Payton mira encantada cada detalle de los alrededores, sonríe a todo aquel que cruza mirada con ella y tararea una canción tras otra, todo eso mientras tiene envuelta su mano con la de su esposo. Las cosquillas siguen ahí y se niegan a irse, igual que la alegría que su rostro refleja por el simple hecho de estar viviendo ese momento a su lado.
Una pareja de ancianos está sentada en una banca, leen un libro y ambos sujetan la mano del otro. Llega un momento en que el hombre suelta la mano de la mujer para pasar su brazo por su espalda y besar su mejilla. La imagen es tan bella que Payton se detiene para observarla.
–¿Pasa algo? –pregunta Ethan.
La joven no lo escucha.
–Payton ¿pasa algo? –vuelve a preguntar y toca su hombro.
–No es nada –agita su cabeza.
–Entonces ¿por qué te detuviste?
–¿Ves a esa pareja de ancianos en aquella banca? –apunta con la cabeza.
–Ajá.
–Bueno, el hombre acaba de darle un beso en la mejilla a la mujer, son esposos. Tal vez llevan muchos años de matrimonio, una vida hecha, quizá ya vivieron muchos anti bajos y más momentos felices. Lo más probable es que ya tengan hijos y ya sean abuelos. Y ambos ahora disfrutan su tiempo juntos, esperando el final, un final al cual quieren llegar juntos.
–Bien ¿y eso qué tiene? –pregunta, con el ceño fruncido.
–Quiero algo así –sonríe–. Algo que dure, algo estable, que parezca que es para el resto de nuestras vidas.
Ethan sonríe, le gusta pensar igual que ella, porque él también quiere lo mismo.
–Trataremos de conseguirlo, cariño.
–Lo lograremos juntos, Ethan –aprieta su mano–. Ya lo verás.
(...)
Unas horas más tarde la pareja atraviesa el umbral de un restaurante, el olor a café, postres y otros platillos inundan sus fosas nasales, haciendo rugir sus estómagos. Payton toma la mano de su esposo y lo conduce a una mesa junto a la ventana, donde pueden obtener una mejor vista de la calle. Las personas que pasan frente al ventanal son de todas las edades, tamaños y colores, pero le parece que hacen una perfecta combinación con el lugar.
Su esposo toma asiento frente a ella.
–Tengo tanta hambre que podría comerme el menú completo.
–Yo también –Payton ríe–, espero que la comida sea exquisita.
A los segundos llega un hombre alto, no es delgado pero tampoco está en sobre peso y la sonrisa en su rostro refleja que al menos tolera o le gusta su trabajo.
–¿Quieren que les traiga la carta? –dice, mientras les ofrece un gesto gentil con la cabeza.
–Sí, por favor.
A los pocos segundos llega el mesero, cuyo nombre Fernando se puede leer en su gafete. Y Cinco minutos después ambos ya han decidido que ordenar y Fernando retira las cartas para poder ir a la cocina.
Un silencio los cubre y es incomodo para ambos, Ethan carraspea varias veces sin saber qué decir. No le gusta hablar con ella, no sabe qué le gusta, cuáles son sus pasiones ni siquiera sabe por qué su padre le llama luna.
–Ya han pasado un par de días, pero en serio, lamento que tus padres no hayan asistido a nuestra boda –la sonrisa de Payton es triste–. Espero que en la siguiente reunión familiar asistan y los conozca.
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Payton
RomanceLas personas que se casan son felices, sobre todo cuando el amor los consume como las llamas a una fogata. Payton Tyler se ha casado con el amor de su vida. Él tiene ojos verdes y se llama Ethan Sanderson. La primera vez que lo vio quedó hipnotizada...