿qué claves probaste?— preguntó Luke mientras pensaba posibles combinaciones.

—Uno, dos, tres, cuatro. Cuatro, tres, dos, uno. Cero, cero, cero, cero. Uno, uno, uno, uno. Dos, dos, dos, dos. Tres, tr-

Luke interrumpió— Ya entendí, probaste las estándares. Pero Dallas no es idiota.

—Tan.

—Dallas no es tan idiota— corrigió Luke mientras soltaba una suave risa.

Mirando el teclado, Luke pensó en las fechas importantes para Dallas; el lanzamiento de su primer libro, su cumpleaños, el día que ganó algún premio, pero cuando probó se dio cuenta de que no era ninguna de esas.

La frustración lo invadió. Debía abrir esa maldita carpeta y ver qué era lo que se encontraba adentro, sentía que allí encontraría lo que necesitaba. Sólo debía pensar un poco más, recordar algo que pudiera ser tan importante para Dallas.

—¡Ya sé!— gritó mientras tecleaba rápidamente. Apretó entre y rápidamente tuvo acceso a la carpeta— Dallas veinte, Luke uno.

—¿Cuál era la clave?— preguntó Michael mientras miraba a Luke.

—Dos mil doce, el año de los premios WA.

—¿Cómo se te ocurrió?

Luke despegó su mirada de la computadora y observó a Michael. ¿Cómo lo sabía? La real pregunta era cómo no saberlo— Fue la primera vez que me ganó. Nunca podría olvidarlo, la mirada que me dedicó lo decía todo; «Prepárate, idiota».

Michael se quedó en silenció por unos segundos, hasta que finalmente habló:— Es como una obsesión.

Tenía razón. Dallas siempre sabía cosas sobre la vida de Luke que el rubio no recordaba haberle contado. También parecía muy atento a las conversaciones que solían mantener en las premiaciones o en las cenas, casi como si esperara a descubrir algo, o a veces simplemente lo observaba detenidamente a la distancia. Y, además, estaba el hecho de que Dallas siempre lucía como si todo fuera una competencia contra el ojiazul; quién escribía el mejor libro, quién tenía más fama, quién lucía mejor, e infinidades de cosas más. Luke no podía negar de que él también tenía todos los libros del escritor, y que en varias ocasiones pensaba en él, pero no se comparaba a Dallas.

—Puede ser— murmuró el ojiazul mientras fruncía el ceño—. Pero eso no importa ahora, veamos qué hay aquí dentro— dijo mientras normalizaba su expresión y se giraba a observar la computadora— «Vacaciones dos mil doce y dos mil trece», «Un horizonte de posibilodades», «Clemencia» ¿Clemencia? Debe ser un nuevo proyecto, debería verlo. No, Luke, no debes— se susurró a si mismo mientras leía las carpetas— «Registro 2014»... Aquí no hay nada interesante, son sólo cosas normales.

—Bueno, tenemos el resto del equipo para revisar.

Luke asintió y comenzó a observar todas las carpetas que se encontraban a su disposición; imágenes, documentos, música, descargas, favoritos, absolutamente todo, pero sólo se encontró con fotos de Dallas, fondos de pantallas y borradores de World de sus libros ya publicados.

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora