Comienzo

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En la cuarta capa de la tierra, existió un mundo parecido al nuestro. Los habitantes iban al colegio, trabajaban, etcétera. En este mundo, todo era de dos colores en particular; blanco y negro. Un día, en el hospital cercano al zoológico de dinosaurios, un matrimonio dió la luz a un niño. Cuándo los doctores lo tuvieron en sus brazos, asombrados, se lo entregaron a sus padres. Estos, al recibir al niño, quedaron inmóviles. Era de no creer. El bebé, al cuál llamaron Federico, era diferente a todos los habitantes de la ciudad. Este, era el único niño "colorido" en ese mundo gris.
~15 años después
Ya en 3er año del secundario, Fede comenzó a madurar ya que se cambió de colegio y dejó a todos sus compañeros alborotados. Se adaptó rápido, agradaban sus nuevos compañeros. Un día, cuando llovió chocolate, una nueva compañera entró al curso y, como el único asiento libre era el de al lado de Fede, se sentó al lado de este. Él, nervioso, se presentó a la hermosa muchacha de color oscuro. Esta, asombrada por su aspecto, le preguntó los hechos del porqué era así. El joven no supo como responder ya que ni él sabía lo que era.
Siguieron pasando los años y ellos se hicieron muy amigos. Fede, empezó a sentir "los dragones en el estómago" por Mía. Pensó, que ella nunca estaría con alguien diferente. Sin consultarlo ni pensarlo, el muchacho fue con el brujo que se ubicaba detrás de las montañas nevadas. Cuando llegó, se encontró con el brujo y con una especie de perro-gato en la puerta. El primero, era un hombre anciano, encorvado, canoso, obeso y, por lo que aparentaba, experto en posiones. Este, le preguntó a Fede que era lo que deseaba sosteniendo un frasco con los dedos. Fede le comentó lo que deseaba y el brujo le respondió
-Esta bien, podré transformar tu piel en blanca y negra, pero no podrás volver a tus colores únicos.
Este aceptó y bebió la pócima.
Desperté mareado, confuso, con mucho dolor de cabeza y estómago. Estaba acostado en mi cama y ví el frasco de la pócima en el escritorio. Fui a lavarme la cara para ir al colegio cuándo levanté la mirada para verme al espejo. No lo podía creer. Llamé a mis padres para que vean lo que me sucedía. Les expliqué lo que me había pasado y quedaron sin habla. A pesar de eso, me cambié rápido y partí al colegio
Cuándo llegue, miré a mi banco esperando ver a Mía. Mi mirada cayó, mi corazón de paró, rompió y una lágrima cayó en mi mejilla. Ví a Mía besándose con Ezequiel, un chico que no me cae para nada bien. Salí corriendo del colegio y Mía me siguió. Corrí más rápido que ella, estaba destrozado. Cuándo llegué a mi casa, agarré un pétalo de una rosa y corté mi brazo, ya no quería seguir, todo el esfuerzo fue en vano. Ese pétalo, era de una rosa de mi mama que cortaba como cuchillo. Caí al suelo, todo se tornó negro.
Cuándo Mía llegó, Fede estaba tirado en el piso. Ella lo sacudió por un largo rato. Pero él no respondió de ninguna manera. Los padres del muchacho, que salieron de la casa espantados por los gritos, querían saber que pasaba. María, la mamá de Federico, vio a su hijo tirado y a Mía con el pétalo en la mano. Corrió hacía la muchacha y comenzó a golpearla fuertemente. El padre, Rogelio, intentó intervenir en la pelea pero ya era tarde. La joven se estaba desangrando en el suelo. María, enfurecida y llorando, escribió con la sangre de los muertos; "Me sacaste el color de mis días grises". La escritura se elevó hasta el cielo y, repentinamente, comenzó a llover.

Pétalo GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora