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Un insistente toque en su nariz provocó que Luke despertara. El rubio abrió sus ojos y los volvió a cerrar instantáneamente, puesto que la luz le quemaba como fuego. Volvió a abrirlos lentamente y se encontró con un muchacho de cabello rojo y ojos verdosos que lo miraba curiosamente. Si no hubiera tenido un dolor de cabeza tan fuerte, Luke habría gritado mientras intentaba huir.

-¿Quién eres?- susurró con sus ojos entreabiertos. El chico le sonrió, y Luke no supo si era un psicópata o alguien muy dulce.

-Soy Michael, te lo dije ayer, Luke.

Luke sintió su corazón detenerse. ¿Ayer? ¿Qué había hecho ayer? ¡¿Se había acostado con aquel chico?! Estaban vestidos, pero ¿y si habían hecho algo inapropiado? Luke le rogó a Dios que aquello no fuera verdad, lo que menos necesitaba era un lazo romántico con alguien que ni conocía.

Lo último que recordaba era estar sentado en su escritorio con un libro en su mano y una botella de algo en la otra.

-¿Qué hicimos ayer?- preguntó con algo de temor en su tono.

Michael rió ante la angustia que presentaba el adulto- Pediste una pizza y terminaste contándome algo sobre que necesitabas escribir un libro nuevo. Cuando vine a traerte tu pedido te encontré en un estado horrible, así que me quedé.

Luke parpadeó varias veces hasta que su cerebro pudo procesar toda la información recibida. Un extraño, llamado Michael, sabía parte de sus problemas y había pasado la noche en su casa, junto a él.

-¿Y la pizza?- fue lo único que logró preguntar.

Michael rió, haciendo que sus ojos se achinaran y su nariz se arrugaran. Luke no supo si fue porque no se había relacionado con gente nueva en mucho tiempo, o porque el chico era realmente tierno- y algo raro-, pero lo encontró lindo.

-Esta en la entrada- respondió el pelirrojo cuando dejo de reír.

-Oh, está bien- susurró Luke mientras se sentaba en su cama-. ¿Podrías decirme qué fue lo que te conté ayer?

-Me dijiste que querías escribir un libro y que no podías. Culpabas de todo a Dallas Trew y estabas llorando.

-No, no, no, no- comenzó a repetir Luke mientras llevaba sus manos a su cabeza-. Dios mío, ¿qué hice? Michael, no le cuentes a nadie, por favor, te lo ruego.

-Tranquilo, no diré nada.

-No digas nada, por favor, Dios.

La respiración de Luke se agito y su pecho se oprimió. Su mente y mirada se nublaron, anunciado que un ataque de pánico se aproximaría. Luke quería estar solo, quería estar triste y solo en su estudio, intentando escribir algo y con sus secretos ocultos, no con alguien allí, observándolo y juzgándolo. La idea de alguien más sabiendo lo que pasaba en su vida le aterraba.

-¿Luke?- preguntó Michael al notar el estado del hombre.

Luke no respondía, sólo intentaba respirar y calmarse.

Michael, al notar lo que sucedía, apoyo ambas manos en los hombres del rubio, para luego abrazarlo fuertemente.

-No diré nada, Luke. No lo haré, no lo haré. Todo va a estar bien- dijo en un intento de calmarlo.

«Todo va a estar bien», «todo va a estar bien». Luke sabía que nada iba a estar bien porque a) estaba en su cama llorando, con un chico recién conocido abrazándolo y b) ese chico sabía sobre su crisis y sus inseguridades en la escritura, y no tenía ninguna razón para mantener su boca cerrada.

De todas formas, luego de unos minutos de caricias de Michael y silencio absoluto, Luke pudo tranquilizarse.

La vergüenza inundaba todo su ser, había tenido un maldito ataque de pánico frente a Michael, y este había tenido que consolarlo como si fuera un bebé.

Definitivamente se había humillado.

-Luke, Luke, mírame, ¿estas bien?

-Sí- fue lo único que respondió-. ¿Puedes irte?

-¿Qué?- preguntó Michael algo desconcertado.

-¿Puedes irte?- volvió a repetir Luke, sin importarle todo lo que Michael había hecho por él.

-Está bien- susurró el pelirrojo-. Tienes mi número en tu heladera.

Luke se mantuvo en silenció y Michael salió de la habitación.

Lo que el ojiazul necesitaba en aquellos momentos era paz, paz para calmar el dolor en su cabeza y para tratar de entender todo lo sucedido. Era algo que no sucedía todos los días, y posiblemente, si llegaba a contárselo a alguien, no le creerían.

Totalmente aturdido, sólo atinó a acostarse y volver a dormir. Con suerte, cuando despertara, todo estaría resuelto.

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este es el cap que menos me gusta.

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora