Cuando la pareja mira la casa ambos quedan asombrados. Es preciosa. Como ese tipo de hogares de en sueño.
–Debo admitir –la voz de Payton suena asombrada– que creí que, aunque tuviera una piscina, sería menos grande.
–Digo lo mismo –coincide Ethan.
–Entonces ¿qué esperamos? –Payton apaga el auto y desabrocha su cinturón de seguridad–. Vamos a explorarla.
Ethan la sigue hasta la entrada. La puerta blanca le da un toque hogareño y combina con el resto de la casa. Las plantas hacen su trabajo, como si fueran las piezas de un rompecabezas, encajan perfectamente.
Una vez frente a la puerta, Payton comienza a rebuscar en su bolsa. Y, al no encontrar nada, abre mucho los ojos. Oh oh.
–Ethan –él voltea a verla–. ¿Tienes las llaves?
–¿Las llaves? –ríe–. ¿Por qué las tendría yo?
–Cierto –Payton se muerde el labio–. Es que... yo no las tengo.
Ethan frunce el seño.
–¿Cómo que no las tienes?
–No lo sé, no las tengo.
Ethan aprieta los puños. Está enojado.
–¿Y cómo rayos vamos a entrar? –comienza a desesperarse.
–Tranquilízate, llamaré a mi padre para que me dé el número del dueño.
Payton saca su móvil y se aleja un poco. Ethan se distrae con el jardín y algunas personas que pasan y lo saludan cordialmente con la mano, él sólo asiente a cada saludo. Después de algunos minutos, Payton se acerca de nuevo a él.
–Ya tengo el número, mi padre dijo que las llaves nos las entregaran aquí, pero que hay que llamar a los dueños para que vengan.
–Entonces hazlo.
Payton sonríe y marca el número.
–Hola, buenos días. Soy Payton Tyler –se presenta a penas escucha una voz en la otra línea–. Busco al señor Christopher Mcfly, mi padre, Tom Tyler le rentó una casa y hemos llegado aquí –guarda silencio para escuchar a la otra persona–. De acuerdo, muchas gracias –cuelga.
–¿Y bien?
–El señor Christopher vendrá a entregarnos la llave entre 30 y 40 minutos.
–Hay que ponernos cómodos entonces –dice con sarcasmo, Payton sólo se sienta en los escalones de la puerta.
El silencio los invade. Algo incita a Ethan a hablar, dar el primer paso por una vez, porque, si iba a permanecer casado con ella, tiene mínimo que soportarla.
Pero no le dice nada, sólo la observa. Ahí, sentada a su lado, con su cara de estoy derrotada, porque seguro ha de pensar que ha arruinado todo. A pesar de eso, su rostro se mira precioso, ella es preciosa. Ojos lindos, sonrisa linda, cuerpo lindo.
¿Por qué no sacarle provecho a eso Ethan? No es como si fuera la primera vez que te acuestas con una mujer. Y luego su razón habla por él; porque si lo haces, tal vez se obsesione más contigo.
Iba abrir la boca, y comenzar una conversación, pero una maldición es todo lo que sale de ella cuando el agua lo moja por completo. Ha empezado a llover ¡A llover en serio!
–¡Está fría! –chilla Payton.
–Entremos al auto.
Ambos corren y al tomar las manijas, las puertas no se abren. Ethan hace binoculares con sus manos para ver mejor por la ventana empapada: los seguros están puestos.
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Payton
RomanceLas personas que se casan son felices, sobre todo cuando el amor los consume como las llamas a una fogata. Payton Tyler se ha casado con el amor de su vida. Él tiene ojos verdes y se llama Ethan Sanderson. La primera vez que lo vio quedó hipnotizada...