Capítulo 6

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El centro comercial es enorme. Las personas van y vienen y algunas chocan hombros unas con otras. Niños corren y sus madres los persigan con una expresión cansada en el rostro. Hay familias, se nota porque vienen en conjunto. Y están las parejas. Esas que no sueltan sus manos y se detienen en seco para darse un beso, sin importar si los demás los ven o no.

Lástima, Ethan y Payton no pertenecen a ese grupo.

¿A cuál entonces? Probablemente a las personas que solo van al centro comercial a dar la vuelta y ver qué comprar o en qué gastan el dinero.

–¿Quieres un helado?

–Por supuesto –Payton sonríe.

Caminan hasta el local de helados más cercano. El chico detrás de la caja les sonríe, luego hace el típico saludo y dice las palabras que seguramente le piden en su trabajo que diga.

–Quiero uno de chocolate –pide Payton.

–Dos, por favor.

El chico asiente. Cobra la orden y les regresa el cambio con el ticket. Ethan lo hace bolita y lo guarda en el bolsillo de su pantalón junto con el cambio. Luego tirará el ticket, nadie se queda con ellos al menos que sean de una compra muy importante.

A los pocos minutos el chico regresa con su orden y les desea un buen día.

La pareja sale y comen el helado. Payton se acerca a su esposo y toma su mano, sin ningún temor. Él opta por seguirle la corriente y entrelaza sus dedos con los de ella. Por un segundo piensa que tiene una pareja, una de verdad, de esas que realmente se aman y sus corazones siempre van al mismo ritmo, que se dicen palabras lindas y corresponden a sus sentimientos. Pero solo fue un pensamiento y fue por un segundo. Además no se la imaginó a ella, solo a alguien en su lugar.

Unos treinta minutos después, ya han acabado sus helados y deciden entrar a algunas tiendas. Payton se mide algunos vestidos, varios jeans, shorts, blusas y algo de ropa deportiva, porque le gusta hacer ejercicio en algunas ocasiones. Compra dos cambios de cada uno. Ethan solo la mira, no le interesa comprar nada, pero finge una sonrisa cada vez que Payton le pregunta cómo se mira. En la única ocasión que habla es cuando ella se mide un vestido azul ajustado de la cintura y volado de la parte baja. Le gusta mucho y decide decirle que se mira hermosa con el y que definitivamente debe comprarlo. Ella le hace caso sin pensarlo dos veces.

En un momento Payton decide arrastrarlo de tienda en tienda y lo obliga a probarse ropa, acción que deja de ser obligada ya que luego él está de acuerdo en probarse la ropa. Compra un par de pantalones, unos cinturones y un saco que Payton escoge para él. Con el cual aclara que se mira extremadamente guapo. Su esposa le regala un perfume, insistiendo en que amaba ese olor, sobre todo porque era el mismo perfume que había usado el día en que se hablaron por primera vez. Ethan levanta sus cejas diciendo tan acosadora eres que recuerdas eso y ella solo se ruboriza y baja la mirada con una sonrisa tímida dibujada en su rostro.

Una hora después siguen dando vueltas por el centro comercial, ahora compran algunos recuerdos. Ethan compra una blusa para su madre y un collar para su hermana al cual le graban su nombre. Mientras que Payton compra mucho más que él. Unas corbatas y camisas para su padre, un par de joyas para su madre, algunas camisas y sacos para Júpiter al igual que varias playeras y musculosas, y varias blusas con estampados raros y graciosos para su prima, Mabel. La más rara y rebelde de toda la familia. Incluso la apodan Big Bang, ya que la consideran una gran explosión y jamás se sabe qué consecuencia viene con ella. Pero a pesar de ser todo lo contrario a Payton en la mayor parte de las cosas, ambas son inseparables.

–Es nuestra luna de miel Payton, deja de comprar cosas para otros –dice Ethan cuando ella estaba dispuesta a entrar en otra tienda–. Si supiera conducir el auto, créeme que ya me hubiera ido y te dejaba comprando sola.

PaytonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora